EDITORIAL
A UN
AÑO DE LA PANDEMIA POR COVID-19, ME PERMITO HACER UN REPASO DE LAS MEDIDAS MÁS
IMPORTANTES TOMADAS EN MATERIA DE SALUD
María Cristina Cortesi.
Directora
A un
año de que la OMS declaró la Pandemia por la COVID-19, estamos en condiciones
de efectuar algunas evaluaciones en materia de salud, que nos sugieren poder
llevar adelante algunos cambios.
Recordemos
que fue exactamente el 11 de marzo de 2020, que la Organización Mundial de la Salud (OMS)
declaró al brote del coronavirus/Covid-19 como una pandemia que afectaba, hasta
ese momento, a 110 países. En Argentina el primer caso confirmado de Covid-19
se produjo el 3 de marzo de 2020.
El
12 de marzo el gobierno nacional, mediante Decreto de Necesidad y Urgencia
(DNU) 260/2020, declaró la emergencia sanitaria por el plazo de un año.
Asimismo,
en ese contexto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó la
declaración 1/20 en donde se le recordó a las naciones, la existencia de
derechos que no pueden ser dejados de lado con motivo de la pandemia. Uno de
los más importantes, a mi juicio, es la “obligación de no regresividad” y así
dispone que: “En el contexto actual de la
pandemia, sumado a la crisis económica, los Estados podrían tener que realizar
medidas regresivas. Sin embargo, para ser legítimas, las medidas regresivas
deben ser aplicadas: - de manera restrictiva, y - tras analizar todas las
alternativas existentes”. También contempló el tema de la violencia de
género, el derecho al trabajo, a la información, a la vida, a la protección de
las personas vulnerables, etc.
Nuestro
país dictó una serie de normas importantes, como el Decreto 367/20 que sostiene
que; “ La enfermedad COVID-19
producida por el coronavirus SARS-CoV-2 se considerará presuntivamente una
enfermedad de carácter profesional -no listada- en los términos del apartado 2
inciso b) del artículo 6º de la Ley Nº 24.557, respecto de las y los
trabajadores dependientes excluidos mediante dispensa legal y con el fin de
realizar actividades declaradas esenciales, del cumplimiento del aislamiento
social, preventivo y obligatorio ordenado por el Decreto N° 297/20 y sus
normas complementarias, y mientras se encuentre vigente la medida de
aislamiento dispuesta por esas normativas, o sus eventuales prórrogas, salvo el
supuesto previsto en el artículo 4° del presente decreto.”
También
se dictaron normas para garantizar el aislamiento social, preventivo y
obligatorio (ASPO), declarando actividades esenciales, restricciones a la
circulación y las consiguientes excepciones; y más tarde, de distanciamiento social,
preventivo y obligatorio (DISPO) flexibilizando las normas dictadas en primer
término.
El
aislamiento dejó en evidencia la necesidad de contar con herramientas en
materia de salud, como la Telemedicina o Teleasistencia y por ende la necesidad
de poder estar todos conectados a las redes informáticas a fin de poder
realizar consultas, seguimiento de las enfermedades crónicas y obtener recetas
para la compra de fármacos.
Así
se sancionó la ley marco N° 27.553. Se trata de una norma que sólo busca
habilitar el uso de la telemedicina y de la receta digital o electrónica (que a
mi entender esta última ya se encontraba habilitada) y modifica algunos
artículos de la Ley N° 17.132, Ley N° 17.565, Ley N°17.818 y Ley N° 19.303 que
si bien como sostuve, no era necesario a los efectos buscados, considero que es
una medida prolija y conveniente a fin de poder ir actualizando nuestro
ordenamiento jurídico.
La
ley no determina cómo será el sistema, cuál será la autoridad regulatoria a
nivel nacional, ni determina el financiamiento, elementos que debe reunir una
ley marco para no dejar absolutamente todo librado a la reglamentación. No
obstante haber sido reglamentada, no contamos en nuestro país con normas
regulatorias de la actividad, y sólo tenemos recomendaciones del Ministerio de
Salud de la Nación sobre el tema, además de la ley marco mencionada.
En
ese contexto, la Superintendencia de Servicios de Salud, como autoridad de
aplicación para Obras Sociales Nacionales y Entidades de Medicina Prepaga, dictó
la RESOL-2020-282-APN-SCPASS#SSS que recomendó a dichos Agentes del Seguro de
Salud, el uso de plataformas de teleasistencia y teleconsultas para garantizar las prestaciones esenciales;
y también se dictó la Resol 696/20-MS que autoriza con carácter excepcional
y mientras dure el aislamiento, la prescripción de medicamentos bajo receta
(excluídos los estupefacientes), por aplicaciones, mails, mensajes de texto o
fax.
No
obstante ello, la OMS tuvo en cuenta y se manifestó en el sentido de que muchas
personas que necesitaban tratamientos contra enfermedades como el cáncer,
enfermedades cardiovasculares y diabetes no estaban recibiendo los servicios
sanitarios y los medicamentos que necesitaban desde que comenzó la pandemia de
COVID-19. Sostuvo que era fundamental que los países encontrasen formas
innovadoras de garantizar que los servicios esenciales contra las enfermedades
no transmisibles (ENT) continúen, incluso mientras luchan contra la COVID-19.
Esto
que podemos considerar como “daños colaterales producidos por la pandemia” al
continuar tal situación, obviamente aún no pudieron ser evaluados correctamente,
como tampoco los otros aspectos negativos producidos por el aislamiento como la
falta de actividad física, la transgresión alimentaria y el incremento en el
consumo de alcohol y otras sustancias que generan consumos problemáticos o
adicciones. Tampoco se evaluó el daño psicológico que el aislamiento pudo haber
producido en niñas, niños y adolescentes por la falta de interacción social con
sus compañeros de colegio y amigos; ni
los producidos en personas que perdieron sus empleos a causa de los
cierres de industrias y comercios, o en personas que perdieron familiares muy
queridos que durante la primera etapa transitaron la enfermedad y murieron en
la más absoluta soledad, sin haber podido despedirse de ellos.
No
obstante lo manifestado, no es mi intención realizar una crítica en relación al
aislamiento dispuesto por nuestras autoridades, al contrario, estimo que ha
sido una solución acertada para el cuidado de la población y a fin de evitar la
saturación del sistema de salud que ya se estaba produciendo en otros países
del mundo.
La
siguiente tabla[1]
nos muestra cómo disminuyeron durante la primera etapa de la pandemia, los
estudios diagnósticos y controles médicos, en muchos casos por el temor de las
personas a concurrir a los centros de salud o a los consultorios médicos.
La
Sociedad Argentina de Pediatría emitió un alerta por los niños nacidos en
cuarentena, ya que entre 3 y 4 de cada 10 no recibieron el esquema completo de
vacunas de los primeros 6 meses. “Se
estima que entre 3 y 4 de cada 10 niños no han completado la totalidad de
vacunas incluidas en el calendario nacional de inmunizaciones para los primeros
6 meses, pese a que como bien se sabe son gratuitas y obligatorias. Los niños
recién nacidos dejan las maternidades habiendo recibido las 2 vacunas
correspondientes (BCG y Hepatitis B) y un gran número no está regresando por
las otras 9. El miedo al contagio por Covid-19, la falta de acceso al trasporte
público, y seguramente otras circunstancias están atentando con el cumplimiento
del calendario de vacunas”, afirmó la Dra. Elizabeth Bogdanowicz,
infectóloga pediatra, miembro del Comité de Infectología de la SAP[2].
En
los orígenes de la pandemia se vulneraron algunos derechos como el del
acompañamiento de los enfermos, o el derecho a la despedida de los seres queridos,
hasta que entendimos que aquélla no podía deshumanizarnos, y así surgieron los
“protocolos de despedida”, la Ley 6322 de CABA y normas provinciales, y
finalmente el DNU 235/2021 cuyo art. 22 regula el acompañamiento de pacientes
con diagnóstico de COVID-19 autorizando el acompañamiento de los pacientes
durante su internación y en los últimos días de su vida mediante la aplicación
de un estricto protocolo para resguardar la salud de los acompañantes.
Junto
con la pandemia aparecieron también dilemas bioéticos en relación a productos
testeados en seres humanos sin pasar por comités de ética y sin estar aprobados
por la autoridad regulatoria como por ejemplo, el Ibuprofeno de Sodio, que sin
evidencia científica fue aprobado para el tratamiento de la Covid-19 en algunas
Provincias; o el uso de plasma de enfermos recuperados o el plasma equino. Asistimos
a un debate que nunca debió haberse dado: el uso del dióxido de cloro,
peligroso e ineficaz químico, no recomendado por Anmat para uso humano, prohibido
en varios países, vendido en Internet como producto “milagroso” contra el
coronavirus.
Más
tarde surge el “desafío de las vacunas” y la urgencia en su utilización
acortando los plazos de investigación, lo que, en un principio, generó desconfianza hacia las mismas.
En
su momento, más específicamente en una conferencia que di sobre el tema en la
Federación Argentina de Colegios de Abogados, me preguntaba ¿Qué países
acapararán la mayor producción de vacunas? Ello teniendo en cuenta que en el año 2009 con
el virus de la Influenza AH1N1 los países
ricos acapararon el 90% de la producción
mundial. Esto dio origen a la creación del Sistema Covax de
la OMS cuyo objetivo es acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas
contra la COVID-19 y garantizar un acceso justo y equitativo a las mismas para
todos los países del mundo. Mi pregunta se debía a que había países que
tempranamente, aún sin vacunas aprobadas, ya habían hecho Acuerdos de Compras Anticipadas.
Finalmente,
sin certezas y ante la falta de información sobre este tema, sólo podemos
arribar a la terrible conclusión que por más que falten vacunas en el mundo, se
repitió la historia y muchos países acapararon gran parte de la producción mundial.
El 27/01/2021 Médicos sin Fronteras publicaba que “de un total de más de 27,2 millones de dosis de esta vacuna
entregadas hasta ahora, los países con más recursos acumulan casi 27 millones
(un 99,3%), mientras que los estados de ingresos medios solo han recibido unas
250.000 dosis (un 0,0009%) y los países en vías de desarrollo, ninguna”.[3]
Por
último, quiero citar una frase del Libro “Pandemia y Salud Pública”-V.Mazzáfero
e I. Katz-Visión Jurídica Ediciones-Año 2020 en donde los autores se preguntan
“¿Vamos a seguir echándole la culpa al murciélago?”.
Creo
que los habitantes de este planeta tenemos derecho a que se investigue y a
poder conocer cuáles han sido los orígenes de semejante acontecimiento sanitario
que ha venido a producir muerte, dolor, miedo, angustia, pérdida de puestos
laborales, crecimiento de la pobreza e indigencia, falta de escolaridad en los
niños, niñas y adolescentes, etc. en todos los países del mundo. La OMS ha
determinado que si bien no hay certezas, todas las investigaciones apuntan a
las granjas industriales en la búsqueda del “huésped intermedio”.
Los
seres humanos somos los máximos predadores de nuestra Casa, hay sobradas
muestras de contaminación del medio ambiente producida por nosotros mismos.
Está probado que la deforestación, la minería, los productos transgénicos que
contienen veneno, la caza, la mayor cercanía del hombre con los animales (cría
industrial, feedlot o engorde en corrales) han provocado pandemias por la aparición
de virus de animales de los que los seres humanos carecemos de anticuerpos.
El
mejor ejemplo en nuestro país fueron los brotes epidémicos de la Fiebre
Hemorrágica Argentina o “mal de los rastrojos” enfermedad causada por el virus
Junín que es transmitido por la rata de campo, y que motivó el importante fallo de la causa “Viceconte,
Mariela c. Estado Nacional (Ministerio de Salud y Ministerio de Economía de la
Nación) s/ Acción de Amparo” de Junio de 1998 por el que se obligó al Estado
Nacional a producir la vacuna Candid I [4]. Según relata la actora en
su escrito, la creciente ola de la enfermedad se produjo entre otras cosas, a
causa del descuido de las autoridades nacionales por el sostenimiento del ecosistema
de las zonas afectadas, lo que a su juicio favoreció la reproducción del ratón maicero
agente portador del virus y la extensión de la enfermedad a otras zonas del
País. Sostiene asimismo que: “Entre los
elementos de destrucción del ecosistema que afectan el ambiente y propagan la
enfermedad debe considerarse: a) La agricultura extensiva, con destrucción de
los pajonales naturales, hábitat del felino llamado “gato de las pajas”. b) La
costumbre de “arar hasta el alambrado”, que eliminó las tierras duras aptas
para la vivienda natural de lechuzas, aves de presa, cazadores naturales de los
roedores. c) La matanza indiscriminada de víboras y culebras no venenosas que
cumplían el mismo cometido. d) la tala de los arboles autóctonos donde anidaban
las aves mayores, que también tenían un papel importante en mantener en su
nivel aceptable el número de roedores.”[5]
Desde
la obra de Rachel Carson “PRIMAVERA SILENCIOSA” de 1962, [6]en donde la autora sostiene
que “la osadía de creernos capaces de
manipular impunemente la vida y la naturaleza nos ha llevado a activar una
guerra silenciosa cuyas consecuencias no somos capaces de imaginar y mucho
menos de prever” y hasta la fecha, poco se ha hecho en relación al medio
ambiente, tema que nunca está en la agenda de los políticos. Respecto a nuestro
país no está demás recordar que el Instituto Blacksmith y la Cruz Verde Suiza
colocó a la cuenca Matanza-Riachuelo como el octavo lugar más contaminado del
mundo por las altas concentraciones de mercurio, arsénico, plomo, fenoles,
pesticidas, cromo, bacterias coliformes, etc. y no obstante el histórico fallo del
8/07/2008 producido por la CSJN, su
saneamiento aún constituye una deuda pendiente.
Quiero
finalizar con un párrafo del libro de Mazzáfero y Katz [7]citado más arriba, que
resume mucho de lo hasta acá planteado:
“…Y un día descubrimos aquello que nunca
debimos haber desconocido” (Citaré sólo algunos ítems
enumerados por los autores):
“Que
lavarse las manos evita enfermedades y salva vidas.
Que
un sistema de salud pública es indispensable e insustituible por una cobertura
privada individual.
Que
la solidaridad no es una opción en salud, sino un pilar constitutivo.
Que
en las villas la habitabilidad está hacinada y que existen los geriátricos
Que
las pandemias no son un invento de ciencia ficción.
Que las vacunas sirven.
Que
la tecnología es importante pero la formación profesional es irreemplazable.
Que
cuidarse es cuidarnos.
Que
nadie se salva solo.
Que
va a haber una próxima pandemia y que nos encuentre preparados depende de
nosotros., ETC”.
Ojalá
podamos aprender de ésta lo suficiente y que la próxima pandemia nos encuentre
prevenidos!!
[1] https://www.infobae.com/salud/2020/05/13/la-pandemia-por-coronavirus-no-puede-postergar-el-tratamiento-de-otras-enfermedades/
[2] https://www.fundacionvacunar.org.ar/la-sociedad-argentina-de-pediatria-alerta-por-la-falta-de-vacunacion-de-ninos-y-ninas-durante-el-aislamiento/
[3] https://www.msf.org.ar/actualidad/los-paises-ricos-acaparan-mas-99-las-dosis-la-vacuna-la-covid-19
[5] Ibídem
[7] “Pandemia
y Salud Pública”-V.Mazzáfero e I. Katz-Visión Jurídica Ediciones-Año 2020
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