preparación específica como base para la acción.
El
dolor por la muerte de un bebé es tan inmenso que, paradójicamente,
deriva en la minimización del tema. El rol de los profesionales de la
salud y la
Enfrentemos una verdad incómoda: la
mayoría de los médicos obstetras no estamos preparados para afrontar los
aspectos psico-afectivos relacionados con una muerte fetal. La sólida
formación que recibimos a lo largo de largos años en las mejores
universidadesy doctorados no nos preparan
para desempeñarnos con solvencia ante la inmensa tragedia familiar que
implica la interrupción de un embarazo.Reaccionamos como podemos. Y la
muerte intrauterina no es un hecho aislado. En la edición especial que The Lancet (1)
dedicó en enero último a esta temática, se señala quelas muertes
intrauterinas (embarazos de más de 22 semanas) son 2.6 millones en el
mundo. En Argentina se registran 5017 casos por año, es decir que madres
y padres de 14 niños por nacer sufren por día la pérdida de un hijo en
gestación.
Si esa es la realidad, ¿por qué no se
habla de este tema? Porque constituye un tabú social. El dolor por la
muerte de un bebé es tan inmenso que, aunque suene paradójico, deriva en
la minimización del dolor. A las madres se les dice que son jóvenes y
que van a poder tener otro hijo, como si eso mitigara su padecimiento.
Además, erróneamente se considera que el tiempo de duelo debe ser corto
porque los bebés no llegaron a nacer y, entonces, se supone que no
tuvieron un vínculo emocional con ellos. La Alianza Internacional para
la Muerte Fetal (International Stillbirth Alliance),
que participó en la edición de la esta edición del Lancet, señala que
la minimización del dolor causado por esas muertes empuja a los padres a
hacer un duelo silencioso y en soledad que puede tener como
consecuencia “invisible” una depresión materna que suele durar años.
¿Qué podemos hacer los profesionales de
la salud? Por un lado, involucrarnos en esta problemática,
interiorizarnos.Debemos dimensionar el dolor que cada una de esas
muertes produce y prestar especial cuidado a las embarazadas con
factores de riesgo, como son las infecciones durante el embarazo, la
diabetes, la obesidad, la hipertensión y los embarazos adolescentes y de
madres añosas.
Hay otros dos aspectos específicos en
los que podemos trabajar los profesionales de la salud. Uno es el
fortalecimiento al acceso y la calidad de los servicios de atención. El
otro estratar que se realicen autopsias de los bebés fallecidos, lo cual
permitiría estudiar las causas de muerte (de lo que sabemos poco) y que
en el futuro podamos intervenir precozmente en casos que impliquen un
riesgo.
Argentina es una de las 20 naciones del
mundo en las que más se ha mejorado la mortalidad intrauterina en los
últimos 15 años. Nuestro país registra cifras similares a las de
Francia, Rusia e Israel en la disminución de las muertes fetales, lo
cual es sumamente positivo. No obstante, es un reto mejorar aún más
estas cifras y la relación y el apoyo a las familias afectadas.
Por último, un tema fundamental: podemos
acompañar el duelo de los padres y recurrir a profesionales con
experiencia en duelo perinatal. Porque además de recibir una preparación
específica, es importante favorecer la interacción de las familias con
psicólogos y psiquiatras especializados, para así minimizar al máximo
las consecuencias psicológicas y afectivas de las familias afectadas.
También podemos apoyar aquellas
iniciativas que ayuden a instalar este tema en la agenda pública. Tuve
la fortuna de conocer a la ONG Era en Abril,
creada por una mamá que perdió a su hija. Esa entidad, abocada hace 9
años a brindar apoyo a padres de bebés fallecidos, está actualmente
luchando para que en Argentina se convierta en ley un proyecto que busca
crear un registro público para que las parejas que pierden a un hijo
antes de nacer puedan nombrarlo. Tener un DNI constituye un paso no
menor para derribar el tabú.
La adecuada capacitación profesional, el
desarrollo de empatía por aquellos que atraviesan por esta tragedia y
el compromiso por ayudara sobrellevar lo mejor posible el dolor no son
objetivos inalcanzables si nos proponemos poner el foco en este tema.
Dr. José Belizán,
médico obstetra, investigador senior del Departamento de Investigación
en Salud de la Madre y el Niño del IECS, investigador superior del
CONICET. Co-autor de Ending Preventable Stillbirths, The Lancet´s Series.
(1) El trabajo publicado en enero de
2016 en TheLancetfue realizado por un grupo de estudio formado por
profesionales del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA);
SavetheChildren; el Instituto Noruego de Salud Pública; el Instituto de
Investigación Mater; la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de
Londres y las universidades de Queensland (Australia) y Manchester
(Reino Unido). A dicho equipo se sumó un grupo asesor formado por más de
30 instituciones de distintos países, entre las que se encuentran dos
organizaciones argentinas: el Instituto de Efectividad Clínica y
Sanitaria (IECS) y la Fundación Era en Abril, abocada a brindar apoyo a
padres de bebés fallecidos.
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