Fuente: www.elmundo.es
Quince años después del anuncio de la clonación de la oveja Dolly, la técnica de la transferencia nuclear (en terminología científica) vuelve a estar presente en las mesas de laboratorio. Atravesó una época de incertidumbre tras la aparición de otra técnica para obtener células similares a las embrionarias (o iPS) sin necesidad de emplear óvulos ni embriones, los dos grandes handicaps éticos que estas investigaciones tienen para muchas personas. Pero los últimos análisis publicados en diferentes revistas científicas muestran las diferencias que las iPS tienen frente a sus 'primas', las embrionarias, lo que podría suponer una limitación para su empleo en humanos y un nuevo impulso para la clonación terapéutica.
Aunque se dio a conocer popularmente en todo el mundo con la aparición de la oveja Dolly el 23 de febrero de 1997, la técnica de la transferencia nuclear tiene bastantes años más, concretamente 60. A Robert Briggs, que había trabajado en una fábrica de zapatos y que consiguió ganar dinero tocando el banjo antes de convertirse en científico, la idea de la transferencia nuclear le había llamado la atención cuando estaba estudiando el papel del núcleo y sus cromosomas en el Hospital Lankenau (Filadelfia, EEUU) en 1949. Once años antes, en 1938, otro científico alemán, Hans Spemann, ya había propuesto un experimento de este tipo, pero cuando Briggs puso en marcha sus investigaciones no conocían esos datos. Tras recibir una beca de investigación y empezar a colaborar con Thomas King, un experto en microcirugía, consiguieron clonar la 'Rana pipiens', cuyos datos publicaron en 1952.
La transferencia nuclear consiste en extraer el núcleo de un óvulo del organismo a clonar, que es donde reside el material genético, y quitar también el núcleo de una célula somática (no reproductiva) que es donde se inserta el óvulo enucleado. Lo que Briggs y Kings hicieron fue utilizar como células somáticas embriones de rana, que tienen más capacidad para desarrollar un ser completo. El paso que dio Ian Wilmut, el 'padre' de Dolly, fue emplear un método con el que podía crear clones a partir de una célula adulta (no embrionaria). En su caso, tomó células de la glándula mamaria de una oveja que fueron fusionadas, utilizando descargas eléctricas, con un óvulo sin núcleo de oveja.
A partir de entonces, han sido muchos los investigadores que se han lanzado a clonar diferentes especies de animales: ratones, ganado vacuno, cerdos, caballos... Esta carrera no ha estado exenta de obstáculos. Uno de ellos fue el escándalo generado por el fraude del investigador coreano Woo Suk Hwang, al anunciar en 2004 haber clonado un embrión humano, cuando posteriormente se comprobó que no era cierto. La otra gran traba es el dilema ético en torno a su empleo. De ahí que, cuando James Thomson y Shinya Yamanaka publicaran simultáneamente en 2007 la obtención de células similares a las embrionarias, o iPS (de potencialidad inducida), se produjera otra gran revolución. Hasta tal punto, que el propio Wilmut anunció que abandonaba la investigación con transferencia nuclear por el estudio de las iPS.
La técnica de la reprogramación celular consiste en insertar uno o varios genes (u otras moléculas) en el interior de una célula adulta, por ejemplo de la piel, para que sean estos elementos los que empiecen a reprogramar internamente a esa célula y que su 'reloj vital' dé marcha atrás. De tal manera que a partir de una etapa adulta se vuelva a una etapa inicial en la que, con el empleo de cultivos, los investigadores puedan transformar esa célula en cualquier otra sin necesidad de utilizar un embrión o un óvulo y quedando fuera cualquier debate ético. El objetivo sería desarrollar, a partir de las iPS, células o tejidos sanos que pudieran reemplazar a los dañados por una enfermedad incurable, por ejemplo el Parkinson.
Santaló sigue en esta línea de investigación. "Ahora utilizamos el modelo de la clonación reproductiva para optimizar los mecanismos de reprogramación, pero también para producir células madre embrionarias a partir de embriones clonados", explica.
Otro especialista que continúa en este campo en nuestro país es Emilio Martínez, catedrático de Patología Animal en el departamento de Medicina y Cirugía Animal de la Universidad de Murcia, quien también hace unos años utilizó la transferencia nuclear para clonar cerdos. "Nuestro objetivo era poner a punto estos sistemas en la especie porcina con el fin de utilizarla en el campo de la transgénesis para la obtención de biomodelos animales. El empleo de estos modelos para el estudio de distintas enfermedades humanas con un componente genético específico, o de animales generadores de órganos para ser incluidos en los programas de trasplante en la especie humana (xenotrasplantes) son claros ejemplos de la importancia de estas tecnologías. La clonación de animales transgénicos para el programa de xenotrasplante que se lleva a cabo en la Comunidad de Murcia constituye uno de los próximos retos de nuestro grupo de investigación".
Para Edward Fergunson, del departamento de Ciencias Agrícolas de la Universidad McNeese State (en Lake Charles, Lousiana, EEUU), la clonación de animales transgénicos, algo en lo que ha trabajado, "es el uso más valioso de la transferencia nuclear, ya que reduce el precio de reproducir muchas copias de un animal transgénico valioso para productos farmacéuticos o algún tipo enfermedades. También es posible que las mejoras en los protocolos de estimulación ovárica pueda llevar a métodos más exitosos de congelación de ovocitos para la fertilización in vitro. De llegar a buen puerto, tendría un tremendo impacto en la salud humana y en el desarrollo profesional de las mujeres, que ya no tendrían que elegir entre una carrera o una familia".
Carlos Simón, director científico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), comparte con estos investigadores la consideración de la relevancia que ha tenido la transferencia nuclear durante estos años. "La clonación ha servido para conocer la biología del desarrollo. Lo que ocurre es que en la tecnología hay dos partes, una es lo que se inventa y otra, su repercusión clínica. En sí esta tecnología es fantástica, pero no ha podido traducirse en una aplicación para los pacientes".
Este experto, que actualmente está trabajando en la identificación y desarrollo de químicos que puedan mejorar la eficiencia de esta técnica al igual que la de la producción de células iPS, cree en que el futuro de la clonación pasa por "mejorar el manejo de importantes especies para la agricultura; ser un medio para producir proteínas relevantes a nivel comercial y terapéutico y servir como una fuente de órganos para xenotrasplantes dirigidos a personas".
Juan Carlos Izpisúa, investigador del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona y del Instituto Salk de Estudios Biológicos de La Jolla (California, EEUU), cree que "la transferencia nuclear al igual que los métodos de reprogramación a células iPS abren las puertas al establecimiento de la medicina personalizada. Estas células madre pueden diferenciarse a cualquier tejido que pudiéramos necesitar y además posibilitan el descubrimiento de nuevos fármacos. De igual importancia es el hecho de que las tecnologías de reprogramación permiten el estudio de enfermedades genéticas, que de otra forma sería imposible de realizar, y lo que es más importante, la corrección genética y el reemplazo de células 'mutantes' en pacientes afectados".
No obstante, este especialista señala que un gran volumen de los trabajos que se están desarrollando ahora es para mejorar la seguridad de estas técnicas. "La experiencia obtenida con los primeros intentos clínicos de terapia génica ha provocado que todos seamos especialmente cautos a la hora de evaluar los resultados obtenidos en el laboratorio y puedo decir que la palabra 'seguridad' es quizás una de las más mencionadas en el campo de las células madre".
Quince años después del anuncio de la clonación de la oveja Dolly, la técnica de la transferencia nuclear (en terminología científica) vuelve a estar presente en las mesas de laboratorio. Atravesó una época de incertidumbre tras la aparición de otra técnica para obtener células similares a las embrionarias (o iPS) sin necesidad de emplear óvulos ni embriones, los dos grandes handicaps éticos que estas investigaciones tienen para muchas personas. Pero los últimos análisis publicados en diferentes revistas científicas muestran las diferencias que las iPS tienen frente a sus 'primas', las embrionarias, lo que podría suponer una limitación para su empleo en humanos y un nuevo impulso para la clonación terapéutica.
Aunque se dio a conocer popularmente en todo el mundo con la aparición de la oveja Dolly el 23 de febrero de 1997, la técnica de la transferencia nuclear tiene bastantes años más, concretamente 60. A Robert Briggs, que había trabajado en una fábrica de zapatos y que consiguió ganar dinero tocando el banjo antes de convertirse en científico, la idea de la transferencia nuclear le había llamado la atención cuando estaba estudiando el papel del núcleo y sus cromosomas en el Hospital Lankenau (Filadelfia, EEUU) en 1949. Once años antes, en 1938, otro científico alemán, Hans Spemann, ya había propuesto un experimento de este tipo, pero cuando Briggs puso en marcha sus investigaciones no conocían esos datos. Tras recibir una beca de investigación y empezar a colaborar con Thomas King, un experto en microcirugía, consiguieron clonar la 'Rana pipiens', cuyos datos publicaron en 1952.
La transferencia nuclear consiste en extraer el núcleo de un óvulo del organismo a clonar, que es donde reside el material genético, y quitar también el núcleo de una célula somática (no reproductiva) que es donde se inserta el óvulo enucleado. Lo que Briggs y Kings hicieron fue utilizar como células somáticas embriones de rana, que tienen más capacidad para desarrollar un ser completo. El paso que dio Ian Wilmut, el 'padre' de Dolly, fue emplear un método con el que podía crear clones a partir de una célula adulta (no embrionaria). En su caso, tomó células de la glándula mamaria de una oveja que fueron fusionadas, utilizando descargas eléctricas, con un óvulo sin núcleo de oveja.
A partir de entonces, han sido muchos los investigadores que se han lanzado a clonar diferentes especies de animales: ratones, ganado vacuno, cerdos, caballos... Esta carrera no ha estado exenta de obstáculos. Uno de ellos fue el escándalo generado por el fraude del investigador coreano Woo Suk Hwang, al anunciar en 2004 haber clonado un embrión humano, cuando posteriormente se comprobó que no era cierto. La otra gran traba es el dilema ético en torno a su empleo. De ahí que, cuando James Thomson y Shinya Yamanaka publicaran simultáneamente en 2007 la obtención de células similares a las embrionarias, o iPS (de potencialidad inducida), se produjera otra gran revolución. Hasta tal punto, que el propio Wilmut anunció que abandonaba la investigación con transferencia nuclear por el estudio de las iPS.
La técnica de la reprogramación celular consiste en insertar uno o varios genes (u otras moléculas) en el interior de una célula adulta, por ejemplo de la piel, para que sean estos elementos los que empiecen a reprogramar internamente a esa célula y que su 'reloj vital' dé marcha atrás. De tal manera que a partir de una etapa adulta se vuelva a una etapa inicial en la que, con el empleo de cultivos, los investigadores puedan transformar esa célula en cualquier otra sin necesidad de utilizar un embrión o un óvulo y quedando fuera cualquier debate ético. El objetivo sería desarrollar, a partir de las iPS, células o tejidos sanos que pudieran reemplazar a los dañados por una enfermedad incurable, por ejemplo el Parkinson.
Vías para optimizar la clonación
Con la aparición de las iPS, "la gente pensó que las células embrionarias ya no eran necesarias, pero hemos visto que no son iguales. Cuando se analizan parece que recuerdan el origen de donde provienen, es decir, que podrían no ser totipotentes. Además, tienen limitaciones técnicas importantes. Por este motivo, tampoco está abandonada la clonación terapéutica. Son dos vías paralelas", apunta Josep Santaló, catedrático del departamento de Biología Celular de la Universidad Autónoma de Barcelona, que estuvo al frente de la primera clonación de animales (ratones) en España.Santaló sigue en esta línea de investigación. "Ahora utilizamos el modelo de la clonación reproductiva para optimizar los mecanismos de reprogramación, pero también para producir células madre embrionarias a partir de embriones clonados", explica.
Otro especialista que continúa en este campo en nuestro país es Emilio Martínez, catedrático de Patología Animal en el departamento de Medicina y Cirugía Animal de la Universidad de Murcia, quien también hace unos años utilizó la transferencia nuclear para clonar cerdos. "Nuestro objetivo era poner a punto estos sistemas en la especie porcina con el fin de utilizarla en el campo de la transgénesis para la obtención de biomodelos animales. El empleo de estos modelos para el estudio de distintas enfermedades humanas con un componente genético específico, o de animales generadores de órganos para ser incluidos en los programas de trasplante en la especie humana (xenotrasplantes) son claros ejemplos de la importancia de estas tecnologías. La clonación de animales transgénicos para el programa de xenotrasplante que se lleva a cabo en la Comunidad de Murcia constituye uno de los próximos retos de nuestro grupo de investigación".
Para Edward Fergunson, del departamento de Ciencias Agrícolas de la Universidad McNeese State (en Lake Charles, Lousiana, EEUU), la clonación de animales transgénicos, algo en lo que ha trabajado, "es el uso más valioso de la transferencia nuclear, ya que reduce el precio de reproducir muchas copias de un animal transgénico valioso para productos farmacéuticos o algún tipo enfermedades. También es posible que las mejoras en los protocolos de estimulación ovárica pueda llevar a métodos más exitosos de congelación de ovocitos para la fertilización in vitro. De llegar a buen puerto, tendría un tremendo impacto en la salud humana y en el desarrollo profesional de las mujeres, que ya no tendrían que elegir entre una carrera o una familia".
Carlos Simón, director científico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), comparte con estos investigadores la consideración de la relevancia que ha tenido la transferencia nuclear durante estos años. "La clonación ha servido para conocer la biología del desarrollo. Lo que ocurre es que en la tecnología hay dos partes, una es lo que se inventa y otra, su repercusión clínica. En sí esta tecnología es fantástica, pero no ha podido traducirse en una aplicación para los pacientes".
Temas pendientes
Por otro lado, tal y como apunta Kenneth Eilertsen, del departamento de Epigenética y Reprogramación Nuclear del Centro de Investigación Biomédica de Pennington (en Baton Rouge, Lousiana), "la tasa de éxito [de la clonación] es todavía baja, con una eficiencia global -que cambia entre las especies- de sólo un 1%, lo que no es realmente viable para especies tan importantes como el ganado".Este experto, que actualmente está trabajando en la identificación y desarrollo de químicos que puedan mejorar la eficiencia de esta técnica al igual que la de la producción de células iPS, cree en que el futuro de la clonación pasa por "mejorar el manejo de importantes especies para la agricultura; ser un medio para producir proteínas relevantes a nivel comercial y terapéutico y servir como una fuente de órganos para xenotrasplantes dirigidos a personas".
Juan Carlos Izpisúa, investigador del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona y del Instituto Salk de Estudios Biológicos de La Jolla (California, EEUU), cree que "la transferencia nuclear al igual que los métodos de reprogramación a células iPS abren las puertas al establecimiento de la medicina personalizada. Estas células madre pueden diferenciarse a cualquier tejido que pudiéramos necesitar y además posibilitan el descubrimiento de nuevos fármacos. De igual importancia es el hecho de que las tecnologías de reprogramación permiten el estudio de enfermedades genéticas, que de otra forma sería imposible de realizar, y lo que es más importante, la corrección genética y el reemplazo de células 'mutantes' en pacientes afectados".
No obstante, este especialista señala que un gran volumen de los trabajos que se están desarrollando ahora es para mejorar la seguridad de estas técnicas. "La experiencia obtenida con los primeros intentos clínicos de terapia génica ha provocado que todos seamos especialmente cautos a la hora de evaluar los resultados obtenidos en el laboratorio y puedo decir que la palabra 'seguridad' es quizás una de las más mencionadas en el campo de las células madre".
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