Fuente: PortalesMedicos.com
Norelis Mendoza. Licenciada en Enfermería. Maestría en Administración de los Servicios de Enfermería. Docente Asociado a dedicación exclusiva adscrita al Departamento Clínico de Salud Integral del adulto de la Escuela de Enfermería Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo
Omaira Ramirez. Licenciada en Enfermería. Magister en Administración de los Servicios de Enfermería Universidad de Carabobo. Magíster en Enfermería Gerontológica y Geriátrica Universidad de Carabobo. Diplomatura en Desarrollo Curricular Fundacelac. UC. Diplomatura en Entornos virtuales de Aprendizaje. Un enfoque basado en competencias. UCLA. Cursante del Doctorado en Ciencias de la Enfermería. Mención Cuidado Humano. Universidad de Carabobo. Profesor Titular a Dedicación Exclusiva en la Cátedra de Gerencia en Salud y Enfermería adscrito al Departamento Clínico de Enfermería Comunitaria y Administración de la Escuela de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Docente del Programa de Maestría de Gerencia de los Servicios de Salud y Enfermería. Área de Postgrado UC. Miembro de la Comisión Coordinadora del Programa de Maestría de los Servicios de Salud y Enfermería UC.
Elda E Henríquez H. Licenciada en Enfermería. Maestría en Enfermería Gerontológica y Geriátrica. Docente Asociado a dedicación exclusiva adscrita al Departamento Clínico de Salud Integral del adulto de la Escuela de Enfermería Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Directora de la Escuela de Enfermería.
LA VIOLENCIA DESDE UNA PERSPECTIVA BIOÉTICA
Resumen
La violencia como fenómeno global se ha empezado a considerar un problema de salud pública, con su multicausalidad se dificulta la percepción real de su dimensión, problemática que no sólo afecta el presente sino que también proyecta sus consecuencias hacia el futuro.
La pulsión natural que se genera en cada persona ante situaciones consideradas “amenazantes” es considerada normal y hasta positiva porque constituye un mecanismo de supervivencia. Sin embargo, no siempre es así, en algunas oportunidades puede convertirse en una fuerza manifiesta en forma material, muscular o armada; aunque también puede pasar inadvertida en forma de ideas transmitidas verbalmente generando vínculos de dominio-sujeción, en forma de juicios de valor que vulneran el autoestima y el autoconcepto, al percibirse como amenazas que merman la confianza en sí mismo de la persona agraviada.
La fuerza generada en cuestión, en sí, no es violencia, sino la intención con la que la utiliza el hombre, dándole así característica humana, pues hace que la agresividad se torne nociva a la supervivencia al modificar las características vitales tanto de la persona vulnerada como la de la agresora.
El abordaje desde la bioética se propicia cuando se interpreta la violencia como una forma de relación humana donde está inmerso el deseo de hacer mal, lesionando la autonomía del otro. Así también si se considera la violencia una forma de inequidad o falta de justicia, se pudiera mostrar relación entre la violencia y los derechos humanos, lo que constituye un aspecto importante a considerar en la salud pública.
LA VIOLENCIA.: DESDE UNA PERSPECTIVA BIOÉTICA
Introducción
La población venezolana contemporánea ha tenido que asimilar modificaciones en su estilo de vida, entre las cuales esta lo relacionado con su seguridad. Es común observar las modificaciones de las viviendas todas enrejadas, muchas de ellas con cercos eléctricos, en los vehículos los dispositivos de seguridad más efectivos, las personas toman todas las precauciones posibles para tratar de no ser sorprendidas al llegar a sus hogares, al salir de una entidad bancaria, al tomar una unidad de transporte público, pareciese que todos los esfuerzos son insuficientes para determinar la seguridad de las personas. Así también, se observan personas a la defensiva, malhumoradas, poco tolerantes que son protagonistas de incidentes violentos tanto dentro como fuera de sus hogares, algunas veces como propiciadores de la violencia y otras en cambio, como víctimas.
La violencia como fenómeno global se ha empezado a considerar un problema de salud pública, con su multiplicidad etiológica dificulta la real percepción de su dimensión, pues no solo afecta en el presente si no que puede proyectarse también al futuro.
La Organización Mundial de la Salud emitió un Informe Mundial basado en un modelo ecológico que abarca cuatro niveles de factores que pueden aumentar el riesgo de cometer y padecer actos de violencia. En el primer nivel denominado Nivel Individual se consideran características demográficas tales como edad, educación, ingreso económico; trastornos psíquicos y de personalidad, la fármaco dependencia y los adolescentes con comportamientos agresivos.
En el segundo nivel, Nivel de las Relaciones se consideran las relaciones que mantiene la persona con la familia, amigos, pareja y compañeros para investigar como aumentan esas relaciones el riesgo de sufrir o realizar actos violentos. En el tercer nivel se exploran los Contextos Comunitarios en los que se llevan a cabo las relaciones sociales como las escuelas, los sitios de trabajo y los vecindarios, para tratar de identificar las características de estos ámbitos que aumentan el riesgo de actos violentos.
Finalmente, el cuarto nivel relacionado con la Estructura Social intenta determinar los factores de carácter general que contribuyen a crear un clima donde se alienta o inhiba la violencia, tales como normas que concedan prioridad al derecho de los padres sobre el bienestar de los hijos, el considerar el suicidio como una opción personal más que un acto de violencia, reafirmación de la dominación masculina sobre las mujeres y los niños, el respaldo del uso excesivo de la fuerza policial en contra de los ciudadanos. (1)
Lo presentado en este modelo puede ser referido a cualquier persona sin importar el género, raza, edad, estrato socio económico, nivel de instrucción, ocupación, pues parece que todas las personas somos vulnerables a la violencia. Sin embargo, se habla de grupos susceptibles a la violencia entre los cuales están las personas femeninas, los niños y las niñas, los y las adolescentes, los adultos mayores, todos estos grupos quienes conforman el mayor grupo de las victimas en las estadísticas de violencia.
Agresividad versus Violencia
La violencia es un fenómeno esencialmente humano, pues aunque la agresividad esté presente en los seres vivos, solo en las personas hay demostraciones de violencia. Los seres vivientes tanto humanos como animales tienen en común la agresividad como mecanismo natural de adaptación a la sobre vivencia, es pues un impulso vital que permite mantener el desarrollo de las especies y su reproducción. (2)
La agresividad proviene del griego “agro” (agreste, salvaje); se refiere a la pulsión individual que genera conductas defensivas ante posibles daños, restableciendo así el equilibrio personal. (3) Es una fuerza o energía tanto física como psíquica dirigida a un fin determinado, que posee características como una forma de adaptación ante circunstancias que parezcan amenazar la vida, es una manera de reaccionar ante conflictos emergentes, una novedosa búsqueda de nuevos intereses o vínculos que den seguridad.
Cuando se produce con fines de sobre vivencia se considera normal y hasta positivo, pero algunas veces por patrones culturales o educativos, esta agresividad es reprimida, lo que puede producir tensiones con características corporales como trastornos alimentarios, de eliminación, retardo en el aprendizaje, en el trabajo y alteración en las interrelaciones. Algunas veces es difícil aceptar o manejar en forma lúdica la agresividad, lo que puede traer como consecuencia la violencia. En forma tal que, la persona puede proyectar sobre sí misma, las personas de su entorno y en su contexto, su violencia.
La violencia posee una raíz indoeuropea “wi” que significa fuerza vital, de la cual procede la palabra latina “vir” o “vis” que quiere decir fuerza, poder. (4) La fuerza vital referida puede ser comparable a un torrente impetuoso que puede ser incontenible y convertirse en una acción violenta. La naturaleza de esta fuerza es variada pudiendo ser de orden material, muscular, armada, es decir, ser manifiesta, pero también puede ser inadvertida bajo forma de: ideas transmitidas verbalmente, que generan un vinculo de dominio-sujeción como en el caso de las ideologías (3) sentimientos y juicios de valor, generando vulnerabilidad en el autoestima y el concepto de sí mismo, amenazas que pueden ir provocando temor y mermando la confianza en sí mismo, en la persona maltratada. (5)
La ferza no es productora de la violencia, si no la intención al utilizarla, la fuerza en si no es violencia, es apenas una fuerza usada por los hombres; de ahí el carácter exclusivamente humano de la violencia. (6)
La violencia es vista como la exacerbación racional de la agresividad que lleva a la razón a la sin razón, la cual al manifestarse lo hace en estadios crecientes de anomalía individual y social amenazando con acabar con todo cuanto consiga a su paso. (2)
La violencia es entonces una ruptura del equilibrio dinámico humano que tuerce la agresividad volviéndola nociva a la supervivencia, porque modifica las condiciones vitales tanto en la persona receptora como en el agente mismo de la violencia.
Existen diferentes aspectos a considerar que permiten la clasificación de la violencia, de acuerdo a la persona vulnerable: violencia infantil, juvenil, del anciano, a la mujer o de género. Según el énfasis dado en la persona susceptible: físico, psicológico, verbal, sexual, ideológica. De acuerdo al contexto donde se realice: doméstica o familiar, laboral, escolar, organizacional, ecológica, local y globalizada entre otras.
Cuando se sostiene la naturaleza humana en la violencia, se hace referencia a la moralidad del hecho que se funda en la conciencia de la persona y el reflejo que recibe de su contexto en forma de valor moral, el cual avala o rechaza la conducta asumida por la persona ante la violencia, lo que trae como consecuencia el surgimiento de los conceptos de valor y antivalor, según los cuales se tiende a designar al valor amor, el antivalor violencia, el cual a su vez no solo es un antivalor como fin, sino también como en los medios que debe utilizar para obtener un fin egoísta relacionado con la búsqueda de la satisfacción de las necesidades individuales o grupales capaces de movilizar todas las formas que sean necesarias y validas para obtenerlo con el menor esfuerzo posible. La persona violenta va creando a través de su actitud amenazante y alienante, un entorno asfixiante que va cercando a la víctima hasta arrinconarla y hacerle actuar reactivamente, en una forma violenta. Creando más violencia y formando así un círculo violento.
Desde el punto de vista psicológico, la existencia de la violencia se describe como la exaltación de la agresividad, de la pulsión humana que en los animales es denominado instinto (7); la cual puede ser reproducida por los violentados cuando internalizan todas las represiones, sanciones y prohibiciones como parte de un falso yo, el cual está constituido por todas esas características repudiadas, no aceptadas ni reconocidas por si mismo que luego se transforma en deseos de realizar lo que le hicieron antes, que es lo llamado por Miller, compulsión a la repetición, la cual no es susceptible de control o regulación, pero que se activa en situaciones como actualización de lo reprimido.
Para esto se usa el mecanismo de la proyección, a través del cual se repiten en los otros el daño vivido, descargando en ellos las humillaciones padecidas y vengándose inconscientemente del dolor sufrido.
Por otro lado, existe una arista sociológica sobre la violencia la cual visualiza como un mal manejo del conflicto, de modo que los límites del mundo interno y del mundo externo no están claros, lo que les hace presentar conductas impulsivas, descontroladas, así como también volverse hipersensibles y vulnerables a las exigencias y requerimientos de las personas con las que se relacionan. Esta situación generalmente hace que las personas tengan dificultad para enfrentar los conflictos de forma productiva e inteligente.
Por otra parte, no hay que dejar de lado el aprendizaje social de la violencia, el cual es posible a través de la modelación de comportamientos agresivos y violentos tomados del hogar, entorno social nacional e internacional, en forma de vivencias o visualizados a través de los medios de comunicación, donde se promociona la violencia como un valor de supervivencia, las actitudes de riesgo unidas a la violencia como el consumo de alcohol y drogas, lo que permite replicar las conductas violentas en las siguientes generaciones que han sido violentadas. (8)
Los progenitores tienen un papel fundamental en la transmisión de valores, creencias y costumbres a sus hijos dentro del hogar, en el caso de la violencia los padres transmiten sin cálculo previo lo que de la historia con sus propios padres hizo lugar en su inconsciente y al mismo tiempo la significación que en su deseo tiene el hijo - hija, inscritos también en los avatares de su relación de pareja.
En algunos casos el maltrato que el progenitor da a su hijo, niño o adolescente, se sostiene en una exacerbada queja sobre la reiterada resistencia del hijo a otorgar aquello que real o imaginariamente puede darle, y que el progenitor cree merecer como resarcimiento de sus desvelos, trabajo, tribulaciones y renuncias sufridas por causa del hijo. (9)
De lo antes expuesto, se puede decir que el progenitor da significaciones a los actos de los hijos, tanto en los pensamientos como en las actitudes de ellos; significados que han permanecido registrados en su inconsciente, los cuales surgen en el momento de la actuación de los hijos, sin quererlo y sin saberlo ellos, y que da pie a una acción o reacción impredecible, pues son el resultado de las huellas particulares que ha dejado la historia infantil en ese progenitor.
Situación de violencia en los niños, las niñas y los y las adolescentes en Venezuela.
La problemática de la violencia en los niños y las niñas, los y las adolescentes es cada vez más compleja, pues las cifras de lesionados y muertos a causa de la inseguridad así como también de los que son víctimas de sus propios padres y madres va en aumento a pesar de los esfuerzos realizados por parte de las instituciones gubernamentales y particulares.
De acuerdo a lo mostrado por el Ministerio de Interior y Justicia entre el año 2005 - 2006 las lesiones cometidas a los niños, niñas y adolescentes alcanzaron la cifra de 3129 casos, lo que representa el 9.3% del total de este tipo de casos en el país. El número de casos reportados para la categoría maltrato al menor (sic) fue de 303 lo que representa el 0.13% del total de casos, mientras que los casos de violencia contra la mujer y la familia que podrían involucrar un niño, niña o adolescente, se reportaron en un número de 11.070, representando el 4.83% del total de casos conocidos.
El registro hemerográfico de la Organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (CECODAP) para el año 2005-2006 arrojo un total de 264 casos donde las categorías más relevantes fueron:
Heridos por negligencia familiar o social 12 casos 41.54%
Heridos por causas a asociados a la violencia social y política 123 casos 46.59%
Heridos por maltrato familiar 3 casos 1.13%
En lo que se refiere a niños, niñas y adolescentes lesionados a causa de la violencia social hubo 141 casos en 2004-2005 donde las categorías más relevantes fueron:
Heridas a causa de armas de fuego por:
Motivos diversos y desconocidos 97 casos 68.7%
Golpeados por razones desconocidas 17 casos 12.05%
Heridos por arma blanca 10 casos 7.09%
Heridos al quedar atrapados en las líneas de fuego 6 casos 4.2%
Durante el año 2005-2006 hubo 123 casos donde las categorías más relevantes fueron:
Heridas a causa de armas de fuego por:
Motivos diversos y desconocidos 52 casos 42.27%
Golpeados por razones desconocidas 9 casos 7.31%
Heridos por arma blanca 16 casos 13%
Heridos al quedar atrapados en las líneas de fuego 22 casos 17.88%
Las cifras mostradas son solo las reseñadas por prensa del país, sin contar con aquellos casos que pudieran estar incluidos en las causas desconocidas o no fueron reseñadas en prensa.
La distribución por grupos etáreos fue de la siguiente manera para el año 2005-2006:
Menos de 5 años 25 casos 9.46%
De 6 a 9 años 25 casos 9.46%
De 10 a 12 años 24 casos 9.09%
De 13 a 17 años 104 casos 39.39%
Sin identificar 86 casos 32.57%
Las lesiones ocasionadas según el sexo para ese mismo año fueron de la siguiente manera:
Varones 50 casos 18.93%
Hembras 133 casos 50.37%
Sin identificar 81 casos 30.60%
La explotación sexual comercial en el año 2005 fue de 53 casos en el país y en el primer trimestre del año 2006 52 casos. (10)
De acuerdo a las cifras publicadas por CECODAP las mayores cifras corresponden a los adolescentes y las del sexo femenino, los cuales son parte de los grupos vulnerables a la violencia; pero lo que realmente es más grave, es la repercusión de estas situaciones violentas en los adolescentes por contar con las características propias de su desarrollo entre las cuales se mencionan la búsqueda de identidad propia, replicar conductas de sus grupos de pares, creerse invulnerables entre otras. Por otro lado, existe la posibilidad que sean capaces de reproducir estas conductas violentas cuando sean adultas, lo que le daría más fuerza a lo expresado por Anderson, (11) sobre las niñas que se han criado en un hogar violento tienen mayor probabilidad de casarse con hombres violentos, de modo que se perpetuaría el ciclo de violencia para la generación futura venezolana.
La violencia no siempre deja huellas físicas en las personas, en algunas oportunidades las palabras van mermando la confianza y el auto estima de las personas en forma silenciosa por lo que se dificulta la búsqueda de solución.
Se habla de violencia ideológica cuando en la sociedad se usa la discriminación, el uso de prejuicio, la intolerancia, la doble moral, la desvalorización de las diferencias.
La discriminación se refiere al trato desfavorable a las personas o colectividad basándose en razones raciales, políticas, religiosas, culturales, de género, económicos, sociales, de opinión, estéticos, entre otros. La discriminación genera un trato diferente o lo que es lo mismo, no brinda la misma oportunidad e igualdad de trato a las personas como se merecen por su dignidad humana. A través de esta discriminación, quien lo hace deposita en las discriminadas características o rasgos que no poseen o no reconocen como propios. De esta forma proyecta en la persona discriminada todo lo rechazado para conservar un yo ideal perfecto, sin errores, al mismo tiempo sojuzga en la persona discriminada esa diferencia como algo negativo que amerita hacerla padecer alguna forma de violencia.
El prejuicio o la idea preconcebida sobre personas, situaciones que dificulta la actuación con libertad. Estos prejuicios surgen como explicaciones racionales que intentan justificar ideas y afectos negativos hacia determinados grupos sociales o personas. Las explicaciones se hacen de algún rasgo supuesto existente entre los grupos o personas a marginar, de modo que se generaliza en todos los miembros del grupo. Dentro de un mismo grupo social se pueden suscitar deferencias amenazantes de su propia identidad, formándose así grupos antagónicos en una misma institución, en un mismo país o en la familia. Cada grupo defiende específicamente sus intereses sectoriales, su propia ideología, y va en busca de la neutralización, desvalorización o eliminación del grupo rival. Para ello se valen de descalificaciones verbales, escritas, gráficas o cualquier otro medio que tenga el mismo resultado, de esa manera les colocan apodos o resaltan los errores o los defectos de los grupos rechazados. Además emplean la actitud de ignorar al discriminado, los pueden también excluir de ciertos lugares a los que deciden no pueden acudir, para eso utilizan las amenazas o pueden ser más contundentes a través de los ataques físicos.
En estos casos la violencia va pasando por los diferentes estadios empezando por las agresiones verbales hasta la agresión física realizada en grupos a través de actos vandálicos, ejerciendo presión progresiva desde la familia, la escuela y la sociedad hasta generar la violencia social.
Cuando se sucede la violencia social se conoce una larga data de prejuicios contra las víctimas, con actos de inculpación, difamación hacia los marginados que pueden llegar a ser justificados incluso legalmente, además existen otros factores externos de tipos sociales, económicos que agravan la situación, la población cansada reacciona explosivamente e irracionalmente, formando grupo de personas descontentas que surgen para apoyarse en su expresión violenta. CECODAP en su informe correspondiente a Octubre 2008-Septiembre 2009 revela que hubo 3.231 casos de niños, niñas y adolescentes víctimas de algún tipo de violencia, del cual un 47,42% estuvo representado por la violencia social y un 26,25% por violencia escolar (en su estudio señalan que las escuelas ya no son un lugar seguro para los niños, niñas y adolescentes, y este es sin duda uno de los datos más alarmantes).
El 51% por ciento de las víctimas de Violencia Social, corresponde al sexo masculino, siendo el homicidio la mayor de las causas halladas, en el cual el 90,43% de las víctimas eran adolescentes de entre 12 y 17 años. (12)
La intolerancia es otra característica de la violencia ideológica. Es la incapacidad de tolerar la diversidad, las posiciones diferentes a las propias, características del fundamentalismo, el nazismo, el racismo. Se pueden aceptar las diferencias siempre que sean las propias, pero es inaceptable cuando es del otro. Es difícil a veces aceptar que existe la pluralidad cuando nos enseñan que somos iguales o que somos semejantes, por lo tanto somos dignos. Sin embargo, la variedad es parte de lo existente.
La Violencia en las Organizaciones de Salud
La violencia considerada como privación de algo que le debería ser propio pues así, evitamos la banalización en lo cotidiano, permitiendo intentar buscar su descomposición en niveles culturales enraizados, naturalizados, y constatamos que somos significativamente moldeados por ella en la privación del placer de prestar una atención de enfermería de calidad a la población; de espacios para la participación en las decisiones en las instituciones con modelos organizacionales, sobre todo, del tipo burocrático-profesional; de la autorrealización profesional; de salarios con valores de acuerdo con la situación económica del país; de la sensación de seguridad, por la estabilidad en el empleo, de la dimensión humana propiamente dicha, desconsiderada y también anulada por los modelos tradicionales de organizaciones de trabajo y de la forma de vivir del hombre en la actualidad entre otros aspectos que aunque parezcan poco importantes consisten en la base para las formas de violencias más extensas. (13)
El modelo político económico por el Estado trae hondas repercusiones sobre el proceso de trabajo en enfermería y luego para la atención de las necesidades de salud de los usuarios, en todos los ámbitos de la atención de salud de la población y sobre la dignidad de la vida de las personas, las cuales ejercen la profesión de enfermería, pues se delinea una mayor inestabilidad en relación al vínculo con su empleo; disminución de salarios, por cuenta de la amplia reserva de recursos, vistos como mera mano de obra; el aumento del grado de vulnerabilidad social, la inversión no proporcionada del Estado en el área de la salud, intensificando la falta de recursos humanos y materiales para el desarrollo de una asistencia de enfermería de calidad, lo que conduce al sufrimiento en el trabajo, el aumento del individualismo y de la competencia desenfrenada entre las personas regulada por una sola ética, la ética del mercado, la cual se puede decir es perversa. (14)
La Violencia desde la Bioética
La violencia como problema social multicausal ha sido estudiado por diferentes actores sociales dentro de los segmentos del saber, así ha sido un punto importante para los científicos sociales, para la política pública sin terminar de ser considerada completamente en el ámbito de la bioética. Lo que pudiera originar entonces la interrogante porque abordar este tema desde la bioética, ¿cuando no se constituye una prioridad dentro de este campo? La respuesta sería porque precisamente no es una prioridad, o porque aún no se tiene claro cuál es la importancia de la bioética y lo que pudiera ofrecer en cuanto a la violencia. O ¿será que la multicausalidad hace difícil su abordaje?
La salud es un aspecto básico a considerar, pues su concepción orienta la intervención y el marco de acción de los trabajadores de la salud. Se debiese comenzar por definirlo como un proceso, en vez de un estado, donde no solo es la ausencia de enfermedad si no la búsqueda de ese bienestar biopsicosocial que hace más amplio el panorama pues abarca el contexto donde se halle la persona, las características de éste con la existencia de bienes primarios como condiciones de vida que garanticen la salud, la oportunidad de alimentación, habitación, educación, centros de trabajo, seguridad social, protección ambiental y de grupos humanos vulnerables, entre otros.
Todos estos aspectos forman parte de la agenda de salud pública la cual es considerada dentro de los Derechos Humanos. (15) La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en su artículo 25 muestra los puntos en común con la salud pública: "Todos los seres humanos tienen derecho a un nivel adecuado para su salud y bienestar propio y de su familia, incluyendo alimentación, vestido, habitación y atención médica, así como los servicios sociales necesarios y o directos a la seguridad en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez u otra escasez en su vida debido a circunstancias fuera de su control".(16)
Sin embargo, el proceso científico que supuestamente debe tender a dar respuesta a los problemas del mundo, deja de lado los problemas relacionados con las mejoras de las condiciones de salud de las poblaciones y la vida humana global. Por lo que se hace necesaria una agenda amplia donde se considere la promoción de los derechos y deberes humanos, la solidaridad y la comprensión de la interdependencia como condición en la búsqueda de la salud.
Por otro lado, la situación es diferente en los países de acuerdo a su desarrollo económico y social. Así, para los países con mayor desarrollo donde la tecnología aumenta a pasos agigantados, con mayor disponibilidad de recursos humanos y financieros, poseen mayores problemas de contaminación ambiental derivados de la producción industrial, problemas de salud por exceso de alimentos o calidad de los productos ingeridos, abuso de tabaco, alcohol y drogas y la sedentaridad.
Mientras que para los países menos desarrollados como Venezuela la problemática es diferente, lo que amerita que sean planificadas nuevas políticas y reorientar las estrategias ya existentes.
Se han hecho propuestas de bioética de protección para hacer frente a las necesidades colectivas en Latinoamérica como la de Schramm y Kottow en la cual se afirma la aceptación del principio de protección implica la justificación de someter la autonomía individual a los intereses del bien común. De modo que la
legitimidad de las acciones sanitarias es la inevitable restricción de autonomía individual constituyen características de los actos protectores, donde la protección es una forma de poder sui generis que avala el principio de responsabilidad y es caracterizado por la postergación de las obligaciones frente al individuo. De tal manera que la justicia sanitaria prevalece sobre la autonomía individual. El abordaje de la violencia desde la bioética está justificado por la calidad de vida, que causa dolor y muerte (17). Si también se interpreta a la violencia como una forma de relación humana donde se produce con la intención de dañar (principio de maleficencia), del mismo modo que se lesiona la autonomía de otro, esto demuestra la apertura de la bioética en esta problemática. (18) Especialmente debiera ser campo de bioética si se considera la violencia como una inequidad o falta de justicia. De esta forma se podría mostrar la relación entre la violencia y los derechos humanos, y a su vez como un aspecto importante a considerar dentro de la salud pública.
Resultando contradictorio el despertar en cuanto a la tenencia de derechos en el momento que esos derechos son violados. Así se hace cada vez más frecuente la existencia de niños maltratados dentro del hogar, en la escuela; las mujeres violentadas psicológicamente, físicamente y sexualmente; los jóvenes pierden la vida, don invalorable, solo para obtener una prenda de vestir, un aparato telefónico; los adultos mayores maltratados en la forma más dolorosa, dejando de ser personas para convertirse en cosas acumuladas en cualquier rincón de sus hogares, en los mejores de los casos. Todos estos grupos representan los diferentes estadios de crecimiento más vulnerables a la violencia.
La violencia debe preparar al hombre a enfrentar la violencia, esto no debe ser una utopía; la bioética debe contemplar tanto los niveles de bienestar, de amor y satisfacción como su reverso, las diferentes formas de violencia a que se está expuesto. Por consiguiente, lo propio de la bioética es que intente develar y dilucidar en forma rigurosa todos los problemas del hombre, de los que por otra parte, no puede zafarse ni eludirlos. (19)
La dimensión ética de la profesión de enfermería, el fin de su acción profesional no es otro que ese bien moral que es lo que personalmente lo hace eficiente: contribuir con todas las herramientas de conocimientos, habilidades y destrezas así como la experiencia profesional a que la persona desarrolle habilidades de resiliencia: pueda seguir manteniendo la esperanza, creer en un futuro mejor y conservar energía con ganas de vivir en armonía y paz. Con lo cual no se busca que renuncie a la convivencia armónica con paz y tolerancia, o que acepte las formas de violencia como situaciones válidas de vida sino que continúe buscando formas viables para no reproducirlas y lograr alcanzar una vida armónica, pacífica y tolerante.
Se necesita el esfuerzo ético de ser felices conviviendo en paz, sin que sea visto como un esfuerzo penoso quedando solo en el deber ser, si no en el esfuerzo gustoso del ser.
Referencias Bibliográficas
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12. CECODAP Estadísticas de Violencia en Niños, Niñas y Adolescentes durante el año 2008-2009. Disponible en: http://www. cecodap.org.ve.
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