domingo, 16 de enero de 2022

EL CASO CROTOXINA: CÓMO MANIPULAR LA OPINIÓN PÚBLICA DESPLAZANDO A LOS CIENTÍFICOS DEL ESCENARIO DE LA SALUD

 

EL CASO “CROTOXINA” Y CÓMO SE PUEDE MANIPULAR LA OPINIÓN PÚBLICA DESPLAZANDO A LOS CIENTÍFICOS DEL ESCENARIO DE LA SALUD

 

 AUTORA: María Cristina Cortesi

Un caso paradigmático se dio en nuestro país con la “Crotoxina”.

El 8 de Julio de 1986 el Dr. Luis Costa junto con otros profesionales de la medicina, anunciaron por televisión el descubrimiento de una sustancia que curaba el cáncer. Esta actitud, promocionada por los medios de comunicación, desató una ola de demandas por parte de los pacientes, nunca vista hasta entonces. Su supuesto descubridor, el Dr. Juan Carlos Vidal, era por entonces investigador del CONICET. En aquella conferencia de prensa se expuso que el COMPLEJO CROTOXINA A-B preparado en base al veneno de víboras cascabel y cobra, venía siendo suministrado a los pacientes sin conocimiento ni autorización de la autoridad sanitaria de entonces: el Ministerio de Salud y Acción Social.

Los investigadores consultados al respecto, llegaron a la conclusión de que no existían certezas acerca de las bondades del producto en experimentación, e incluso algunas publicaciones llegaron a revelar que mucha de la información suministrada por el Dr. Vidal y sus seguidores era fraguada. No obstante, el Ministerio de Salud Pública y Acción Social, mediante Resolución Nº 522/86 (B.O. 28/07/1986), autorizó el suministro a 83 pacientes que ya recibían la droga, por razones de humanidad. Más tarde, el mismo Organismo prohibió el uso y suministro de la Crotoxina.[1]


 De la lectura del caso de la Crotoxina pueden extraerse un sinfín de conclusiones, la más importante fue que a partir de entonces vemos cómo ”los científicos fueron desplazados del centro de la escena por políticos, funcionarios y personajes de dudosa identidad científica, y aún por los pacientes, sujetos de investigación. La ciencia apareció frente a la sociedad como algo misterioso, rodeado de secreto y oscuro…”.[2] También surgió el interrogante sobre si hay un derecho a ser incluido como sujeto de investigación clínica.[3] El caso es considerado como uno de los mayores fraudes científicos.[4]…Los oncólogos que estudiaron la monografía dicen que "no se muestran resultados sobre el efecto del Complejo en líneas celulares de estirpe humana, ni tampoco evidencia experimental alguna que avale la supuesta carencia de acción del Complejo sobre células normales". Sobre la acción del complejo de crotoxina sobre tumores experimentales invivo, "los resultados son insuficientes, ya que no detallan el origen de los animales portadores de los tumores experimentales, el estadio evolutivo de los mismos, las dosis del complejo utilizadas ni el efecto sobre la masa tumoral y/o el número de metástasis". El ensayo clínico presenta "notorias falencias en la presentación de los resultados obtenidos...es incompleto y por la escasez de la información surgen dudas sobre la eficacia antitumoral del Complejo Crotoxina A y B"... "La composición declarada del complejo es falsa"... "Fue imposible obtener información acerca de los datos clínicos de los 51 pacientes agrupados en el "Ensayo clínico no controlado" mencionado en la monografía y que, según los autores de la misma, tuvieron una sobrevida del 100 % a los cuatro años con un 86,26% de remisiones objetivas. Ante la falta de documentación probatoria, caben fundadas sospechas acerca de la veracidad de estas afirmaciones".[5]

A pesar de todo ello, el Ministerio de Salud y Acción Social recibió una muy fuerte presión por parte de la prensa, políticos,  y grupos de pacientes para que lo autorizara. Finalmente como vimos, lo hizo para aquellos pacientes que ya estaban tomando la medicación, sin haber pasado por las fases necesarias para poder autorizar un protocolo de investigación. Centenares de acciones de amparo se presentaron entonces, solicitando que se incluyera a los pacientes enfermos de cáncer, en esa lista de autorizados a recibir la Crotoxina.

No obstante su prohibición, todavía perdura el mito popular de que la Crotoxina es un remedio eficaz para la lucha contra el cáncer por lo que se la sigue comercializando en el mercado negro. Nuestro más Alto Tribunal de Justicia en una causa relacionada con esta droga[6] expresó, siguiendo la doctrina norteamericana[7] que: “la inocuidad de una droga puede ser peligrosa para cualquier paciente si ella no produce los efectos terapéuticos implicados. Pero si un individuo que sufre de una potencial enfermedad fatal rechaza una terapia convencional en favor de una droga de propiedades curativas no demostradas, las consecuencias pueden ser irreversibles…”.

Este antecedente me viene a la memoria en relación a lo que nos sucede frente a las vacunas para la COVID-19. Muchos de los que se niegan a vacunar han sido influenciados por el movimiento antivacunas, pero otros niegan y dudan sobre lo que los científicos de todo el mundo avalan: seguridad y eficacia proporcionados por las vacunas, y aún hay quienes niegan la existencia de la misma pandemia.

 

Recordemos los casos en los que las personas recurrían (y aún hoy lo hacen) al dióxido de cloro utilizado como medicamento para combatir  la COVID-19. Algunos llegaron a solicitarlo ante la Justicia [8]. Se repite el caso en que ciertas personas dudan de la ciencia, de los tratamientos basados en la evidencia y prefieren recurrir a productos que aparecen como “salvadores” y que según muchos manifiestan, están “fuera del comercio y de la voracidad económica de los productores de medicamentos y vacunas”.

 

Al igual que con la Crotoxina, la ciencia aparece para estas personas, como algo misterioso, secreto y oscuro, tal cual lo describen  Yriart, Martín y Braginski, Ricardo-cita 2-  Se preguntan los autores cómo se explicaba entonces la pasividad de la prensa argentina frente a semejante acontecimiento, y a su vez  cómo se explicaba el silencio de la comunidad científica ante un caso de deconstrucción de la representación social de la ciencia en Argentina.

 

Algo tenemos que haber aprendido de aquél hecho que conmovió durante años a nuestra sociedad, y lo más importante en estos casos, estimo que es recurrir a la buena comunicación e información.



[1] Resolución Nº 47/1986-M.S.y A.S.

[2] Yriart, Martín y Braginski, Ricardo, “La resurrección del caso crotoxina (1989-1996): ciencia, política y medios de comunicación”, publicado en REDES, Revista Estudios Sociales de la Ciencia, págs. 110 a 136.

[3] En” B.,A.J. c/ Provincia de Buenos Aires s/ Amparo”, 28-feb-2011- MJ-DOC-5233-AR | MJD5233 se hizo lugar a la acción de amparo interpuesta, obligando al Estado Provincial a la implementación de un protocolo compasivo para la aplicación de la técnica de implantación de células madres (mesenquimáticas) en pacientes con esclerosis lateral amiotrófica, a pesar de no existir ninguna evidencia científica que certifique la eficacia y la ausencia de riesgos del tratamiento requerido por el paciente.

[4] Schulz, Pablo y Katime, Issa, Revista Iberoamericana de Polímeros, Volumen 4 (2), Abril de 2003, “Los fraudes científicos”, págs. 38-42.

[5] Ibídem 67.

[6] CSJN, “Baricalla de Cisilotto, María del Carmen c/Gob. Nac. (M. de Salud y A. Social)”, 27/01/1987.

[7] Fallo “United State v. Rutherford” del 18/06/1979 en que la Suprema Corte de Justicia de los EE.UU. resolvieron acerca de la droga “Laetrile”, proclamado como antineoplásico.

[8] https://www.diariojudicial.com/public/documentos/000/094/887/000094887.pdf

No hay comentarios: