domingo, 28 de noviembre de 2010

SALUD S.A. UNA INDUSTRIA CONCENTRADA Y POCO REGULADA

Cinco prepagas dominan el mercado de la medicina privada, con el 62% de los afiliados y el 76% de la facturación

La salud es un derecho universal según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y es también un negocio que en la Argentina genera 10.000 millones de pesos en la facturación de las compañías de medicina prepaga, cuya regulación se trató la semana última en el Senado.

En la Argentina coexisten tres subsistemas de salud: el público (hospitales), la seguridad social (obras sociales) y el privado (prepagas). El negocio de las prepagas está dominado por cinco grandes jugadores que, en total, aglutinan 3,2 millones de afiliados y facturan en conjunto 7600 millones de pesos, según datos de la consultora Towers Watson. Son OSDE, Swiss Medical, Galeno, Omint y Medicus las compañías que se reparten el 62% de los afiliados y el 75% de la facturación de este negocio.

El director del área de Salud de la consultora Towers Watson, Héctor Barrios, señala que el proceso de concentración se inició en la década del 90, a medida que muchas de estas compañías fueron adquiriendo a otras más pequeñas, con sus afiliados y sus sanatorios.

La concentración es uno de los rasgos característicos de este negocio, como también lo es la integración vertical. “El funcionamiento del negocio llevó a la necesidad de tener escala y camas propias. Pese a que hay menos competencia, se logró una gran mejora de la calidad sanatorial”, cuenta Barrios.

Swiss Medical, por ejemplo, cuenta con cinco clínicas, entre las que están Los Arcos y la Suizo Argentina, cinco centros médicos ambulatorios y siete clínicas odontológicas propias. Mientras que Galeno también tiene sus cuatro sanatorios Trinidad (Palermo, Mitre, San Isidro y Quilmes), además del Dupuytren, y Omint tiene la Clínica del Sol y el Bazterrica.

“Esto hace más compleja la situación. Por un lado, son prepagas que necesitan para su negocio una mayoría de población sana, pero también son prestadores de servicio que requieren tener las camas ocupadas. Es difícil de entender el equilibrio y la lógica en la que funcionan”, dice la directora del área de Salud y Beneficios de Mercer Argentina, Laura Roldán.

El funcionamiento natural de las prepagas supone una población grande y heterogénea para que el riesgo de enfermedades se minimice y se disperse. Así, como en una compañía de seguros, los afiliados sanos que pagan su cuota subsidian a quienes eventualmente se enferman y requieren mayores gastos. A esto se le suma la dinámica propia de los centros médicos y de internación, que requieren rotación y ocupación.

El principal player en el negocio, OSDE, tiene una estrategia distinta, ya que no posee sanatorios propios, aunque por su cantidad de afiliados -1,35 millones- tiene el poder de negociación para asegurarse camas en muchos de los grandes centros. Además, es una obra social, por lo que, a diferencia de las prepagas, ya cuenta con una ley que la regula y tiene algunas exenciones impositivas. “OSDE funciona con dos sombreros: como obra social gerencial receptora de aportes y también recibe aportes voluntarios como una prepaga. Pese a esta dualidad, pesa más una imagen de marca muy fuerte que a la gente le da seguridad”, continúa Ramos.

De acuerdo con información de la Superintendencia de Servicios de Salud, el 33% de los afiliados de OSDE son trabajadores en relación de dependencia, mientras que el resto son aportantes voluntarios que la eligen libremente. A nivel prepagas en general, el 60% es público corporativo, que desvía sus aportes bajo la discreta fachada institucional de una obra social que actúa como intermediario, mientras que el 40% restante son afiliados directos que pagan su cuota.

El economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), Jorge Colina, señala que este procedimiento está permitido por el sistema y beneficia a los tres actores: al afiliado, porque logra mejor prestación; a la obra social, que actúa como intermediaria y cobra una comisión de entre el 5 y 10% de los aportes, y a la prepaga, que suma más clientes. Roldán agrega que puede responder a una necesidad de las empresas en general de contar con una marca más fuerte de cobertura para atraer a sus empleados.

A contramano de la creciente tendencia de personalización de las propuestas según el perfil de la empresa y sus empleados, OSDE sólo ofrece cinco planes fijos con un desarrollo muy fuerte de las acciones de marketing. Swiss Medical, en cambio, apunta a adecuar las propuestas según el cliente. Claudio Belocopitt, su presidente, sostiene: “A las empresas se les arma un plan a medida. Es algo que veníamos haciendo en los últimos años y que se intensificó hace seis meses con un plan más ambicioso”.

La agresividad en los programas de reintegro es parte del modus operandi actual del mercado, y algo que no se daba hace diez años, cuando la gente no consultaba médicos por fuera de la cartilla. “Los planes cerrados sirven cada vez menos al público ABC1, hoy se ofrecen planes compensatorios más agresivos en reintegros”, dice Barrios.

Otro fenómeno, que se da desde 2008, cuando se eliminó el tope de $4800 para deducir los aportes, es que el foco está puesto en retener a los grandes aportantes que, en general, son los gerentes y también los de mayor edad.

El Senado aprobó la semana que pasó el proyecto de ley que regula a las prepagas, que ratifica que las prestaciones no podrán ser inferiores al Programa Médico Obligatorio -la única regulación vigente hasta hoy para el sector-, impide la aplicación de períodos de espera en las prestaciones por enfermedades preexistentes al momento de contratar el servicio y prohíbe el uso de criterios de edad para negar la afiliación y el cobro de cuotas diferenciales.

La especialista de Mercer, Laura Roldán, explica que las prepagas funcionan como aseguradoras, donde los afiliados pagan una cuota para estar cubiertos frente a grandes incidentes. Si se les permitiera afiliarse una vez que sucede una enfermedad o un choque, se rompe el esquema de negocio, que funciona sobre la base de una población sana que paga su cuota y subsidia a los que se enferman.

El presidente de Swiss Medical, Claudio Belocopitt, opina: “Regular el sistema y la ley es algo que se viene pidiendo, pero así el proyecto apunta contra la sustentabilidad. Si el Estado quiere que se tomen las enfermedades preexistentes, debe buscar la forma de financiarlas”. El proyecto volverá a una segunda revisión a Diputados cuando se inauguren las sesiones ordinarias de 2011.

Mientras, las prepagas anunciaron que volverán a subir entre 12 y 15% sus cuotas en enero por los aumentos salariales acordados con el gremio de sanidad.

Emilia Subiza


LA NACION

28/11/2010



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