Pedro ArtigasLa idea de que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ayudarán a la mejora de la sanidad pública está cada vez más extendida en todos los sectores implicados. Tal como concluía el informe “Las TIC en el Sistema Nacional de Salud: El Programa Sanidad en Línea”, que se publicó el pasado año, estas tecnologías constituyen un elemento clave para mejorar la gestión, optimizar la utilización de los recursos, mejorar el control del gasto sanitario y, en consecuencia, ofrecer mejores servicios a la sociedad”.
“El principal reto de las TIC es que se pongan al servicio de la protección de la salud.”
Tal como explica Carmen Moya, directora de la Agencia de Calidad del
Sistema Nacional de Salud (SNS), “entre las prioridades expresadas por
la Comisión Europea en el marco estratégico 2010, cabe destacar el
desarrollo de nuevos servicios públicos en línea mejores, más
accesibles, rentables y que favorezcan la mejora de la calidad de vida”.
En esta línea, el Gobierno de España elaboró en 2005 un plan
estratégico que, bajo el nombre “Avanza: Plan para el Desarrollo de la
Sociedad de la Información y de Convergencia con Europa y entre nuestras
Comunidades Autónomas”, pretende acelerar el desarrollo de la Sociedad
de la Información en España. “El Ministerio de Sanidad, consecuentemente
—continúa Carmen Moya—, incluyó entre las grandes áreas de actuación
del Plan de Calidad para el SNS la utilización de las tecnologías de la
información para mejorar la atención sanitaria a los ciudadanos”.Sanidad en Línea
En el ámbito sanitario el Plan Avanza se está desarrollando a través del programa Sanidad en Línea, en el que “el Gobierno de España, a través de acciones conjuntas de los ministerios de Sanidad Política Social e Igualdad y de Industria, Turismo y Comercio, ha realizado una inversión en las comunidades autónomas y en los servicios comunes del SNS de 141 millones de euros en el período 2005-2008 y de 101 millones en el período 2009-2012”, explica Moya.
Sanidad en Línea ofrece a las comunidades autónomas, mediante convenios específicos bilaterales de carácter voluntario, la oportunidad de impulsar el uso de las nuevas tecnologías en el ámbito de la sanidad. En este sentido, la idea consiste en toda una serie de proyectos que constituyen la base para el intercambio de información clínica, y comprende la implantación de infraestructuras básicas, servicios y herramientas de gestión. Los objetivos fundamentales son la creación de servicios sanitarios en línea que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos e incrementen la eficiencia del sistema de salud, el intercambio de información administrativa y clínica entre los servicios de salud regionales, la implantación de la receta electrónica y la historia clínica electrónica —también conocida como digital o informatizada—, y todo sobre la base del sistema interoperable de la tarjeta sanitaria como sistema de identificación individual del paciente.
Primeros resultados positivos
El informe “Las TIC en el Sistema Nacional de Salud: El programa Sanidad en Línea” se presentó en febrero de 2009. Ha pasado tiempo desde entonces, más aún teniendo en cuenta que los datos que recoge ese documento eran de 2007, pero la conclusión general fue positiva.
Señalaba que los servicios sanitarios habían alcanzado por entonces un alto grado de informatización. El 96% de los centros de salud disponía de soluciones informáticas para facilitar el trabajo de los médicos de familia y los pediatras. En el 97% de las consultas realizadas en el primer nivel asistencial los médicos consultaban la historia clínica, registraban el resultado de la consulta y prescribían la medicación utilizando sus ordenadores. En cuanto a los centros hospitalarios, también el 97% disponía de sistemas de información para la gestión de admisiones, camas, agendas y citas de consultas externas.
Era de destacar que se había ampliado significativamente el nodo central del SNS, lo cual constituye uno de los principales logros entre las iniciativas desarrolladas por el Ministerio de Sanidad, en colaboración con el de Industria, y puestas en marcha por Red.es, entidad pública empresarial dependiente de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información. “El proyecto permite dar soporte al futuro intercambio seguro de datos clínicos y de salud en el conjunto del sistema sanitario”, citaba el informe.
Entre los aspectos menos positivos, el documento resaltaba uno de los problemas que lastra nuestra sanidad desde siempre: la falta de comunicación entre la atención primaria y la especializada. “A día de hoy —decía el documento—, la historia clínica está unificada sólo en el ámbito de la atención primaria de cada servicio autonómico de salud. Los hospitales tienden a ser islas autocontenidas y las consultas de especialidad extrahospitalarias, especialmente las que se prestan en ambulatorios, permanecen en un estadio primitivo de utilización de las TIC”.
El informe destacó asimismo “el bajo aprovechamiento de las posibilidades que la historia clínica informatizada ofrece para automatizar procesos, desburocratizar consultas y simplificar los trámites administrativos”. Por otro lado, señalaba que la receta electrónica estaba extendida en pocas comunidades autónomas, y que algunas en la que figuraba “en proceso de implantación” la ofrecían sólo a una proporción ínfima de la población.
No obstante, y con datos más recientes, se advierte que ya hay buena parte del camino recorrido. Un ejemplo es que la implantación de la tarjeta sanitaria ya se ha completado. “El primer objetivo de Sanidad en Línea ha sido la incorporación de todas las comunidades autónomas a la base de datos común de tarjetas sanitarias del SNS —apunta Carmen Moya—, de manera que la información administrativa de cada ciudadano se gestione coordinadamente. Cada ciudadano tiene asignado en esa base de datos un código personal, único y vitalicio, para el conjunto del SNS, que nos va a permitir identificarlo siempre de la misma manera y asociar toda su información clínica para que ésta pueda ser consultada en el conjunto del sistema sanitario.” En la actualidad ya se encuentran todas las comunidades autónomas integradas en la base de datos común del SNS y están gestionando juntas la información asociada a la tarjeta. Algo más de 44 millones de personas ya tienen el código de identificación personal único del SNS, y el objetivo es que en 2011 se incorporen también las Mutualidades del Estado.
En otros temas, caso de la receta electrónica, la historia clínica electrónica o la cita médica por internet, aún queda camino por andar y mucho dinero que invertir. Además, tenemos un sistema sanitario formado por servicios de salud de 17 comunidades autónomas que, en el ámbito de las TIC, funcionan a distintas velocidades.
Receta electrónica
Tres comunidades autónomas —Andalucía, Baleares y Extremadura— tienen ya implantada la receta electrónica, mientras que en el resto se están desarrollando distintos proyectos para pilotar su funcionamiento y puesta en marcha, comenta Carmen Moya.
La responsable funcional de la aplicación de la receta electrónica en Baleares, que fue una de las comunidades pioneras, es María Asunción Boronat, farmacéutica adjunta al Servicio de Farmacia de Servicios Centrales del Ibsalut. “El proyecto de receta electrónica (RELE) comenzó en enero de 2006 —recuerda—. La implantación se inició con una fase piloto en las islas de Ibiza y Formentera, y la primera prescripción y dispensación electrónica se realizó el 18 de septiembre de 2006.” La fase final, consistente en extender la receta electrónica a todos los pacientes, comenzó en noviembre de 2008 y el objetivo es que este mes de diciembre de 2010 esté completada la transición desde una situación mixta en la que coexisten la receta electrónica y la receta impresa a un escenario en el que predomine la modalidad electrónica, reservando la receta impresa sólo para situaciones excepcionales.
“Actualmente —apunta Boronat— el servicio de receta electrónica está completamente operativo en toda la red asistencial de atención primaria (57 centros de salud y 101 unidades básicas de salud), en toda la red de oficinas de farmacia de Baleares (419 oficinas de farmacia) y en el 85% de los servicios hospitalarios de los 10 hospitales públicos de la comunidad.”
Las ventajas de esta herramienta son diversas y extensivas a todas las partes implicadas en la asistencia. Para las propias administraciones “aporta ventajas en la gestión de la prestación farmacéutica y en la gestión asistencial del sistema sanitario —dice María Asunción Boronat—. Concretamente, permite la integración del sistema de prescripción y dispensación con los sistemas de información sanitaria, permitiendo obtener información en tiempo real de los procesos de la prestación farmacéutica, y facilitando la gestión y el análisis de la misma. Mejora la gestión de la prestación farmacéutica promoviendo la prescripción por principio activo y la dispensación de los medicamentos de menor coste, preferentemente genéricos. Asimismo, simplifica los procedimientos de facturación y mejora la gestión asistencial, reduciendo la frecuentación al centro de salud, puesto que el sistema permite la prescripción de medicamentos a pacientes crónicos para un mayor período, lo cual reduce el tiempo que consume la mera generación de recetas, tanto para el paciente como para los profesionales sanitarios”.
También aporta claras ventajas a los ciudadanos. “En el caso de los pacientes —destaca Boronat—, facilita el acceso a la medicación, incluyendo los medicamentos de visado; evita la acumulación innecesaria de medicamentos, promoviendo un uso más racional, ya que el paciente puede recoger la medicación según sus necesidades; y aporta seguridad, al disminuir errores en el circuito de prescripción-dispensación, puesto que la misma información está disponible online para todos los profesionales que atienden al paciente”.
Sobre este punto, Carmen Moya comenta que el objetivo es que la utilización de la receta electrónica se realice “con criterios de interoperabilidad en todo el país, de modo que el paciente pueda retirar los medicamentos prescritos por su médico desde cualquier farmacia española sin necesidad de acudir a la consulta de un médico del lugar donde se encuentre de vacaciones o de paso. Esto es especialmente relevante para pacientes crónicos, pues permite al médico dejar prescritos a su paciente los medicamentos por un plazo largo de tiempo y éste puede retirarlos en cualquier farmacia con una determinada periodicidad en función del tratamiento que sea”.
Los beneficios se extienden asimismo a los profesionales sanitarios. En el caso de los médicos, según María Asunción Boronat, “permite ofrecer una prescripción asistida que incluye posologías predefinidas para la mayoría de medicamentos e incorpora chequeos de interacciones, alertas de duplicidades, acceso a monografías del medicamento. Además, permite la integración con sistemas de información sanitaria como la tarjeta amarilla; presenta información al médico de las dispensaciones realizadas; aplica el cálculo automático del tamaño de envase y de la especialidad a dispensar más eficientes, y desburocratiza las consultas al no ser necesaria la impresión de recetas”.
En cuanto a los farmacéuticos, subraya que “les ofrece como ventajas un mejor control de las dispensaciones realizadas y permite la aplicación online de normativa. Asimismo, permite la integración con sistemas de información como tarjeta amarilla, libro de contabilidad de estupefacientes y libro recetario oficial, etc. Por primera vez, hace posible que el farmacéutico pueda acceder a la historia farmacoterapéutica del paciente, lo que en un futuro próximo posibilitará la incorporación de las intervenciones de atención farmacéutica a la historia clínica. Finalmente, proporciona la oportunidad de incorporar las oficinas de farmacia a una plataforma tecnológica corporativa colegial que permite la interconexión de estas oficinas a una red de comunicaciones común, con posibilidad de acceder a otros servicios telemáticos”.
La aceptación por parte de los ciudadanos ha sido sobresaliente, pues los resultados que se desprenden de la encuesta de satisfacción realizada durante la fase piloto en esta comunidad autónoma mostraron una elevada aceptación del servicio: un 83% de los pacientes prefería la receta electrónica, a un 10% le resultaba indiferente y sólo un 7% prefería la receta impresa.
Historia clínica electrónica
Del mismo modo que con la receta electrónica, en la implantación de la historia clínica electrónica es objetivo fundamental que “incorpore los elementos necesarios para que exista interoperabilidad en todo el SNS, es decir que la información esté técnicamente accesible siempre que haga falta para la atención sanitaria a una persona”, indica Carmen Moya.
El informe sobre las TIC de 2009 mostraba que, en el momento de su publicación, 8 comunidades autónomas —Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, País Vasco, Baleares, Navarra y Cataluña— habían finalizado la implantación de la historia clínica electrónica integrada en sus centros de salud. El resto se encontraban inmersas en diferentes proyectos orientados a extenderla en sus respectivos centros de atención primaria.
“En cada comunidad autónoma el desarrollo y uso de la historia clínica electrónica avanza a ojos vista —comenta la directora de la Agencia de Calidad—. Sin embargo, en el ámbito del SNS puede decirse con satisfacción que se ha avanzado en aspectos estratégicos muy relevantes. Un hecho importante es que se han aprobado unos contenidos comunes para todo el SNS en los informes clínicos que se generan, de manera que todos los profesionales sepan qué tipo de datos van a encontrarse, sean estos informes producidos en un centro, hospital o servicio de salud cualquiera. Para ello se ha trabajado con 30 sociedades científicas sanitarias, con las que igualmente se acordó cómo y de qué manera se iba a acceder al uso de los datos por parte de los profesionales sanitarios y también por parte de los ciudadanos. Para esto último colaboraron además sociedades del campo del derecho sanitario y la bioética, así como asociaciones de representación ciudadana. Las propuestas que se consensuaron con todos ellos fueron posteriormente analizadas y debatidas con las comunidades autónomas y se plasmaron en el proyecto de HCD-SNS, aprobado por el Consejo Interterritorial.”
De hecho, fue en septiembre de este año, a propuesta de la entonces ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, cuando el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto por el que se aprobó el conjunto mínimo de datos de los informes clínicos en el SNS. Según Jiménez, con esta norma se hacía posible el uso de la historia clínica por parte de todos los centros y dispositivos asistenciales del sistema sanitario, mediante el intercambio telemático de información: “Esto agilizará la asistencia sanitaria y se ganará en seguridad, ya que sabremos, además de sus datos de afiliación, si un paciente tiene algún tipo de alergia, las últimas pruebas diagnosticas que se ha hecho, que tratamientos recibe, etc.”.
Según informó Sanidad el pasado verano, la historia clínica electrónica estaba presente en el 38% de los centros de salud y el 70% de los hospitales de España. Está claro que unas comunidades han sido mucho más lentas en el proceso que otras y, en cualquier caso, existe la necesidad de establecer un plan de despliegue conjunto, apoyado de manera fundamental en el programa Sanidad en Línea 2, dotado con 195,2 millones de euros para el período 2009-2012. “En el momento actual —subraya Carmen Moya— se está iniciando un despliegue en las comunidades autónomas con el objetivo de alcanzar una importante extensión antes de finales de 2012.”
La visión del médico
El Dr. Manel Borrell, médico de familia del EAP Sarrià (Barcelona), explica que la historia clínica electrónica se implementó en su centro de salud en 2003, con el planteamiento desde la organización de que todos los proyectos deberían tener el beneficio del paciente como objetivo fundamental. Desde el punto de vista del médico, entre las ventajas que ofrece la historia clínica electrónica destaca el “mayor orden y accesibilidad al contenido de la historia clínica, la posibilidad de evaluación de la actividad asistencial para la toma de decisiones y la planificación de la actividad en base epidemiológica e individual, o la posibilidad de compartir información con otros servicios que atienden al paciente —atención especializada, laboratorio, pruebas de imagen, etc.—”.
También menciona que la historia clínica electrónica permite evitar la duplicidad o reiteración de pruebas complementarias entre niveles asistenciales, y señala que, “según la estrategia a seguir en el territorio, los sistemas de información podrían cambiar el compromiso del flujo de pacientes entre niveles asistenciales. Por ejemplo, las tecnologías permitirían que la atención primaria pueda intervenir en la gestión de agendas de la especializada y gestionarla según criterios acordados”.
Otras ventajas son que minimiza errores, con la adición en las aplicaciones de sistemas de ayuda a la prescripción y al manejo de determinadas situaciones clínicas, y permite el acceso directo a la historia clínica en la atención a pacientes que viven en áreas geográficas dispersas o en su domicilio, mediante la telemedicina. Asimismo, resalta la seguridad y confidencialidad, la posibilidad de trabajo en red —“con sus luces y sombras, por la dilución del compromiso con el paciente”—, y que el “uso de las nuevas tecnologías puede mejorar el control de las enfermedades y apoderar al paciente sobre intervención en caso de variaciones de su estado clínico”. Además, añade que la telemedicina puede ser útil para el diagnóstico del paciente no presencial.
En cuanto a sus ventajas para los pacientes, el Dr. Borrell menciona el hecho de que el ciudadano exigirá cada vez más que su proceso asistencial esté coordinado entre los diferentes agentes de salud. También se pueden utilizar las nuevas tecnologías como apoyo para que los pacientes accedan a la información acerca de los procesos que son de su interés, para obtener recordatorios automatizados en campañas de prevención dirigidas a la población —p. ej., SMS en la campaña de vacunación antigripal—, para recordar visitas o para acceder a la receta electrónica, “lo cual evita desplazarse al centro de salud para obtener una receta”.
Para las autoridades sanitarias también representa importantes ventajas. A juicio del Dr. Borrell, éstas “tienen la oportunidad de planificar y evaluar los servicios que se prestan de forma proactiva, adelantándose a las necesidades de la población”. Por otro lado, opina que “las autoridades sanitarias deberían exigir la estandarización de los indicadores de historia clínica y el buen uso y certificación de la codificación de los procesos”.
Como se ha comentado, el informe de 2009 sobre el programa Sanidad en Línea destacaba el bajo aprovechamiento de las posibilidades que ofrece la historia clínica electrónica para automatizar procesos, desburocratizar consultas y simplificar los trámites administrativos. Para el Dr. Manel Borrell, ello depende de la utilización y del diseño de procesos. “La informática es un instrumento al servicio de la estrategia que puede mejorar los procesos bien diseñados pero en cambio puede multiplicar los efectos adversos en caso de una incorrecta utilización. Al final podríamos llegar a descubrir que el culpable no ha sido el puñal sino la mano”, afirma. En su opinión, “el personal sanitario debe estar educado en el proyecto de informatización de forma global. La implementación de la informática no sólo consiste en la instalación de ordenadores y formar a profesionales para la utilización de una aplicación concreta”. Por último, considera que con la historia clínica informatizada es posible que no disminuya el número de consultas, pues eso depende en muchos casos de la oferta y otros factores, hasta incluso del estilo asistencial del profesional. No obstante, considera que “sí pueden mejorar los procesos que atendemos para, entonces, en algunos casos dejar de hacer lo que estamos haciendo y hacer lo que hay que hacer”.
Cita médica por internet
Las TIC ofrecen más posibilidades que las expuestas. Entre sus objetivos fundamentales también se cita “ofrecer en el SNS nuevos servicios de relación entre los ciudadanos y los profesionales: cita por internet, telemedicina y teleformación”. El informe de 2009 sobre el desarrollo del proyecto concluía que, en aquel momento, la cita previa online está “poco extendida y, sobre todo, se usa muy poco y sin explotar sus posibilidades”. Pero las cosas han ido mejorando. Carmen Moya señala que “los últimos datos disponibles nos indican que el servicio se encuentra implantado en los centros de salud de 11 comunidades autónomas y que el 86% de los ciudadanos españoles puede utilizar este servicio para pedir consulta en atención primaria. Además, el 97% de las consultas de los centros de salud disponen de una solución informática para facilitar la gestión clínico-asistencial de los médicos de familia y pediatras, caso de la historia clínica o la prescripción de recetas”.
En definitiva, quedan pasos que dar, pero el camino parece ser el adecuado, al menos desde la perspectiva de la administración. En declaraciones de Trinidad Jiménez realizadas el pasado mes de julio, “el modelo de sanidad digital español se está convirtiendo en un referente mundial que moverá en 2011 más de 200.000 millones de euros. Países como Estados Unidos y China ya se han interesado por él, algo que refleja una enorme oportunidad para apuntalar el aumento de la competitividad de las empresas españolas especializadas en nuevas tecnologías”.
OBJETIVOS FUNDAMENTALES DEL PROGRAMA SANIDAD EN LÍNEA Sanidad en línea, incluido en el Plan Nacional de Calidad, se basa en 5 puntos claves: 1. Garantizar la identificación inequívoca de los ciudadanos en todo el Sistema Nacional de Salud (SNS) mediante la tarjeta sanitaria y la base de datos de población protegida del SNS. 2. Impulsar la historia clínica electrónica y posibilitar el intercambio de información clínica entre diferentes profesionales, dispositivos asistenciales y comunidades autónomas. 3. Impulsar la receta electrónica para su extensión en el SNS. 4. Ofrecer en el sns nuevos servicios de relación entre los ciudadanos y los profesionales: cita por internet, telemedicina y teleformación. 5. Garantizar la accesibilidad desde cualquier punto del sistema, la interoperabilidad y la explotación adecuada de la información. |
España y otros 11 países europeos participan en el proyecto epSOS (Smart Open Services for European Patients), una iniciativa de eHealth dirigida a desarrollar la infraestructura necesaria para que los profesionales y sistemas sanitarios de las naciones involucradas puedan compartir la información sanitaria de los ciudadanos, en particular la historia clínica y las prescripciones de medicamentos, de forma confidencial y en su propia lengua.
Se trata de un proyecto financiado por la Comisión Europea que se puso en marcha en 2008 y en el que participan España, Austria, Suecia, República Checa, Alemania, Dinamarca, Francia, Grecia, Italia, Países Bajos, Eslovaquia y Reino Unido.
Los responsables del proyecto declaran que facilitará la movilidad de los ciudadanos europeos, garantizará la seguridad de los pacientes, aumentará la eficiencia y la relación coste-efectividad de la asistencia transnacional, y permitirá proporcionar tratamiento médico de forma segura a escala nacional y europea.
Andalucía lidera uno de los grupos de trabajo de epSOS, concretamente el encargado de definir los servicios que debe prestar la receta electrónica.
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