lunes, 12 de septiembre de 2011

ESPAÑA: "LA CRISIS LANZA LA ADOPCIÓN DE EMBRIONES"

 Fuente: www.abc.es
En tiempos de crisis, lo primero de lo que se prescinde es de lo superfluo. Cuando la recesión persiste, la cartera se cierra y se espera a que amaine el temporal. En estas circunstancias, ¿qué ocurre con aquellas parejas que por problemas de fertilidad pensaban recurrir a la reproducción asistida? Expertos de diversos centros de reproducción asistida consultados por ABC coinciden en que la actual situación de ajustes ha obligado a estos futuros padres a replantear su estrategia. Según los especialistas, debido a la recesión se ha producido una caída de los tratamientos de fecundación «in vitro» (FIV) en España, uno de los procedimientos más caros y cuyo coste oscila entre los 4.000 y los 6.000 euros, y ha conducido a las parejas a optar por soluciones más económicas como las adopciones de embriones, cuyo precio es sensiblemente menor.

En estos últimos procesos las parejas se ahorran el coste de la medicación que supone la estimulación ovárica y también la tarifa del quirófano para realizar la punción ovárica. Las parejas con problemas de fertilidad que optan por una FIV o por una inseminación artificial tienen hijos con sus características genéticas porque se utiliza el esperma y los óvulos de la pareja. En definitiva, se reproduce en el laboratorio lo que sucede en la Naturaleza. Las parejas que recurren a una adopción embrionaria —se transfiere a la mujer un embrión sobrante de un tratamiento de fertilidad de otra pareja — renuncian a tener hijos genéticamente propios.

Renunciar a la genética

«Son parejas que están dispuestas a sacrificar esa cuestión para poder ser padres, ya que no pueden costearse otro procedimiento», explicó en declaraciones a ABC la doctora Marisa López-Teijón, responsable de Reproducción Asistida del Instituto Marquès de Barcelona, que cuenta con un programa pionero a nivel internacional de adopción de embriones.
En el último año y medio, la cifra de parejas con problemas de fertilidad que se decantan por esta salida ha aumentado considerablemente. El Instituto Marquès de Barcelona creó hace años un banco de embriones procedentes de padres sanos menores de 35 años que habían quedado a disposición del centro después de que los progenitores no especificaran cuál debía ser su destino.
«Un 40% de las parejas que acuden al centro para realizarse una FIV y obtienen varios embriones evitan responder qué quieren hacer con los sobrantes», explica López-Teijón. En estos casos, el centro los acoge en el Programa de Adopción de Embriones y los pone a disposición de personas (parejas o mujeres en solitario) que deseen entrar en el programa.
«Los candidatos son de varios perfiles: desde mujeres que quieren ser madres en solitario a parejas con problemas severos de fertilidad cuya única opción es la adopción, pacientes con abortos de repetición o personas que podrían optar por una FIV pero que no pueden costeársela», asegura la experta del Instituto barcelonés.
En paralelo al aumento de esta alternativa, en el citado centro se ha registrado una caída importante de las demandas de FIV, «directamente relacionada con la crisis. Este tipo de tratamientos podrían haber descendido entre un 20 y un 30%, afirma López-Teijón, quien aclara que «la caída ha sido mucho más fuerte en los centros pequeños» que en las grandes clínicas de referencia.
En el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), otra de las instituciones de referencia en este tipo de procedimientos, la caída no ha sido en cifras absolutas pero sí exponencial.
En el año 2009 el centro registró 12.006 consultas por problemas de fertilidad; en 2010 un total de 13.864 y en lo que llevamos de 2011 ya han notificado 8.500. «Aparentemente podríamos decir que no se ha notado la crisis, aunque en realidad, teniendo en cuenta la línea ascendente de los últimos años, no es aventurado decir que este año deberían haber sido más», interpretan portavoces del Instituto Valenciano de Infertilidad.
En algunos de sus centros, como el de Castellón, sí se ha percibido una caída real en la demanda de fecundaciones «in vitro». En ocasiones, estos procedimientos, que suelen costar 5.000 euros, se encarecen porque no se consigue el embarazo en el primer intento y las parejas deben someterse a dos o más procesos.

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