martes, 8 de noviembre de 2011

EL SISTEMA DE SALUD ES UN LABERINTO

Por Nora Bär | LA NACION
Si es cierto que la fórmula de la felicidad consiste en tener salud, dinero y amor, el doctor Pedro Saturno puede ayudarnos a obtener al menos uno (¿el más importante?) de los términos de esta ecuación. Este multipremiado sanitarista español, profesor de la Universidad de Murcia y de la Escuela de Medicina de Harvard, es uno de los mayores expertos en una disciplina que intenta explicitar, cuantificar y medir dimensiones frecuentemente inasibles: la gestión de la calidad en la atención de la salud.
"Ofrecer calidad en el sistema sanitario es una tarea compleja, porque es una actividad con muchos protagonistas y hay que involucrarlos a todos -explica, durante una reciente visita a Buenos Aires y otras provincias invitado a dar conferencias y participar de talleres sobre el tema-, no sólo a los que lo gestionan, sino también a la población. Por eso, hay múltiples estrategias y formas de abordarla."


-Doctor Saturno, ¿qué se entiende por gestión de calidad?
-Se trata de procurar que la asistencia sea la mejor posible: que se haga sólo lo correcto en el momento indicado.
-¿Qué aspectos habría que tener en cuenta?
-Muchos. Uno de ellos es si el servicio está centrado en el paciente, teniendo en cuenta sus características culturales, medioambientales, de modo que la atención no se dirija a la enfermedad, sino a la persona. Si se hace eso, se logra un tipo de comunicación que es beneficioso.
-¿Puede medirse algo tan inasible como la calidad?
-Esa es justamente una de las batallas que tenemos que dar: bajar a tierra el concepto de calidad. Es verdad que al principio parece algo indefinible, pero consta de una serie de aspectos que nosotros llamamos técnicamente "dimensiones" y que permiten concluir hasta qué punto hay o no calidad. La más evidente es la científico-técnica. Se logra practicando lo que llamamos "medicina basada en la evidencia", haciendo lo que se sabe que produce un buen resultado y no lo que no conviene. A continuación, está la eficiencia, que consiste no sólo en hacer lo correcto, sino también con el mínimo de recursos, o con los estrictamente necesarios. Algo que siempre tratamos de explicar es que cuando no se actúa con calidad, el desperdicio que se produce es muy grande. Está medido: según los estudios, oscila entre el 20 y el 40% de la inversión.
-¿A qué se refiere cuando dice que la atención debe estar "centrada en el paciente"?
-Se trata de respetar su autonomía y lograr su colaboración.
-¿Eso incluye poder de decisión sobre el tratamiento?
-Por supuesto. La decisión [debe ser] compartida. Lo que pasa es que muchas veces no se hace: el profesional es autoritario, no explica. Prácticamente en todos los países está legislado como "consentimiento informado". Es asegurarse de que el paciente ha entendido y toma una decisión consciente de la repercusión que tendrá sobre su bienestar.
-¿También incluye el respeto a la voluntad anticipada?
-Sí. En mi país está legislada y en otros, también. Es lo que se llama el testamento vital. Es decir, explicitar qué es lo que uno quiere que se haga cuando esté en situación terminal y qué tipo de cuidados quiere recibir.
-¿Qué exige la gestión de calidad con respecto a la seguridad?
-Es una dimensión de la que se está hablando cada vez más desde que se tienen datos: que el servicio que se ofrece no produzca daño innecesario. Los estudios indican que, en promedio, de los pacientes que ingresen en un hospital, un 10% va a sufrir daños evitables. El primer estudio que nos "abrió la cabeza" en ese sentido ( Errar es humano , del Instituto de Medicina de los Estados Unidos) demostró que los errores médicos provocaban más muertes que los accidentes de tránsito, el sida, y el cáncer de mama. Luego, esto se ha replicado en muchos países y se ha visto que el problema es constante: hay muchas fallas en el sistema, no ya por error de las personas, sino porque las cosas están hechas de tal forma que ponen en riesgo innecesario al paciente.
-¿Qué otras dimensiones deberían tenerse en cuenta?
-La equidad y la accesibilidad; es decir, que no haya discriminación y que no haya barreras para recibir la atención. Son las más discutidas porque tienen una mayor carga comunitaria o política. Tratan de definir la calidad desde el punto de vista no individual, sino poblacional.
-¿Cuál es el mejor país en calidad de atención médica?
-Aunque siempre se intenta elaborar ránkings, lo importante es no manejar opiniones, sino evaluar datos y, en este caso, no hay los suficientes como para saberlo. En 2000, el informe de la salud en el mundo, preparado anualmente por la OMS, se dedicó a este tema. Intentó hacer una comparación, pero el resultado fue muy discutido. Entre los cinco que quedaron primeros, según las categorías figuraban Omán, Qatar, España, Francia e Italia.
-¿Y la Argentina?
-El sistema argentino es bastante inequitativo. Están la salud pública, la privada, las obras sociales, las prepagas... Un laberinto. Salió bastante mal parado en varios ránkings (el general, el de resultados en salud, el de nivel de salud de la población, y el de respuesta a las necesidades de la población). ¡Espero que en estos últimos diez años haya mejorado!
-¿Una inversión importante asegura una buena atención?
-No. El país que más gasta es Estados Unidos y lo que obtiene no es, por lejos, lo mejor.
-¿Quién tiene que actuar para que el sistema de salud se encamine a una atención de mayor calidad? ¿El gobierno, las sociedades médicas, los grupos de pacientes?
-Todos tienen que poner el hombro, pero la decisión final la tiene quien gobierna.
-¿Qué recomendaría para la Argentina?
- La idea general es caminar hacia un sistema unificado desde el punto de vista de los derechos de la población, y por lo tanto más equitativo, con decisiones de política sanitaria centralizadas y universales. Esto no quiere decir que la gestión del sistema tenga que estar también centralizada, creo que la gestión descentralizada es útil y necesaria. Hay estrategias de mejora, que pueden lograrse en el nivel local o de centro asistencial, incluso dentro de un sistema de salud adverso. Equidad y accesibilidad dependen mayoritariamente del sistema, pero las demás dimensiones pueden mejorarse sólo con el compromiso de los encargados de prestar los servicios, sean públicos o privados.
PEDRO JESUS SATURNO
Profesor de las universidades de Murcia y de Harvard

Profesión : Especialista en gestión de la calidad en servicios de salud
Origen : España
Estuvo recientemente en la Argentina para dar varias conferencias, participar en talleres y asesorar a diferentes entidades sobre sus temas de investigación

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