El incremento general de las terapias
’magufas’ es una realidad extendida e
incentivada por los propios profesionales
sanitarios, haciendo que prácticas como
la homeopatía hayan llegado a formar
parte del acto médico. Sin embargo, no
son pocos los médicos y farmacéuticos
que reclaman que la evidencia científica sea
la única guía de las terapias y exigen un posicionamiento
al respecto a las instituciones colegiales, que han mantenido una actitud
más que tibia respecto a la proliferación de la pseudociencia en la actividad clínica.
Eduardo Ortega
A pesar de que todavía no está aceptada por la Real Academia de la Lengua Española, la expresión ‘magufo’ está cada vez más extendida. De fuente etimológica desconocida, todo apunta que su origen está en la fusión de las palabras magia y UFO (las siglas de ‘Objeto Volante no Identificado’, en inglés) y quienes la emplean lo hacen con el objetivo de denunciar las terapias pseudocientíficas.
“El ‘magufo’ es una palabra inventada para hablar de la ridiculez de algunas fórmulas terapéuticas inventadas en la historia de la humanidad basadas en el absurdo”, aclara Vicente Baos, médico de familia y tuitero activo, siempre atento a la caza de ‘magufadas’.
“No existe oficialmente en el diccionario, pero sí en el sentido del menosprecio”.
Pero, a pesar de ello, lo cierto es que los ‘magufos’ se están extendiendo. Este es el caso de uno de sus mayores estandartes, la homeopatía. Según un reciente estudio de Laboratorios Boiron, fabricante de productos homeopáticos, el 72 por ciento de los españoles la conoce y hasta un tercio de ellos la ha tomado en alguna ocasión.
“Hay un incremento general del consumo, y de la sanidad como bien de consumo”, opina Javier Padilla, médico de familia y miembro del área de Sanidad de Podemos. “El Estado hace un poco de freno en el caso de los medicamentos, pero esta barrera no existe en el caso de la pseudociencia”. De hecho, “las terapias alternativas tienen cada vez más demanda, tanto las que tienen alguna evidencia científica detrás, como la fitoterapia o la acupuntura, como las que no la tienen, como el reiki, la homeopatía o el magnetismo cuántico”, avisa Leonardo Caveda, vicepresidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), organización que ya se ha declarado en contra de estas prácticas.
Pero lo que realmente inquieta y preocupa a todas estas voces es que no son pocos los profesionales sanitarios que apoyan e incentivan los ‘magufos’. “Desgraciadamente, ya forman parte del acto médico”, lamenta Padilla, “como demuestran no solo los cursos y jornadas existentes, sino también que tenemos conocimiento de consultas de Oncología en las que el reiki ha entrado de lleno”.
“No estamos en contra de que se teste si una terapia alternativa es válida o no, como se hace con un medicamento”, aclara Caveda. “Pero nos hemos encontrado con que hay cursos de homeopatía en universidades, e incluso másteres.
De hecho, la Universidad de Zaragoza ha llegado a tener una cátedra de homeopatía. Esto no puede ocurrir, una universidad no puede dar pábulo a estas cosas”.
Baos es especialmente contundente: “Una terapia basada en la ilusión no debe formar parte de nuestras prácticas hoy en día. Al igual que a lo largo de los años se han ido desechando muchos tratamientos por ineficaces y no estar basados en la ciencia, la homeopatía debería estar en los libros de historia. Lo que está aportando es la ilusión de curar, un efecto placebo generalizado y una metodología basada más en el encantamiento y la sugestión que en la ciencia. Esto es intolerable y debería ser denunciado”.
Tampoco tiene pelos en la lengua para referirse a los homeópatas y a los profesionales sanitarios que llevan a cabo estas ‘artes’. “Si un médico hace unas prácticas que no están basadas en métodos científicos, deja de ser una persona que en mi opinión merezca respeto y ostente profesionalidad. Son fanáticos que han perdido la racionalidad, y tienen un comportamiento sectario en muchos casos. Viven en su fantasía y les molesta mucho que les saquemos de ella”, asegura.
¿La homeopatía como nanomedicina?
Si hay algún representante de lo lejos que ha llegado lo ‘magufo’ es la homeoterapia, presente en vocalías de colegios médicos y farmacéuticos y protagonista de debates, conferencias y cursos de congresos de sociedades científicas gracias al principal fabricante de estos productos en España, Laboratorios Boiron, y sus patrocinios.
Sin embargo, y a pesar de que los expertos no dudan en poner estos productos en la categoría de pseudociencia, Santiago de la Rosa, presidente de los médicos naturistas del Colegio de Madrid, asegura que “existen evidencias científicas de la homeopatía. Que no existen es lo que dicen los compañeros escépticos y lo que quiere escuchar la clase médica. La homeopatía hay que estudiarla mucho, ver muchos casos y repertorizar muchas veces para dar con la similitud del paciente y con el remedio. No es una medicina fácil. Hoy podemos afirmar que es una forma de nanomedicina e investigadores de las mejores universidades y centros de la India, donde la homeopatía es la tercera medicina oficial y la utilizan millones de personas, lo han demostrado ya hace una década, con todo tipo de pruebas videográficas y tecnologías de última generación”.
¿Dejación institucional?
Sin embargo, la perspectiva de que el acto médico debe estar conducido por la evidencia científica no parece ser del todo compartida por las instituciones colegiales. De hecho, recientemente el Colegio de Médicos de Valencia rompió una lanza en favor de la homeopatía y consideró legítimo que los galenos la prescriban como parte del acto médico.
“No deja de ser la expresión de lo que muchos de sus colegiados hacen en sus consultas”, reconoce Padilla “Es lógico que sus órganos de representación le den algún tipo de cabida”. Con todo, también considera que “en España,
el sistema sanitario tiene una cultura de evaluación científica muy pobre. Vamos apagando fuegos y no tenemos una base”.
En cambio, Caveda propone acabar con esta situación. “Si hay colegios de médicos que tienen secciones que avalan terapias sin base científica, como la homepatía, que tiene la misma evidencia que el placebo, pedimos que desaparezcan”.
Baos tacha directamente de “vergonzosa” la situación. “Me parece fatal que las instituciones colegiales u oficiales no digan en voz alta que cualquier terapia no basada en la evidencia científica no es válida para tratar la salud humana”.
Pero el frente ‘antimagufo’ no carga solo contra las instituciones colegiales, sino también sobre la oficina de farmacia. “Claramente, en tiempos de crisis y de caída de las ventas del fármaco de receta, han recurrido a los cosméticos y a este tipo de productos. Contar con las farmacias para estas cuestiones es complicado”, opina Padilla. “Están absolutamente a favor de que se extienda la homeopatía y ganar dinero con ella, que es el único interés que parecen tener los colegios de farmacéuticos respecto a sus representados”, denuncia Baos.
La botica entona el ‘mea culpa’. “El fenómeno ‘magufo’ está en expansión y, desgraciadamente, dentro del sector hay quienes lo abrazan con muchísimo entusiasmo”, asegura en un ejercicio de autocrítica Jaime Acosta,
miembro del Comité Ejecutivo de Farmacia Comunitaria de la Federación Internacional de Farmacéuticos (FIP), quien está en contra de este tipo de terapias, particularmente de la homeopatía: “Ningún farmacéutico debería recomendar productos homeopáticos”. “No han demostrado eficacia en estudios serios ni superan el efecto placebo; perdemos prestigio por estas cosas, y merecidamente”, advierte.
Comparte la postura de que “los colegios tendrían que posicionarse, y respecto a las vocalías que existen de homeopatía deberíamos tener un debate sobre lo que están aportando a la profesión”. En realidad, lo que pide Acosta no es más que lo que ya ha hecho el equivalente del Consejo General de Farmacéuticos en el Reino Unido, la Royal Pharmaceutical Society, que dice tajantemente que no apoya la homeopatía y otros productos a base de plantas dado que “que no aportan ninguna evidencia”.
Grandes ‘magufadas’
No solo de homeopatía o de reiki vive el ‘magufo’. Vicente Baos recuerda uno de los casos que más le ha llamado la atención. “Me lo hizo conocer un paciente. Se trata del agua vibracional diamantina, que él consideraba que le había curado un prurigo nodular. La historia es de chiste: se supone que unos supuestos maestros catalanes se han traído una energía mística de la India, mediante un agua en la que se almacena. Se toma y se pone en las manos, y dota de una energía espectacular a los humanos. ¡Eso dicen ellos en sus delirios, eh! Todo ello acompañado de una verborrea y charlatanería pura y dura”. Coste del milagro: 30 euros por una botella de 330 ml que al menos se pueden diluir en otros 30 litros de agua corriente y moliente.
Conocer al enemigo
Con todo, también hay que conocer al rival. Eduardo Mariño, catedrático de Farmacia Galénica en la Universidad de Barcelona y enemigo de todo lo que huela a pseudociencia, considera que si se ha de dispensar este tipo de productos en las farmacias
“tendría que formarse específicamente a los farmacéuticos sobre ellos, o si no sacarles del circuito”.
Este punto de vista lo comparte el CEEM. “Creemos que hay que formar a los futuros médicos en esto, pero concretamente en qué son, cómo funcionan y cómo combatir las terapias pseudocientíficas, para que los profesionales sepan qué decirle al paciente para que no las use”, indica Caveda. Pero luchar contra el fenómeno ‘magufo’ en la sanidad va más allá. La responsabilidad llega a las más altas instituciones del Estado, a las que se les piden medidas como que los homeopáticos entren en la categoría de productos alimenticios y más educación científica para que la población sepa a qué se enfrenta.
Redes sociales como aliadas ‘antimagufas’
Aunque las redes sociales son medios de difusión de lo ‘magufo’, también son aliadas a la hora de atacar estas prácticas. “Las redes sociales están siendo de enorme utilidad para desmontarlas. Han sacado a la luz este tipo de terapias y han logrado acorralarlas, y gente que no tenía una formación adecuada al respecto, ahora sí la tiene. Se ha abierto una crítica pública que antes no existía”, asegura Vicente Baos
“Hay que dejar de ver las redes sociales como el enemigo para pasar a verlas como aliadas”, indica Javier Padila. “Aunque también sirven de vehículo de expansión de mensajes de pseudocientíficos, esto ya ocurría en la tele y la radio” y pone como ejemplos de ello ‘Cuarto Milenio’, “paradigma de lo magufo”, y el espacio ‘Saber Vivir’, que “disfrazaba sus contenidos de información científica”.