Fuente; listindiario.com.do
FALTA DE EDUCACIÓN PROVOCA ESTIGMAS Y FALSAS CREENCIAS QUE LOS MINIMIZAN COMO HUMANOS
Según expertos, no existe una definición que especifique los límites de una enfermedad mental. En su tratamiento participan psicólogos y psiquiatras, educadores sociales, enfermeros, terapeutas ocupacionales y otros profesionales.
A los enfermos mentales les resulta difícil la integración a la vida normal, sobre todo después de haber estado interno en un centro psiquiátrico.
La psiquiatra Susana Guerrero afirma que estos pacientes son rechazados por la sociedad y, en muchos casos, por su familia, lo que provoca el retraso en su conducta.
Guerrero, encargada de la unidad de media estadía de hombres del Centro Psiquiátrico Padre Billini, en una entrevista para el LISTÍN DIARIO, calificó de gratificante el hecho de trabajar con pacientes con esa condición.
“Nosotros nos convertimos en sus familias y servimos de fuente para que puedan accesar a la realidad y poder ver su mejoría”, expresó.
Vidas en el “28”
Algunos enfermos caminan en los pasillos del “28”, como es conocido el centro, otros se sientan en los bancos y el piso, entre al mal olor a orina y el polvo. “Dinna”, quien padece de retraso mental, sonríe y juega con aquello que le rodea, mientras te da la bienvenida. “Doctora vamos de paseo para la playa”, decía la dama dentro de su mundo de fantasía, cercano a la niñez.
Como “Dinna”, también se encuentra “Bebe”, una señora de algunos 70 años, la que ha tenido que vivir 50 años de su vida en ese centro hospitalario.
“Bebe padece de retraso mental y se cree que proviene de una familia de la alta sociedad, pero no sabe cuál”, dijo la psiquiatra Leidy Batista, encarga de la unidad crónica de mujeres del hospital.
La sociedad debe educarse
Las doctoras Guerrero y Batista coincidieron en afirmar que los pacientes con enfermedad mental son rechazados por la sociedad debido a la falta de educación, lo cual provoca especulaciones y rumores infundados que los minimiza como seres humanos.
“Primero es educar y desematizar al paciente psiquiátrico, que las personas entiendan que es alguien que necesita comprensión y afecto y ante la cual no deben sentir miedo”, expresó Batista.
Para ambas especialistas es doloroso ver cómo una madre abandona a su hijo, mientras que otras lloran a su lado. Por eso, el profesional de la salud mental logra entrar en contacto con las caras más agrias del ser humano. Y les duele ver el grado de despreocupación que puede llegar a tener un familiar hacia ellos.
Rechazados
Ser olvidado y rechazado, deprime. Los enfermos mentales viven en este pesar constante.
La encargada de trabajo social del Padre Billini, Laura Peña, dijo que el mayor problema se relaciona con los familiares de los pacientes ingresados quienes, en la mayoría de los casos, no les dan apoyo y en algunas ocasiones, desaparecen. “Las familias se olvidan de que el paciente está aquí y lo abandonan. Llegan a emergencia, lo dejan y se van”, agregó.
Además, se ha dado el caso de que muchos familiares y parientes dan teléfonos y direcciones falsos para evitar responsabilidades con los enfermos. “Es difícil saber que no los aceptan porque lo ideal sería que ellos los reciban y que los ayudaran”, sostuvo.
Las especialistas en psiquiatría dijeron que trabajan para que estos pacientes se reintegren y sean útiles y aceptados em la sociedad, con oportunidades como para cualquier otra persona.
Verlos trabajar y hacer una vida, sintiéndose valiosos es una labor por la que se debe luchar.
Enfermedades mentales
En el “28” son frecuentes los padecimientos de esquizofrenia, trastornos por sustancias ilícitas, bipolaridad, retraso mental y demencia por VIH.
Muchas enfermedades mentales se manifiestan en trastornos físicos o de ánimo. Entre estas aparcen la neurosis, hipocondría, desorden de la somatización, desorden facticio, paranoia, depresión, manía, agorafobia, estrés y fobia social.
Violación a sus derechos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con trastornos mentales se encuentran entre las más desatendidas del mundo. En muchas comunidades, las dichas no se consideran una afección, sino un síntoma de debilidad de carácter o un castigo por mal comportamiento.
Cuando se reconoce que esas personas padecen una afección médica, a menudo se les da un trato menos que humano. Esto se puede observar en centros de salud mental, hospitales y en las comunidades en general.
En su página web, la OMS indica que cerca de la mitad de los trastornos mentales se manifiestan antes de los 14 años de edad y que, aproximadamente, el 20% de los niños y adolescentes a nivel mundial tienen trastornos o problemas mentales.
Sin embargo, informaciones de esa página establecen que las regiones del mundo con los porcentajes más altos de población menor de 19 años son las que disponen de menos recursos. La mayoría de los países de ingresos bajos y medios cuentan con un solo psiquiatra infantil por cada millón a cuatro millones de habitantes.
Las estadísticas de la OMS precisan que alrededor de 800,000 personas se suicidan todos los años, el 86% de ellas en países de ingresos bajos y medios. Más de la mitad de las personas que se quitan la vida tienen de 15 a 44 años.
Las denuncias de violaciones de los derechos humanos de los pacientes psiquiátricos en la mayoría de los países son frecuentes, según la OMS.
SÍNTOMAS DE PÁNICO PUEDE DURAR MINUTOS
Pocos países cuentan con un marco legal que proteja debidamente los derechos de las personas con trastornos mentales.Dentro de los síntomas psíquicos, según los criterios de Diagnóstico de Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV-TR), está el pánico espontáneo en forma de crisis que suele durar minutos con miedo intenso a morir, perder el control, volverse loco, miedo a salir solo, miedo a hablar, a comer o a presentarse en público; ansiedad, nerviosismo, preocupaciones excesivas, irritabilidad, tensión muscular e insomnio.
También existen síntomas como pensamientos recurrentes que provocan malestar o actos repetitivos que se siente obligado a realizar: lavarse las manos todo el tiempo, experimentación perturbadora de un hecho muy traumático vivido en el pasado, tristeza, desinterés, pérdida o aumento de peso, pérdida de energía, baja autoestima, sentimientos de inutilidad o culpa excesivos, disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, disminución del interés sexual y del apetito, ideas recurrentes de muerte.
Además, sonambulismo, pesadillas, terrores nocturnos, narcolepsia, sueño excesivo; adicción al consumo de cocaína, anfetaminas, LSD, marihuana, alcohol, nicotina, cafeína y heroína.
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