Pionero en la investigación bioética, considera fundamental
compatibilizarla con la práctica clínica y conseguir así mejorar la
comunicación entre médico y paciente.Durante su estancia en la capital
catalana se ha mostrado defensor apasionado de la ética como parte
esencial de la práctica clínica. En su opinión, la ética ayuda en el
cuidado del paciente porque el cuidado moderno requiere de médicos y
enfermeras que estén al tanto de temas éticos en la práctica clínica
diaria.
"Debe saberse cómo comunicar de manera honrada y veraz, cómo
entregar a los pacientes el consentimiento informado y ser capaz de
hablar con los pacientes o saber si quieren que su familia o seres
queridos se involucren en sus decisiones o lo quieren hacer ellos solos.
Y, en los asuntos relacionados con el fin de la vida, tanto médico como
enfermera deben saber manejar el dolor, cuidados paliativos y los tipos
de elecciones que los pacientes pueden tomar entre cuidados más o menos
agresivos. Esta es una medicina rutinaria a día de hoy", ha explicado.
Para el experto, en un primer nivel, la ética ayuda a los
médicos y a las enfermeras a entender este tipo de preguntas pero, en un
segundo nivel, la ética "ayuda a la comunicación y a la interacción
entre el médico y el paciente", que llevan a las buenas prácticas. En
este sentido, cree que los comités éticos pueden asesorar a los
hospitales para que desarrollen y difundan comportamientos éticos.
A un mayor nivel, opina que la ética puede ayudar a que los
sistemas de salud se centren en los pacientes fuera del sistema, en los
más vulnerables, "para asegurar que se reduzcan al máximo las
inequidades, sobre todo pensando en el cuidado de pacientes con
enfermedad mental, discapacitados físicos o psíquicos o población
inmigrante".
Un término clave
Siegler acuñó el término
ética clínica en 1973, junto al desaparecido Alvan Feinstein. Como ha
recordado, "a principios de los años setenta, desarrollé una de las
primeras UCIs de Chicago, con muchas limitaciones y problemas que
pensaba que eran clínicos, pero que mis compañeros consideraban que eran
éticos, como que apenas teníamos seis camas en toda la ciudad y
debíamos decidir a quién dar el alta para dejar una libre".
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