Fuente: diariomedico.com
Simplemente no. No deben representarnos. No es aceptable que tantos esfuerzos realizados a lo largo de la historia para dotar de rigor científico a las prácticas de la medicina, sean sepultadas por los intereses comerciales y económicos. Resulta inaceptable que todas las iniciativas encaminadas a convertir a las personas y a los pacientes en dueños de su propia salud, se vean aplastadas por pensamientos con base mágica y "chamática". Pido, y exijo, que "paren la colegiación obligatoria, que de este tren, yo me bajo".
Cómo se puede afirmar, con un mínimo de rigor científico, y si rubor por ocultar los intereses comerciales derivados de "tanta formación homeopática", que "los médicos debe utilizar preferentemente los fármacos con eficacia demostrada". Pero, ¿no es la misión fundamental de los Colegios Médicos, defender a los ciudadanos de los intereses y de la ausencia de escrúpulos de los médicos displicentes? ¿No tienen los Colegios la responsabilidad de proteger a la población de la indefensión que se origina al carecer ésta de criterio técnico y científico, para discriminar entre las buenas y malas prácticas deontológicas?
A partir de ahora, resulta que todo vale. Pero además, todo vale de manera oficial. Pues hasta la fecha, antes de esta singular y dudosa decisión del Ministerio de Sanidad, que no alcanzo a averiguar cómo pretende defender los intereses de los ciudadanos, hasta la fecha, eran muchos los intereses comerciales relacionados con los productos conocidos como homeopáticos, pero iban expandiéndose en nuestro medio de manera "a-oficial" o "para-oficial" al sistema sanitario público.
Puede que tenga cegada la razón y me esté imaginando todo. Puede que no haya detrás de esta decisión intereses comerciales; sin embargo me bullen algunas cuestiones: ¿por qué los Colegios Médicos y la OMC evitan exponer con rigor la información científica que hasta el momento disponemos de estos productos?. ¿Por qué a partir de ahora los vamos a denominar fármacos?; ¿Acaso se van a aprobar su utilización como efecto placebo, pues no han demostrado su superioridad, e incluso en ocasiones tampoco lo igualan?.
En definitiva, en vez de aceptar ante los ciudadanos nuestra realidad como profesionales, derivada de que en salud todavía tenemos enormes lagunas de conocimiento y que no tenemos "pastillas para todo". En vez de apostar porque las personas compartan con nosotros la responsabilidad en los cuidados de su salud, nos empeñamos, una vez más, en consolidar nuestro "estatus de poder" como médicos. En este caso con la magia derivada de sustancias que nada han demostrado. Unas sustancias "sobre las que nosotros, los profesionales, poseemos su conocimiento y su sabiduría", y por tanto, seguimos manteniendo "el control de la situación" ante nuestros desarmes pacientes.
Simplemente no. Deseo que el Ministerio de Sanidad recobre la senda del rigor científico, como ya han tomado algunos de los países de nuestro entorno, y que los Colegios Médicos abandonen esta ambigüedad calculada.
Nuestro país, nuestros ciudadanos, necesitan rigor y honestidad.
Simplemente no. No deben representarnos. No es aceptable que tantos esfuerzos realizados a lo largo de la historia para dotar de rigor científico a las prácticas de la medicina, sean sepultadas por los intereses comerciales y económicos. Resulta inaceptable que todas las iniciativas encaminadas a convertir a las personas y a los pacientes en dueños de su propia salud, se vean aplastadas por pensamientos con base mágica y "chamática". Pido, y exijo, que "paren la colegiación obligatoria, que de este tren, yo me bajo".
Cómo se puede afirmar, con un mínimo de rigor científico, y si rubor por ocultar los intereses comerciales derivados de "tanta formación homeopática", que "los médicos debe utilizar preferentemente los fármacos con eficacia demostrada". Pero, ¿no es la misión fundamental de los Colegios Médicos, defender a los ciudadanos de los intereses y de la ausencia de escrúpulos de los médicos displicentes? ¿No tienen los Colegios la responsabilidad de proteger a la población de la indefensión que se origina al carecer ésta de criterio técnico y científico, para discriminar entre las buenas y malas prácticas deontológicas?
A partir de ahora, resulta que todo vale. Pero además, todo vale de manera oficial. Pues hasta la fecha, antes de esta singular y dudosa decisión del Ministerio de Sanidad, que no alcanzo a averiguar cómo pretende defender los intereses de los ciudadanos, hasta la fecha, eran muchos los intereses comerciales relacionados con los productos conocidos como homeopáticos, pero iban expandiéndose en nuestro medio de manera "a-oficial" o "para-oficial" al sistema sanitario público.
Puede que tenga cegada la razón y me esté imaginando todo. Puede que no haya detrás de esta decisión intereses comerciales; sin embargo me bullen algunas cuestiones: ¿por qué los Colegios Médicos y la OMC evitan exponer con rigor la información científica que hasta el momento disponemos de estos productos?. ¿Por qué a partir de ahora los vamos a denominar fármacos?; ¿Acaso se van a aprobar su utilización como efecto placebo, pues no han demostrado su superioridad, e incluso en ocasiones tampoco lo igualan?.
En definitiva, en vez de aceptar ante los ciudadanos nuestra realidad como profesionales, derivada de que en salud todavía tenemos enormes lagunas de conocimiento y que no tenemos "pastillas para todo". En vez de apostar porque las personas compartan con nosotros la responsabilidad en los cuidados de su salud, nos empeñamos, una vez más, en consolidar nuestro "estatus de poder" como médicos. En este caso con la magia derivada de sustancias que nada han demostrado. Unas sustancias "sobre las que nosotros, los profesionales, poseemos su conocimiento y su sabiduría", y por tanto, seguimos manteniendo "el control de la situación" ante nuestros desarmes pacientes.
Simplemente no. Deseo que el Ministerio de Sanidad recobre la senda del rigor científico, como ya han tomado algunos de los países de nuestro entorno, y que los Colegios Médicos abandonen esta ambigüedad calculada.
Nuestro país, nuestros ciudadanos, necesitan rigor y honestidad.
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