sábado, 15 de mayo de 2021

EDITORIAL REVISTA "ENFOQUES SOBRE SALUD, BIOÉTICA & DERECHO" - AÑO 2021

 

EDITORIAL

 

 

A UN AÑO DE LA PANDEMIA POR COVID-19, ME PERMITO HACER UN REPASO DE LAS MEDIDAS MÁS IMPORTANTES TOMADAS EN MATERIA DE SALUD

 

María Cristina Cortesi.

Directora

 

A un año de que la OMS declaró la Pandemia por la COVID-19, estamos en condiciones de efectuar algunas evaluaciones en materia de salud, que nos sugieren poder llevar adelante algunos cambios.

Recordemos que fue exactamente el 11 de marzo de 2020,  que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al brote del coronavirus/Covid-19 como una pandemia que afectaba, hasta ese momento, a 110 países. En Argentina el primer caso confirmado de Covid-19 se produjo el 3 de marzo de 2020.

El 12 de marzo el gobierno nacional, mediante Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 260/2020, declaró la emergencia sanitaria por el plazo de un año.


Asimismo, en ese contexto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó la declaración 1/20 en donde se le recordó a las naciones, la existencia de derechos que no pueden ser dejados de lado con motivo de la pandemia. Uno de los más importantes, a mi juicio, es la “obligación de no regresividad” y así dispone que: “En el contexto actual de la pandemia, sumado a la crisis económica, los Estados podrían tener que realizar medidas regresivas. Sin embargo, para ser legítimas, las medidas regresivas deben ser aplicadas: - de manera restrictiva, y - tras analizar todas las alternativas existentes”. También contempló el tema de la violencia de género, el derecho al trabajo, a la información, a la vida, a la protección de las personas vulnerables, etc.

Nuestro país dictó una serie de normas importantes, como el Decreto 367/20 que sostiene que; “ La enfermedad COVID-19 producida por el coronavirus SARS-CoV-2 se considerará presuntivamente una enfermedad de carácter profesional -no listada- en los términos del apartado 2 inciso b) del artículo 6º de la Ley Nº 24.557, respecto de las y los trabajadores dependientes excluidos mediante dispensa legal y con el fin de realizar actividades declaradas esenciales, del cumplimiento del aislamiento social, preventivo y obligatorio ordenado por el Decreto N° 297/20 y sus normas complementarias, y mientras se encuentre vigente la medida de aislamiento dispuesta por esas normativas, o sus eventuales prórrogas, salvo el supuesto previsto en el artículo 4° del presente decreto.”

También se dictaron normas para garantizar el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), declarando actividades esenciales, restricciones a la circulación y las consiguientes excepciones;  y más tarde, de distanciamiento social, preventivo y obligatorio (DISPO) flexibilizando las normas dictadas en primer término.

El aislamiento dejó en evidencia la necesidad de contar con herramientas en materia de salud, como la Telemedicina o Teleasistencia y por ende la necesidad de poder estar todos conectados a las redes informáticas a fin de poder realizar consultas, seguimiento de las enfermedades crónicas y obtener recetas para la compra de fármacos.

Así se sancionó la ley marco N° 27.553. Se trata de una norma que sólo busca habilitar el uso de la telemedicina y de la receta digital o electrónica (que a mi entender esta última ya se encontraba habilitada) y modifica algunos artículos de la Ley N° 17.132, Ley N° 17.565, Ley N°17.818 y Ley N° 19.303 que si bien como sostuve, no era necesario a los efectos buscados, considero que es una medida prolija y conveniente a fin de poder ir actualizando nuestro ordenamiento jurídico.

La ley no determina cómo será el sistema, cuál será la autoridad regulatoria a nivel nacional, ni determina el financiamiento, elementos que debe reunir una ley marco para no dejar absolutamente todo librado a la reglamentación. No obstante haber sido reglamentada, no contamos en nuestro país con normas regulatorias de la actividad, y sólo tenemos recomendaciones del Ministerio de Salud de la Nación sobre el tema, además de la ley marco mencionada.

En ese contexto, la Superintendencia de Servicios de Salud, como autoridad de aplicación para Obras Sociales Nacionales y Entidades de Medicina Prepaga, dictó la RESOL-2020-282-APN-SCPASS#SSS que recomendó a dichos Agentes del Seguro de Salud, el uso de plataformas de teleasistencia y teleconsultas para garantizar las prestaciones esenciales; y también se dictó la Resol 696/20-MS que autoriza con carácter excepcional y mientras dure el aislamiento, la prescripción de medicamentos bajo receta (excluídos los estupefacientes), por aplicaciones, mails, mensajes de texto o fax.

No obstante ello, la OMS tuvo en cuenta y se manifestó en el sentido de que muchas personas que necesitaban tratamientos contra enfermedades como el cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes no estaban recibiendo los servicios sanitarios y los medicamentos que necesitaban desde que comenzó la pandemia de COVID-19. Sostuvo que era fundamental que los países encontrasen formas innovadoras de garantizar que los servicios esenciales contra las enfermedades no transmisibles (ENT) continúen, incluso mientras luchan contra la COVID-19.

Esto que podemos considerar como “daños colaterales producidos por la pandemia” al continuar tal situación, obviamente aún no pudieron ser evaluados correctamente, como tampoco los otros aspectos negativos producidos por el aislamiento como la falta de actividad física, la transgresión alimentaria y el incremento en el consumo de alcohol y otras sustancias que generan consumos problemáticos o adicciones. Tampoco se evaluó el daño psicológico que el aislamiento pudo haber producido en niñas, niños y adolescentes por la falta de interacción social con sus compañeros de colegio y amigos; ni  los producidos en personas que perdieron sus empleos a causa de los cierres de industrias y comercios, o en personas que perdieron familiares muy queridos que durante la primera etapa transitaron la enfermedad y murieron en la más absoluta soledad, sin haber podido despedirse de ellos.

No obstante lo manifestado, no es mi intención realizar una crítica en relación al aislamiento dispuesto por nuestras autoridades, al contrario, estimo que ha sido una solución acertada para el cuidado de la población y a fin de evitar la saturación del sistema de salud que ya se estaba produciendo en otros países del mundo.

La siguiente tabla[1] nos muestra cómo disminuyeron durante la primera etapa de la pandemia, los estudios diagnósticos y controles médicos, en muchos casos por el temor de las personas a concurrir a los centros de salud o a los consultorios médicos.




La Sociedad Argentina de Pediatría emitió un alerta por los niños nacidos en cuarentena, ya que entre 3 y 4 de cada 10 no recibieron el esquema completo de vacunas de los primeros 6 meses. “Se estima que entre 3 y 4 de cada 10 niños no han completado la totalidad de vacunas incluidas en el calendario nacional de inmunizaciones para los primeros 6 meses, pese a que como bien se sabe son gratuitas y obligatorias. Los niños recién nacidos dejan las maternidades habiendo recibido las 2 vacunas correspondientes (BCG y Hepatitis B) y un gran número no está regresando por las otras 9. El miedo al contagio por Covid-19, la falta de acceso al trasporte público, y seguramente otras circunstancias están atentando con el cumplimiento del calendario de vacunas”, afirmó la Dra. Elizabeth Bogdanowicz, infectóloga pediatra, miembro del Comité de Infectología de la SAP[2].

En los orígenes de la pandemia se vulneraron algunos derechos como el del acompañamiento de los enfermos, o el derecho a la despedida de los seres queridos, hasta que entendimos que aquélla no podía deshumanizarnos, y así surgieron los “protocolos de despedida”, la Ley 6322 de CABA y normas provinciales, y finalmente el DNU 235/2021 cuyo art. 22 regula el acompañamiento de pacientes con diagnóstico de COVID-19 autorizando el acompañamiento de los pacientes durante su internación y en los últimos días de su vida mediante la aplicación de un estricto protocolo para resguardar la salud de los acompañantes.

Junto con la pandemia aparecieron también dilemas bioéticos en relación a productos testeados en seres humanos sin pasar por comités de ética y sin estar aprobados por la autoridad regulatoria como por ejemplo, el Ibuprofeno de Sodio, que sin evidencia científica fue aprobado para el tratamiento de la Covid-19 en algunas Provincias; o el uso de plasma de enfermos recuperados o el plasma equino. Asistimos a un debate que nunca debió haberse dado: el uso del dióxido de cloro, peligroso e ineficaz químico, no recomendado por Anmat para uso humano, prohibido en varios países, vendido en Internet como producto “milagroso” contra el coronavirus.

Más tarde surge el “desafío de las vacunas” y la urgencia en su utilización acortando los plazos de investigación, lo que, en un principio,  generó desconfianza hacia las mismas.

En su momento, más específicamente en una conferencia que di sobre el tema en la Federación Argentina de Colegios de Abogados, me preguntaba ¿Qué países acapararán la mayor producción de vacunas?  Ello teniendo en cuenta que en el año 2009 con el virus de la Influenza AH1N1  los países ricos acapararon el 90%  de la producción mundial.  Esto  dio origen a la creación del Sistema Covax de la OMS cuyo objetivo es acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas contra la COVID-19 y garantizar un acceso justo y equitativo a las mismas para todos los países del mundo. Mi pregunta se debía a que había países que tempranamente, aún sin vacunas aprobadas, ya habían hecho Acuerdos de Compras Anticipadas.

Finalmente, sin certezas y ante la falta de información sobre este tema, sólo podemos arribar a la terrible conclusión que por más que falten vacunas en el mundo, se repitió la historia y muchos países acapararon gran parte de la producción mundial. El 27/01/2021 Médicos sin Fronteras publicaba que “de un total de más de 27,2 millones de dosis de esta vacuna entregadas hasta ahora, los países con más recursos acumulan casi 27 millones (un 99,3%), mientras que los estados de ingresos medios solo han recibido unas 250.000 dosis (un 0,0009%) y los países en vías de desarrollo, ninguna”.[3]

Por último, quiero citar una frase del Libro “Pandemia y Salud Pública”-V.Mazzáfero e I. Katz-Visión Jurídica Ediciones-Año 2020 en donde los autores se preguntan “¿Vamos a seguir echándole la culpa al murciélago?”.

Creo que los habitantes de este planeta tenemos derecho a que se investigue y a poder conocer cuáles han sido los orígenes de semejante acontecimiento sanitario que ha venido a producir muerte, dolor, miedo, angustia, pérdida de puestos laborales, crecimiento de la pobreza e indigencia, falta de escolaridad en los niños, niñas y adolescentes, etc. en todos los países del mundo. La OMS ha determinado que si bien no hay certezas, todas las investigaciones apuntan a las granjas industriales en la búsqueda del “huésped intermedio”.

Los seres humanos somos los máximos predadores de nuestra Casa, hay sobradas muestras de contaminación del medio ambiente producida por nosotros mismos. Está probado que la deforestación, la minería, los productos transgénicos que contienen veneno, la caza, la mayor cercanía del hombre con los animales (cría industrial, feedlot o engorde en corrales) han provocado pandemias por la aparición de virus de animales de los que los seres humanos carecemos de anticuerpos.  

El mejor ejemplo en nuestro país fueron los brotes epidémicos de la Fiebre Hemorrágica Argentina o “mal de los rastrojos” enfermedad causada por el virus Junín que es transmitido por la rata de campo, y que  motivó el importante fallo de la causa “Viceconte, Mariela c. Estado Nacional (Ministerio de Salud y Ministerio de Economía de la Nación) s/ Acción de Amparo” de Junio de 1998 por el que se obligó al Estado Nacional a producir la vacuna Candid I [4]. Según relata la actora en su escrito, la creciente ola de la enfermedad se produjo entre otras cosas, a causa del descuido de las autoridades nacionales por el sostenimiento del ecosistema de las zonas afectadas, lo que a su juicio  favoreció la reproducción del ratón maicero agente portador del virus y la extensión de la enfermedad a otras zonas del País. Sostiene asimismo que: “Entre los elementos de destrucción del ecosistema que afectan el ambiente y propagan la enfermedad debe considerarse: a) La agricultura extensiva, con destrucción de los pajonales naturales, hábitat del felino llamado “gato de las pajas”. b) La costumbre de “arar hasta el alambrado”, que eliminó las tierras duras aptas para la vivienda natural de lechuzas, aves de presa, cazadores naturales de los roedores. c) La matanza indiscriminada de víboras y culebras no venenosas que cumplían el mismo cometido. d) la tala de los arboles autóctonos donde anidaban las aves mayores, que también tenían un papel importante en mantener en su nivel aceptable el número de roedores.”[5]

Desde la obra de Rachel Carson “PRIMAVERA SILENCIOSA” de 1962, [6]en donde la autora sostiene que “la osadía de creernos capaces de manipular impunemente la vida y la naturaleza nos ha llevado a activar una guerra silenciosa cuyas consecuencias no somos capaces de imaginar y mucho menos de prever” y hasta la fecha, poco se ha hecho en relación al medio ambiente, tema que nunca está en la agenda de los políticos. Respecto a nuestro país no está demás recordar que el Instituto Blacksmith y la Cruz Verde Suiza colocó a la cuenca Matanza-Riachuelo como el octavo lugar más contaminado del mundo por las altas concentraciones de mercurio, arsénico, plomo, fenoles, pesticidas, cromo, bacterias coliformes, etc. y no obstante el histórico fallo del 8/07/2008 producido por la CSJN,  su saneamiento aún constituye una deuda pendiente.

Quiero finalizar con un párrafo del libro de Mazzáfero y Katz [7]citado más arriba, que resume mucho de lo hasta acá planteado:

“…Y un día descubrimos aquello que nunca debimos haber desconocido” (Citaré sólo algunos ítems enumerados por los autores):

“Que lavarse las manos evita enfermedades y salva vidas.

Que un sistema de salud pública es indispensable e insustituible por una cobertura privada individual.

Que la solidaridad no es una opción en salud, sino un pilar constitutivo.

Que en las villas la habitabilidad está hacinada y que existen los geriátricos

Que las pandemias no son un invento de ciencia ficción.

Que las vacunas sirven.                                          

Que la tecnología es importante pero la formación profesional es irreemplazable.

Que cuidarse es cuidarnos.

Que nadie se salva solo.

Que va a haber una próxima pandemia y que nos encuentre preparados depende de nosotros., ETC”.

Ojalá podamos aprender de ésta lo suficiente y que la próxima pandemia nos encuentre prevenidos!!

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