FUENTE: Jano.es
A la hora de necesitar asistencia sanitaria todos deseamos sentirnos seguros y confiar en los cuidados que recibimos, del mismo modo que los profesionales de la sanidad y los gestores también tienen entre sus objetivos ofrecer una asistencia segura, efectiva y eficiente. Por ello, la seguridad del paciente es un componente clave de la calidad asistencial que ha adquirido en los últimos años una gran relevancia.
Sin embargo, se estima que entre un 8 y un 12% de los europeos ingresados en hospitales experimentan efectos adversos a consecuencia de la atención recibida y que alrededor de un 5% contraen infecciones hospitalarias que acaban cada año con la vida de unas 37.000 personas en la Unión Europea (UE).
Para los encuestados, los efectos adversos de la asistencia sanitaria más probables son las infecciones hospitalarias (59%) y los diagnósticos incorrectos que incluirían desde un diagnóstico equivocado, a que no se diagnostique una enfermedad presente o que se haga demasiado tarde (58%). Tras estas situaciones, se sitúan en tercer lugar los errores relacionados con la medicación (49%), los errores quirúrgicos (46%) y los errores relacionados con dispositivos o equipamiento médico (39%).
La UE presentó en abril un eurobarómetro especial sobre este tema, realizado mediante encuestas a ciudadanos de los 27 países miembros. Su principal objetivo ha sido explorar las percepciones de los europeos en torno a la seguridad del paciente y sus actitudes hacia la calidad de la asistencia tanto en sus países como fuera de sus fronteras.
La encuesta, que evaluó en qué medida los ciudadanos creen que su salud puede resultar perjudicada en el hospital y en la atención extrahospitalaria, ofrece resultados interesantes sobre la percepción global de los europeos y comparaciones entre países.
Confianza y desconfianza a partes iguales
Entre los resultados destaca que casi la mitad de los encuestados creen que pueden resultar dañados por la asistencia sanitaria de su país, tanto hospitalaria como extrahospitalaria. Resulta chocante un porcentaje tan amplio, considerando que la asistencia sanitaria debería beneficiar a los pacientes, no perjudicarles. Las diferencias entre países son notables, siendo los ciudadanos de Grecia (83%), Chipre (81%) y Letonia (75%) los que consideran más probable resultar perjudicados al ser ingresados en el hospital. Por el contrario, los que consideran menos probable resultar dañados son los austriacos (19%), finlandeses (27%), alemanes (31%) y españoles (35%). Un patrón similar se observa en relación con la asistencia extrahospitalaria.
Por países, griegos, chipriotas, polacos, lituanos y letones son los que desconfían más de sus sistemas sanitarios. Al otro lado de la balanza se encuentran Austria, Finlandia, Suecia y España. Concretamente, en nuestro país son un 36% quienes piensan que es probable contraer una infección nosocomial, mientras que en Grecia la proporción es del 85%. Asimismo, un 37% de los españoles participantes en la encuesta temen las incorrecciones diagnósticas, un 31% los errores de la medicación, un 27% los errores quirúrgicos y un 24% los errores relacionados con el equipamiento médico.
Sobre la dimensión real del problema, Pablo Rivero, director de la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud (SNS), explica que, “según datos del estudio ENEAS (Estudio Nacional de Efectos Adversos ligados a la hospitalización), el 10% de los pacientes hospitalizados sufren efectos adversos como consecuencia de la atención sanitaria, siendo los más frecuentes los debidos al uso de medicamentos, infecciones relacionadas con la atención sanitaria y procedimientos. Según el estudio APEAS (en atención primaria) —añade—, el 1,11% de los pacientes que acuden a los servicios de AP sufren efectos adversos como consecuencia de la atención sanitaria. En este ámbito, las causas más relevantes son el uso de medicamentos y errores de diagnóstico. Por último, el estudio EPINE indica que en España el 7% de los pacientes hospitalizados sufren infección nosocomial”.
Malas experiencias previas
Para la elaboración del documento también se preguntó a cada participante si él o algún miembro de su familia había experimentado anteriormente algún problema derivado de la asistencia sanitaria recibida. En el conjunto de la UE respondió afirmativamente un 26% de los encuestados. Curiosamente, el porcentaje más elevado lo muestra Suecia (49%), que cuenta con un sistema sanitario por el cual sus ciudadanos muestran bastante confianza. El más bajo corresponde a Austria (12%), mientras España (20%) se encuentra entre los estados miembros con porcentajes bajos.
Sin embargo, en los casos de experiencia de efecto adverso previo se preguntó si se había dado parte por aquel hecho. Los resultados revelan que sólo se hizo en un 28% de los casos. Es decir, 7 de cada 10 pacientes perjudicados al recibir asistencia no lo comunican a quien deberían. En el caso de España sólo informa de ello el 16% de los afectados.
Rivero apunta que en nuestro país es el Ministerio de Sanidad y Política Social el organismo que debe velar por la calidad y seguridad de los servicios sanitarios del SNS. “Por ello —declara— viene trabajando estrechamente con las comunidades autónomas, sociedades científicas y asociaciones de pacientes y consumidores, entre otros organismos, para cambiar la cultura de la culpa por la cultura del aprendizaje de los errores, ya que éstos en su mayoría están producidos por fallos del sistema.” “El Ministerio de Sanidad y varias comunidades —continúa— están desarrollando sistemas de noti- ficación de errores para el aprendizaje, sistemas en algunos de los cuales los pacientes pueden también participar. Los centros sanitarios del SNS tienen establecidos los mecanismos necesarios para que los pacientes que consideren haber sufrido un daño puedan notificarlo y solicitar información a los profesionales sanitarios que los han atendido. También disponen de sistemas para efectuar reclamaciones y sugerencias. Asimismo, están a su disposición las asociaciones de pacientes y las aseguradoras, además de poder acudir a la vía judicial, si lo consideran oportuno por las circunstancias del caso.”
Calidad asistencial bien valorada por los españoles
En líneas generales, el 70% de los europeos considera que la calidad de la asistencia sanitaria en sus países es buena, aunque las diferencias son muy amplias. Así, mientras en Bélgica o Austria es considerada buena la calidad asistencial por el 97 y el 95% de sus habitantes, respectivamente, el 75% de los griegos, el 72% de los húngaros y el 69% de los rumanos califican la suya como “muy mala” o “bastante mala”.
En España, el 81% de los encuestados contesta que la calidad de nuestra asistencia es “buena”. Además, nuestro país se encuentra en el grupo de estados miembros en que mayor parte de los participantes considera que la calidad de la asistencia en el país propio es mejor que en el extranjero. El 39% de los españoles encuestados opina que nuestra calidad asistencial es mejor, el 31% declara que es similar, y solamente un 12% la considera peor que la de otros países miembros. En el conjunto de la UE, un 33% de los participantes opinó que la calidad asistencial en su país es mejor que en el extranjero, un 30% la calificó como “igual”, un 26% peor y un 11% manifestó desconocerlo. Los que mejor valoran este apartado son los belgas, austriacos y finlandeses. En el otro extremo se sitúan Grecia, Rumanía y Bulgaria.
En general, la sanidad española sale bien parada en este informe de la UE. Pablo Rivero afirma que “la sanidad es lo más importante para la población española, según datos del Barómetro del SNS de 2008 y también del presentado en 2009. Además, según la misma fuente, el 68% de los encuestados opina que el sistema sanitario funciona bien o bastante bien. Y en caso de poder elegir, el 56% elegiría la sanidad pública. Asimismo, más del 80% de los españoles confía mucho o bastante en los profesionales clínicos. La confianza de la población en el SNS es alta y en general se sienten satisfechos con la atención recibida lo cual influye también en su percepción de seguridad de los servicios sanitarios”.
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