Fuente: www.univadis.com.ar
La pobreza puede afectar a la salud de los niños de muchos modos
pero, en particular, afecta a su desarrollo mental. Un nuevo estudio
publicado en “JAMA Pediatrics” halló que la pobreza produce un efecto
negativo sobre el desarrollo de la arquitectura cerebral de los niños.
Un grupo de investigadores de la University of Wisconsin-Madison halló que los niños de familias con pocos ingresos presentaban un desarrollo cerebral irregular. Obtuvieron puntuaciones un 20 % inferiores en las pruebas estandarizadas, lo cual los autores del estudio atribuyen principalmente a retrasos en el desarrollo de los lóbulos frontal y temporal del cerebro.
En un artículo editorial acompañante, Joan L. Luby (Washington University School of Medicine, en St. Louis), subraya que estos resultados confirman los de estudios anteriores. Sus compañeros y ella habían identificado cambios en la arquitectura cerebral de los niños pequeños que crecían en la pobreza que pueden derivar en problemas durante toda la vida, tales como depresión, dificultades para el aprendizaje y limitaciones para soportar y afrontar el estrés.
Luby subraya, sin embargo, que este estado no es inevitable. Su investigación mostró que unos padres cariñosos que respaldan el desarrollo pueden compensar algunos de los efectos negativos relacionados con la pobreza sobre la anatomía cerebral de sus hijos. Esto indica que la enseñanza de habilidades de cariño y cuidados a los padres, especialmente a los que viven por debajo del umbral de la pobreza, puede producir beneficios para sus hijos durante toda la vida, resaltó la investigadora.
Un grupo de investigadores de la University of Wisconsin-Madison halló que los niños de familias con pocos ingresos presentaban un desarrollo cerebral irregular. Obtuvieron puntuaciones un 20 % inferiores en las pruebas estandarizadas, lo cual los autores del estudio atribuyen principalmente a retrasos en el desarrollo de los lóbulos frontal y temporal del cerebro.
En un artículo editorial acompañante, Joan L. Luby (Washington University School of Medicine, en St. Louis), subraya que estos resultados confirman los de estudios anteriores. Sus compañeros y ella habían identificado cambios en la arquitectura cerebral de los niños pequeños que crecían en la pobreza que pueden derivar en problemas durante toda la vida, tales como depresión, dificultades para el aprendizaje y limitaciones para soportar y afrontar el estrés.
Luby subraya, sin embargo, que este estado no es inevitable. Su investigación mostró que unos padres cariñosos que respaldan el desarrollo pueden compensar algunos de los efectos negativos relacionados con la pobreza sobre la anatomía cerebral de sus hijos. Esto indica que la enseñanza de habilidades de cariño y cuidados a los padres, especialmente a los que viven por debajo del umbral de la pobreza, puede producir beneficios para sus hijos durante toda la vida, resaltó la investigadora.
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