Este es un espacio que tiene por objetivo informarte sobre derecho sanitario en general. Aquí encontrarás noticias, doctrina, jurisprudencia y novedades sobre cursos a dictarse relacionados con el derecho de la salud.
domingo, 31 de octubre de 2010
EL JEFE DE SERVICIO NO RESPONDE POR LOS ERRORES DE LOS SUBORDINADOS
La Audiencia Provincial de Madrid ha declarado en una sentencia que la mera condición de jefe de servicio no es suficiente para que nazca la responsabilidad penal por supuestos errores de los subordinados. El fallo recuerda que sólo el error grave es penalmente punible.
FUENTE: Diariomedico.com
No basta la condición de jefe de servicio para ser penalmente responsable de los errores cometidos por los subordinados. Así lo ha declarado en un fallo la Audiencia Provincial de Madrid tras la demanda interpuesta por los familiares de un paciente fallecido después de ser asistido en Urgencias por el jefe de servicio de un hospital y la médico residente que le atendió.
La sentencia afirma que en el caso estudiado el jefe del Servicio de Urgencias "en ningún momento mantuvo contacto personal con el paciente, no pasó consulta al enfermo, no tomó ninguna decisión terapéutica y ni siquiera fue consultado por los facultativos del servicio a lo largo de su estancia en la clínica". Teniendo en cuenta estas circunstancias, los magistrados aclaran que la condición de "superior jerárquico del servicio implica una lógica responsabilidad en cuanto a su organización y conlleva además la máxima autoridad como consultor de los restantes profesionales". Sin embargo, esta circunstancia "no es suficiente para configurar una responsabilidad penal por razón de eventuales errores cometidos por sus subordinados por la exclusiva circunstancia de dicha subordinación".
Alegaciones genéricas
En el caso analizado la parte demandante no ha podido probar cuál fue la responsabilidad del jefe de urgencias, ya que su escrito sólo comprende "alegaciones genéricas de naturaleza organizativa, imputando al recurrente por lo que considera una deficiente organización del servicio desde una perspectiva general".
En cuanto a la actuación de la médico residente, la resolución judicial, facilitada por Aranzadi, no aprecia responsabilidad penal de la facultativa. Según relata el fallo, cuando la médico entró a sustituir al facultativo que acababa su turno, éste le informó de que al enfermo se le habían administrado analgésicos por dolor lumbar. Sin embargo, en el turno de la acusada "el enfermo no presentó persistencia del dolor y los análisis proporcionaron resultados normales".
El dato relevante que lleva al tribunal autonómico a desestimar la reclamación penal es que la residente "informó de todo al médico adjunto".
En cualquier caso, y al tratarse de un error de diagnóstico, la Audiencia Provincial de Madrid recuerda que no constituye imprudencia en el ámbito de la responsabilidad médica "el mero error científico o de diagnóstico, salvo cuando configure un error cuantitativa o cualitativamente de extrema gravedad". Es decir, "sólo son penalmente relevantes los errores diagnósticos que sean de una magnitud tal que, de modo evidente, se aparten de lo que hubiera detectado cualquier médico de nivel y preparación similar".
EL PACIENTE DEBE ESTAR EN EL DISEÑO ASISTENCIAL
FUENTE: Diariomedico.com
Los expertos que han participado en el debate organizado por la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA) sobre el papel del ciudadano en la seguridad de la atención sanitaria han abogado por la participación de los pacientes en los programas de calidad y seguridad. La discusión ha sido uno de los argumentos que ha suscitado mayor interés durante el último congreso celebrado por la SECA en Santiago de Compostela y organizado por la sociedad homónima en Galicia (Sogalca).
"La opinión del paciente debe incorporarse sistemáticamente a la elaboración de las guías de práctica clínica y al diseño de los procesos asistenciales". Así de claro ha sido el presidente de la SECA, Pedro Parra, que ha ejercido de moderador de la mesa redonda. Ha admitido que últimamente existe un movimiento asociativo, que ha calificado de encomiable, pero que ha considerado insuficiente: "Hay que encontrar espacios donde los pacientes interactúen con los profesionales que elaboran los procesos; eso sí, cada actor en la medida que le corresponde, no va a decidir un paciente cual es el mejor método para abordar un cáncer".
En la misma línea, la directora general del Instituto Universitario Avedis Donabedian-UAB, Rosa Suñol, ha señalado que la atención centrada en el paciente se define como la atención que establece una colaboración entre profesionales, pacientes y sus familias para garantizar que las decisiones respeten las necesidades y preferencias del usuario y que tengan la educación y el apoyo que necesitan para tomar decisiones y participar en su atención.Suñol ha presentado algunos resultados del estudio MARQuIS, realizado para evaluar las estrategias dirigidas a mejorar la atención centrada en el paciente.
Participaron un total de 389 hospitales europeos, de los cuales 113 eran españoles (públicos y privados). Los resultados de los centros españoles indican que la implicación directa del paciente en actividades de aumento de la calidad está poco extendida. Los que aseguran implicar a los usuarios en estas actividades (siempre, casi siempre o a veces) representan entre el 8 por ciento de los casos con puntuación más baja y el 26 por ciento en la mejor de las situaciones.
Los datos muestran, sin embargo, que las políticas sobre información están disponibles en más del 80 por ciento de los hospitales y los términos sobre privacidad del paciente se cumplen en más del 90 por ciento. El 66,3 por ciento de los centros tienen políticas que abordan la implicación del paciente en su tratamiento y, en un porcentaje que se sitúa entre el 68 y el 95 por ciento, el equipo directivo y el comité asistencial analizan la opinión de pacientes. El proyecto DUQuE (ver DM del 14-IX-2010), amplía los objetivos del MARQuIS y evalúa el impacto que tienen las estrategias de calidad y la implicación del ciudadano mediante resultados de efectividad clínica, seguridad y percepción de los pacientes.
Seguridad
Según Clara González Formoso, enfermera de la Gerencia de Atención Primaria de Vigo, la asistencia centrada en el paciente supone también "un cambio significativo" porque agrega a la evidencia y la eficiencia, la consideración de la efectividad y la autonomía del paciente respecto a sus preferencias como factores clave de la toma de decisiones.
En su opinión, la seguridad del paciente es un componente fundamental de la calidad asistencial. En este sentido, Parra ha apuntado que la seguridad, sin concebirse como el objetivo del sistema, ha de plantearse como un requisito básico. González Formoso ha precisado cuales son los beneficios de un paciente bien informado: disminuye el número de ingresos, depresiones y bajas laborales, mejora la relación entre el profesional sanitario y el paciente, se incorporan hábitos de vida saludables y mejora el cumplimiento
Los expertos que han participado en el debate organizado por la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA) sobre el papel del ciudadano en la seguridad de la atención sanitaria han abogado por la participación de los pacientes en los programas de calidad y seguridad. La discusión ha sido uno de los argumentos que ha suscitado mayor interés durante el último congreso celebrado por la SECA en Santiago de Compostela y organizado por la sociedad homónima en Galicia (Sogalca).
"La opinión del paciente debe incorporarse sistemáticamente a la elaboración de las guías de práctica clínica y al diseño de los procesos asistenciales". Así de claro ha sido el presidente de la SECA, Pedro Parra, que ha ejercido de moderador de la mesa redonda. Ha admitido que últimamente existe un movimiento asociativo, que ha calificado de encomiable, pero que ha considerado insuficiente: "Hay que encontrar espacios donde los pacientes interactúen con los profesionales que elaboran los procesos; eso sí, cada actor en la medida que le corresponde, no va a decidir un paciente cual es el mejor método para abordar un cáncer".
En la misma línea, la directora general del Instituto Universitario Avedis Donabedian-UAB, Rosa Suñol, ha señalado que la atención centrada en el paciente se define como la atención que establece una colaboración entre profesionales, pacientes y sus familias para garantizar que las decisiones respeten las necesidades y preferencias del usuario y que tengan la educación y el apoyo que necesitan para tomar decisiones y participar en su atención.Suñol ha presentado algunos resultados del estudio MARQuIS, realizado para evaluar las estrategias dirigidas a mejorar la atención centrada en el paciente.
Participaron un total de 389 hospitales europeos, de los cuales 113 eran españoles (públicos y privados). Los resultados de los centros españoles indican que la implicación directa del paciente en actividades de aumento de la calidad está poco extendida. Los que aseguran implicar a los usuarios en estas actividades (siempre, casi siempre o a veces) representan entre el 8 por ciento de los casos con puntuación más baja y el 26 por ciento en la mejor de las situaciones.
Los datos muestran, sin embargo, que las políticas sobre información están disponibles en más del 80 por ciento de los hospitales y los términos sobre privacidad del paciente se cumplen en más del 90 por ciento. El 66,3 por ciento de los centros tienen políticas que abordan la implicación del paciente en su tratamiento y, en un porcentaje que se sitúa entre el 68 y el 95 por ciento, el equipo directivo y el comité asistencial analizan la opinión de pacientes. El proyecto DUQuE (ver DM del 14-IX-2010), amplía los objetivos del MARQuIS y evalúa el impacto que tienen las estrategias de calidad y la implicación del ciudadano mediante resultados de efectividad clínica, seguridad y percepción de los pacientes.
Seguridad
Según Clara González Formoso, enfermera de la Gerencia de Atención Primaria de Vigo, la asistencia centrada en el paciente supone también "un cambio significativo" porque agrega a la evidencia y la eficiencia, la consideración de la efectividad y la autonomía del paciente respecto a sus preferencias como factores clave de la toma de decisiones.
En su opinión, la seguridad del paciente es un componente fundamental de la calidad asistencial. En este sentido, Parra ha apuntado que la seguridad, sin concebirse como el objetivo del sistema, ha de plantearse como un requisito básico. González Formoso ha precisado cuales son los beneficios de un paciente bien informado: disminuye el número de ingresos, depresiones y bajas laborales, mejora la relación entre el profesional sanitario y el paciente, se incorporan hábitos de vida saludables y mejora el cumplimiento
FERTILIZACIÓN ASISTIDA
AUTOR:CARLOSGARCÍA-OCHOA DEL FRESNO
Aunque he tenido en más de una ocasión la oportunidad de contestar a personas que han opinado sobre aspectos éticos relacionados con la reproducción humana asistida, en esta ocasión no puedo ni debo dejar de hacerlo. He leído con interés el artículo de opinión que firma Juan Ramón de los Toyos González, profesor de Inmunología de la Universidad de Oviedo y miembro de la Sociedad Española de Bioética y Ética Médica, y he de decirle, en primer lugar, que nunca seré ni quisiera ser digno de pertenecer a esa Sociedad si tuviera que compartirla con personas como usted y a quien me temo represente. Personas que quieren seguir manipulando a la opinión pública amparándose en sus títulos y en el desconocimiento que la sociedad en general tiene sobre estas técnicas. Le voy a responder a sus afirmaciones:
Habla de los embriones humanos que han muerto en la puesta a punto de la técnica. Eso es cierto y más embriones que seguirán 'muriéndose'. Como profesor universitario de Inmunología, conocerá que en la especie humana se genera un porcentaje muy elevado de embriones no viables, es decir, que nunca darían lugar al nacimiento de un niño. Eso también ocurre con estas técnicas. Nos sugiere que debemos conocer lo que ocurre en un laboratorio de fecundación 'in vitro'. Me temo, profesor, que aquí sí que le supero en experiencia. Llevo 21 años trabajando en uno, y me temo que usted no haya pisado ninguno, por lo que, más que sugerir a los demás, soy yo el que le sugiero que conozca alguno para que sepa de qué está dando lecciones, profesor. Tiene el atrevimiento de decir que no es «infrecuente» producir una nueva vida humana mediante fecundaciones anónimas. Incluso osa decir que se generan huérfanos biológicos. Me va a permitir que salga en defensa de esos padres con hijos «huérfanos biológicos». Son parejas que, por desgracia, no tienen ningún gameto (óvulo y espermatozoide) y cuya única opción para ser padres es recurrir a donantes que generosamente se prestan a ello. Por suerte para las parejas, esta circunstancia es muy infrecuente, profesor. Que sufran problemas de identidad, psíquicos, de conducta y conflictos familiares, como menciona ese libro, es otro de los despropósitos. Profesor, si realmente tiene interés en conocer lo que le ocurre a esos niños, vaya a las revistas científicas independientes relacionadas con el asunto, como supongo que hace en su especialidad, y no recurra al título de un libro escrito por una persona de «su cuerda».
Dice que hay clínicas que ofertan bebés «a la carta». Si las hubiera, al menos en España, lo que debe hacer usted es denunciarlas, pues aquí «no hay carta». Como ya he oído en otras ocasiones (¿tienen ustedes un manual?), sacan a relucir lo de las madres a los 70 y cosas por el estilo. Habla usted de un caso y le quiere sacar partido a un colega que no se merece llamarlo así, a una paciente que nunca debiera haber recurrido a este tipo de técnicas y a un país donde le permitieron realizar el tratamiento. Yo le hablo de millones de fecundaciones 'in vitro' realizadas en parejas jóvenes con años de sufrimiento por no conseguir el ansiado y querido embarazo.
También refiere que las técnicas no son exitosas al 100%. Eso lo saben de sobra las parejas que se someten a estas técnicas. Para su desgracia, aún no somos capaces de embarazar a todas las parejas que recurren a nosotros. Esta parte es la más dura de nuestra especialidad. Técnicamente, conseguimos embriones, pero no siempre embarazos. Todavía desconocemos muchos de los mecanismos por los que el embrión se implanta en el útero, pero cada vez sabemos más y en otros 30 años (la primera niña nacida por fecundación 'in vitro' nació hace 32) conseguiremos tasas de embarazo muy superiores. Dice que «se puede llegar a una forma de encarnizamiento procreador». Su frase se descalifica por sí misma, profesor. Habla sobre los embriones: «se implantan varios, pero, sí solo se desea uno, se procede paso a paso a la reducción embrionaria; los no deseados van siendo eliminados uno tras otro». Se sigue superando, profesor. Pregúntele a una pareja que consigue un embarazo con estas técnicas -que, como ya le expliqué antes, no son todo lo exitosas que quisiéramos- sin va paso a paso y uno tras otro eliminando sus embriones ansiados. La frivolidad de sus afirmaciones me dejan perplejo y me imagino que aún más a las parejas que han tenido que pasar por esas circunstancias. Por cierto, ¿ha hablado y mirado a la cara a alguna pareja que haya realizado este tipo de tratamientos?
En España, la ley de mayo de 2006 prohíbe la transferencia de más de tres embriones. Lo que se debe conocer es que en realidad se suelen transferir dos embriones con el ánimo de que haya un embarazo de un solo niño. Aún así, solo en un 30% o en un 40% de las veces lo conseguimos. Es decir, que en el 60-70% no se consigue el embarazo. En ocasiones, conseguimos embarazos gemelares, cosa que no nos gusta a los equipos que trabajamos con esta técnica. En los embarazos de más de dos fetos ( menos del 1%), y dado que hay gran riesgo para la salud de la madre, estas parejas tienen que recurrir a la reducción embrionaria para solventar ese riesgo. Tendrán que reducir un saco embrionario y no uno tras otro como malintencionadamente usted indica, profesor.
Habla del diagnóstico genético preimplantacional, y se toma la libertad de incluirlos en «el marco de bebés a la carta, que nos llevará a la eugenesia, al intento de crear la súper-raza, el súper-hombre», profesor. La sociedad -no a la que usted pertenece-, sino la sociedad de andar por la calle, debe conocer que esta técnica nos permite transferir embriones «sanos» en parejas portadoras de enfermedades genéticas, para traer al mundo niños sanos y no hacer súperhombres como usted dice, profesor. Sobre los embriones congelados y que no desean ser utilizados por sus padres biológicos, la Ley de Reproducción Asistida permite, entre otros usos, el destino para investigación con células madre, de enfermedades que afectan a millones de personas (espero que ninguna de su familia), como pueden ser las lesiones medulares, el alzhéimer, las cardiopatías, etcétera.
Sigue desconociendo todo lo relacionado con estas técnicas cuando dice que "se generan a propósito embriones para ser empleados en experimentación». Si tiene usted la certeza que alguien está haciendo esto, denúncielo. En España seguro que no, y a no ser que algún desaprensivo lo esté realizando, no puede decir esto en un medio de comunicación, profesor. Los últimos párrafos son para enmarcar, profesor. «Quienes por razones varias acuden a la fertilización 'in vitro' deberían conocer y ser conscientes de lo que van dejando por el camino». «También son víctimas muchos niños que han venido al mundo mediante una técnica que lesiona su dignidad de seres humanos». Profesor, aquí se ha esmerado. En defensa de miles de parejas a las que he tratado a lo largo de más de dos décadas, le tengo que decir que lo que tiene que ser consciente es de lo que va dejando por el camino. Pero usted y sus adláteres, que pongan en duda la dignidad de los niños nacidos tras años de esfuerzo y angustia, no se lo puedo consentir. Tengo claro que la dignidad de esos niños es al menos igual que la suya, aunque prefiero pensar que sea muy superior en beneficio del desarrollo de la humanidad
DIRECTOR DE LOS LABORATORIOS DE ANDROLOGÍA Y EMBRIOLOGÍA DEL CEFIVA
FUENTE: elcomerciodigital.com
Habla de los embriones humanos que han muerto en la puesta a punto de la técnica. Eso es cierto y más embriones que seguirán 'muriéndose'. Como profesor universitario de Inmunología, conocerá que en la especie humana se genera un porcentaje muy elevado de embriones no viables, es decir, que nunca darían lugar al nacimiento de un niño. Eso también ocurre con estas técnicas. Nos sugiere que debemos conocer lo que ocurre en un laboratorio de fecundación 'in vitro'. Me temo, profesor, que aquí sí que le supero en experiencia. Llevo 21 años trabajando en uno, y me temo que usted no haya pisado ninguno, por lo que, más que sugerir a los demás, soy yo el que le sugiero que conozca alguno para que sepa de qué está dando lecciones, profesor. Tiene el atrevimiento de decir que no es «infrecuente» producir una nueva vida humana mediante fecundaciones anónimas. Incluso osa decir que se generan huérfanos biológicos. Me va a permitir que salga en defensa de esos padres con hijos «huérfanos biológicos». Son parejas que, por desgracia, no tienen ningún gameto (óvulo y espermatozoide) y cuya única opción para ser padres es recurrir a donantes que generosamente se prestan a ello. Por suerte para las parejas, esta circunstancia es muy infrecuente, profesor. Que sufran problemas de identidad, psíquicos, de conducta y conflictos familiares, como menciona ese libro, es otro de los despropósitos. Profesor, si realmente tiene interés en conocer lo que le ocurre a esos niños, vaya a las revistas científicas independientes relacionadas con el asunto, como supongo que hace en su especialidad, y no recurra al título de un libro escrito por una persona de «su cuerda».
Dice que hay clínicas que ofertan bebés «a la carta». Si las hubiera, al menos en España, lo que debe hacer usted es denunciarlas, pues aquí «no hay carta». Como ya he oído en otras ocasiones (¿tienen ustedes un manual?), sacan a relucir lo de las madres a los 70 y cosas por el estilo. Habla usted de un caso y le quiere sacar partido a un colega que no se merece llamarlo así, a una paciente que nunca debiera haber recurrido a este tipo de técnicas y a un país donde le permitieron realizar el tratamiento. Yo le hablo de millones de fecundaciones 'in vitro' realizadas en parejas jóvenes con años de sufrimiento por no conseguir el ansiado y querido embarazo.
También refiere que las técnicas no son exitosas al 100%. Eso lo saben de sobra las parejas que se someten a estas técnicas. Para su desgracia, aún no somos capaces de embarazar a todas las parejas que recurren a nosotros. Esta parte es la más dura de nuestra especialidad. Técnicamente, conseguimos embriones, pero no siempre embarazos. Todavía desconocemos muchos de los mecanismos por los que el embrión se implanta en el útero, pero cada vez sabemos más y en otros 30 años (la primera niña nacida por fecundación 'in vitro' nació hace 32) conseguiremos tasas de embarazo muy superiores. Dice que «se puede llegar a una forma de encarnizamiento procreador». Su frase se descalifica por sí misma, profesor. Habla sobre los embriones: «se implantan varios, pero, sí solo se desea uno, se procede paso a paso a la reducción embrionaria; los no deseados van siendo eliminados uno tras otro». Se sigue superando, profesor. Pregúntele a una pareja que consigue un embarazo con estas técnicas -que, como ya le expliqué antes, no son todo lo exitosas que quisiéramos- sin va paso a paso y uno tras otro eliminando sus embriones ansiados. La frivolidad de sus afirmaciones me dejan perplejo y me imagino que aún más a las parejas que han tenido que pasar por esas circunstancias. Por cierto, ¿ha hablado y mirado a la cara a alguna pareja que haya realizado este tipo de tratamientos?
En España, la ley de mayo de 2006 prohíbe la transferencia de más de tres embriones. Lo que se debe conocer es que en realidad se suelen transferir dos embriones con el ánimo de que haya un embarazo de un solo niño. Aún así, solo en un 30% o en un 40% de las veces lo conseguimos. Es decir, que en el 60-70% no se consigue el embarazo. En ocasiones, conseguimos embarazos gemelares, cosa que no nos gusta a los equipos que trabajamos con esta técnica. En los embarazos de más de dos fetos ( menos del 1%), y dado que hay gran riesgo para la salud de la madre, estas parejas tienen que recurrir a la reducción embrionaria para solventar ese riesgo. Tendrán que reducir un saco embrionario y no uno tras otro como malintencionadamente usted indica, profesor.
Habla del diagnóstico genético preimplantacional, y se toma la libertad de incluirlos en «el marco de bebés a la carta, que nos llevará a la eugenesia, al intento de crear la súper-raza, el súper-hombre», profesor. La sociedad -no a la que usted pertenece-, sino la sociedad de andar por la calle, debe conocer que esta técnica nos permite transferir embriones «sanos» en parejas portadoras de enfermedades genéticas, para traer al mundo niños sanos y no hacer súperhombres como usted dice, profesor. Sobre los embriones congelados y que no desean ser utilizados por sus padres biológicos, la Ley de Reproducción Asistida permite, entre otros usos, el destino para investigación con células madre, de enfermedades que afectan a millones de personas (espero que ninguna de su familia), como pueden ser las lesiones medulares, el alzhéimer, las cardiopatías, etcétera.
Sigue desconociendo todo lo relacionado con estas técnicas cuando dice que "se generan a propósito embriones para ser empleados en experimentación». Si tiene usted la certeza que alguien está haciendo esto, denúncielo. En España seguro que no, y a no ser que algún desaprensivo lo esté realizando, no puede decir esto en un medio de comunicación, profesor. Los últimos párrafos son para enmarcar, profesor. «Quienes por razones varias acuden a la fertilización 'in vitro' deberían conocer y ser conscientes de lo que van dejando por el camino». «También son víctimas muchos niños que han venido al mundo mediante una técnica que lesiona su dignidad de seres humanos». Profesor, aquí se ha esmerado. En defensa de miles de parejas a las que he tratado a lo largo de más de dos décadas, le tengo que decir que lo que tiene que ser consciente es de lo que va dejando por el camino. Pero usted y sus adláteres, que pongan en duda la dignidad de los niños nacidos tras años de esfuerzo y angustia, no se lo puedo consentir. Tengo claro que la dignidad de esos niños es al menos igual que la suya, aunque prefiero pensar que sea muy superior en beneficio del desarrollo de la humanidad
IDENTIFICAN POSIBLES BIOMARCADORES EN LA SANGRE QUE DETECTAN EL CÁNCER
FUENTE: Jano.es
Investigadores del departamento de Biología de la empresa Technion, en Haifa, Israel, han descubierto la existencia en la sangre de posibles marcadores biológicos que indican la presencia de determinados cánceres. Estos resultados se publican en la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los autores del trabajo explican que el diagnóstico de cáncer basado en la detección de proteínas asociadas a la enfermedad en la sangre algunas veces falla, debido a que las proteínas tienen una vida corta o son difíciles de detectar.
Los científicos, dirigidos por Arie Admon, han descubierto que los fragmentos de péptido derivados de proteínas asociadas al cáncer que se unen a moléculas inmunes, llamadas antígenos de leucocito humano o ALH, podrían ser utilizados como posibles marcadores en personas con cánceres como el mieloma múltiple y la leucemia.
Las moléculas de ALH ayudan a que fragmentos de hierro de las proteínas degradadas vayan del citoplasma de las células cancerígenas a la superficie celular, donde los complejos de péptidos-ALH son presentados para su inspección para las células inmunes. Mientras que las células normales segregan pequeñas cantidades de complejos péptidos-ALH a la sangre, las células del cáncer a menudo segregan cantidades mayores.
Los autores utilizaron métodos bioquímicos para detectar miles de complejos péptidos-ALH en el plasma de la sangre de pacientes. Muchos de estos complejos estaban derivados de proteínas asociadas al cáncer. Además, los investigadores descubrieron perfiles de péptidos-ALH similares en el mismo individuo cuando la sangre era recogida y analizada en días diferentes.
Dado que los complejos péptidos-ALH pueden aislarse de la sangre con rapidez, los péptidos podrían servir como una posible fuente de biomarcadores del cáncer útiles en la clínica si los descubrimientos se validan en grandes números de pacientes y controles sanos.
LOS VALORES PERSONALES EN LA PRÀCTICA MÉDICA
Este trabajo forma parte del proyecto de investigación FFI-2008-03599: “Filosofía de las tecnociencias sociales y humanas” y de las actividades de la Cátedra Pfizer -UAM de Teoría de la Medicina.
FUENTE: Jano.es
AUTORES: José Lázaro y Juan C. Hernández-Clemente
Unidad Docente de Humanidades Médicas, Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Madrid.
Suele decirse que en la medicina se entrelazan hechos objetivos y valores personales. El análisis de los conceptos de hechos y valores (y de las relaciones entre ellos) ha dado lugar a toda una rama de la filosofía, apasionante para los interesados en el pensamiento abstracto. Pero la práctica médica de todos los días supone necesariamente el manejo constante de un complejo entramado de muchos valores de distintos tipos. Médicos y enfermos no siempre son conscientes de ello, pues con frecuencia lidian con los valores como el Monsieur Jourdain de la obra de Moliere que hablaba en prosa: sin saberlo.
Hay buenas razones para pensar que al médico y al enfermo les conviene ser conscientes del tipo de valores que inevitablemente entran en juego en cualquier decisión clínica. Y el primer paso para hacerlo, antes del análisis filosófico, es simplemente señalar el tipo de valores que aparecen en diversas situaciones clínicas más o menos cotidianas. Por tanto, para empezar a aclarar la forma compleja en que los distintos tipos de valores pueden interrelacionarse con los datos clínicos que objetivan los hechos, lo mejor es revisar algunos ejemplos de situaciones reales que se producen en el mundo sanitario. Al reflexionar sobre cada uno de estos ejemplos conviene prescindir de cualquier valoración que nosotros, desde nuestros propios sistemas de valores, pudiésemos realizar de ellos. Conviene resaltar que la descripción de estas situaciones sólo pretende mostrar de forma diáfana la gran cantidad, variedad y relevancia de los valores que condicionan continua y necesariamente la práctica clínica de todos los médicos todos los días.
1 Un adulto en pleno uso de sus facultades mentales, informado de un diagnóstico de carcinoma, rechaza la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, y decide someterse a un tratamiento naturista alternativo. Está haciendo uso del valor ético y político de su libre autonomía personal para tomar una decisión que, desde la perspectiva de los hechos científicamente evaluados, es incorrecta (porque desde la perspectiva de los valores científicos, el valor terapéutico de la medicina naturista es incierto).
2 Dos mujeres jóvenes han luchado durante muchos años por tener una oportunidad profesional que es muy importante para ellas. En el momento en que les dan esa oportunidad, descubren que tienen un embarazo no deseado (y muy inoportuno). La primera decide abortar, en uso (igual que el paciente anterior) de su voluntad autónoma. Está optando entre el valor de la maternidad (que para ella, en ese momento, es de signo negativo) y otros valores relativos a su vida personal (valores profesionales, valores económicos, valores sociales como el éxito laboral) que ella considera prioritarios y que le inducen a interrumpir el embarazo. En el mismo caso, la otra mujer decide tener el niño, a pesar de las dificultades prácticas, económicas o profesionales que le plantee y a pesar de que el embarazo haya sido involuntario. Lo decide porque sus valores religiosos le prohíben el aborto; está optando por un tipo de valores muy diferentes de los que prevalecieron en el caso de la primera. Sus sistemas de valores son totalmente distintos.
3 Menos habitual, pero no menos interesante, es el caso de una persona que decide someterse a una operación quirúrgica (es decir, una intervención cruenta) para modificar la curva de su nariz y embellecer así el perfil de su rostro. Está haciendo uso de un valor propio de las sociedades democráticas ya mencionado en los ejemplos anteriores: el de su libre autonomía personal. Al ejercerla y tomar esa decisión está sometiéndose a molestias y riesgos que pueden ser importantes, además de incurrir en un gasto económico considerable. Lo peculiar de este ejemplo es que esas molestias, esos riesgos y ese gasto se asumen en función de valores de tipo estético. Podría ocurrir que se tratase de un simple capricho coqueto, lo que pondría la cirugía al servicio de la cosmética. Pero también podría haber, en este ejemplo, motivaciones en otro tipo de valores. Podría ocurrir que esa persona fuese un profesional del mundo del espectáculo, en cuyo caso los riesgos sanitarios y el coste de la intervención habría que considerarlos como una inversión de rentabilidad, quizá, muy alta. De los valores sanitarios hemos pasado así a los estéticos para desembocar, de nuevo, en los económicos. Pero también podría ocurrir que se tratase de un perturbado con una nariz normal y una alteración mental tradicionalmente denominada “dismorfofobia” (“trastorno dismórfico corporal” según la terminología actual): una preocupación excesiva o imaginaria por un supuesto defecto físico que sólo el enfermo ve. En este caso, la intervención se solicitaría en función de un valor del que el sujeto ni siquiera es consciente: el valor básico, deteriorado, de su salud mental, que seguramente se podría restaurar mejor en una consulta psiquiátrica que en un quirófano.
4 Un paciente, diagnosticado de esteatosis hepática, espera ante la puerta de una consulta de su centro de salud, que ha quedado entreabierta por un descuido. En el interior de la consulta, el médico charla relajadamente con la enfermera sobre las películas que han visto el último fin de semana, sin advertir que la conversación se oye desde el pasillo. Un buen rato después, acabado el repaso cinematográfico, el medico le pide a la enfermera la siguiente historia clínica y unos segundos después le dice: “Ya veo, otro foie-gras, dile que entre”. Disimulando su bochorno, el paciente entra en la consulta. Sin dejar de mirar a la pantalla de su ordenador, el médico dice: “Siéntese. Vamos a ver los últimos análisis.” El paciente se pregunta: “¿Sabrá quién soy?”
Los valores científicos que se le exigen (o se le deben exigir) a un profesional de la medicina incluyen una buena formación básica y continuada, con el fin de mantener al día sus conocimientos y garantizar el rigor de los medios diagnósticos que emplea y de las prescripciones terapéuticas que realiza. Incluyen también un elevado nivel de exigencia ética en su práctica profesional. No siempre se tiene en cuenta, sin embargo, la existencia de otros muchos valores (psicológicos, comunicativos, sociales) como la cortesía, la delicadeza en el trato personal, la empatía, la actitud de escucha, la sensibilidad para el estado de ansiedad e incertidumbre que es consustancial a la situación de enfermo… Desde que Balint afirmó, en 1957, que la propia persona del médico es el primer medicamento, no ha dejado de comprobarse el valor terapéutico del carácter y la actitud de los profesionales sanitarios. Los pacientes que han tenido experiencia en la sanidad pública y en la privada suelen coincidir en que el tipo de trato personal recibido en una y otra es por completo diferente. No es difícil entender el tipo de valores que determinan esa difer encia.
5 Un caso clínico no muy habitual, pero muy interesante desde el punto de vista teórico, fue publicado el día 22 de noviembre de 2006 en el Daily Telegraph. Lin Jinbao, nacido en Shanghai en 1952, realizó una espectacular carrera profesional como economista que culminó con su nombramiento, en 1992, como director del Banco de China en Hong Kong. En el año 2004, tras numerosas acusaciones de corrupción y sobornos, dimitió de todos sus cargos. En 2005 fue juzgado y se le declaró culpable de malversación de fondos, préstamos ilegales y nepotismo. Las estimaciones de la cuantía de sus desfalcos varían según las fuentes, pero todas hablan de varios millones de dólares. Más de medio millón fue invertido por él en pagar operaciones de cirugía estética para su amante. Reconoció que la había enviado a diversas clínicas de Hong Kong, Singapur, Corea del Sur e Inglaterra. La operaron más de 10 veces, siempre con el mismo objetivo: lograr que su aspecto físico se pareciese por completo al de una joven adolescente llamada Chen Chen que aparecía en una vieja fotografía que les era proporcionada a los cirujanos.
¿Quién era Chen Chen? Una compañera de colegio de Lin Jinbao de la que él había estado enamorado en la adolescencia y que rechazó todas sus solicitudes amorosas. Él se juró a sí mismo que dedicaría su vida a conseguir el amor de Chen Chen. Y lo hizo gracias al único medio que encontró: los especialistas de las mejores clínicas de cirugía estética del mundo que, a cambio de muy sustanciosos honorarios, se mostraron dispuestos a ir transformando el cuerpo de la infortunada amante de Lin Jinbao en el de su antiguo, su inaccesible, su auténtico objeto de deseo: Chen Chen.
Desde luego, este caso clínico, como cualquiera de los mencionados anteriormente o de los otros muchos que se podrían mencionar, permite analizar un entramado de valores de lo más variado. No hace falta preguntarse por los que llevaron a los cirujanos a operar una y otra vez a la amante de Lin Jinbao, pues esos valores, como decía Antonio Machado, son de “una claridad perfectamente tenebrosa”. Más interesante sería analizar los valores, los deseos y los tristes intereses que llevaron a la desdichada amante a convertirse en paciente de tales actos quirúrgicos. Pero lo verdaderamente importante es preguntarse por el oscuro conglomerado de valores que empujaba el obsesivo deseo de Lin Jinbao: reconstruir en el cuerpo de su amante actual el físico de la muchacha que en la adolescencia le había negado su amor. Ese extraordinario deseo es importante porque, como todos los casos extremos, pone de relieve, con su naturaleza caricaturesca, un entramado de valores y deseos análogos a los que aparecen de forma encubierta en muchas demandas de muchos pacientes de muchas consultas. Partiendo de cualquiera de ellas se puede llegar a la constatación de que la estructura laberíntica y la dinámica del deseo humano (en gran medida inconsciente) son un problema nuclear para cualquier análisis de la práctica clínica y del sistema sanitario.
6 Hace ya bastantes años, cuando las cadenas de televisión españolas empezaron a emitir programas por la mañana (y no, como ocurría hasta entonces, a partir de las dos y media de la tarde) se realizó un estudio de las demandas de consultas en atención primaria inmediatamente antes y después de aquel acontecimiento. El descenso de la demanda resultó ser muy estadísticamente signifi- cativo. ¿Qué clase de valores y deseos motivaba a solicitar consulta a todos aquellos ciudadanos que dejaron de hacerlo en cuanto pudieron disfrutar de la excelente programación que, como es sabido, ofrecen las cadenas de televisión por las mañanas? ¿Tiene esta cuestión alguna relevancia para el clínico que quiera comprender realmente la demanda manifiesta que presentan sus pacientes en la consulta (tras la que suelen ocultarse confusos deseos latentes)? ¿Tiene algún interés analizar las motivaciones de esos abundantísimos pacientes que pasan de especialista a especialista hasta que, una vez descartado cualquier problema orgánico, son enviados a la consulta de psiquiatría por si se tratara de algún problema mental?
7 En el año 2004 el Ministerio de Sanidad planteó la necesidad de implantar un visado sanitario para restringir (en la sanidad pública) el uso de los fármacos antipsicóticos atípicos de última generación, que tienen un precio alto. El debate que se desencadenó ofrece otra buena ocasión de observar el papel de valores económicos, políticos y empresariales que se mantienen ocultos bajo un discurso que los disfraza de valores científicos, terapéuticos, profesionales o éticos.
La Administración suele decir —sin que nadie le lleve abiertamente la contraria— que el aumento acelerado de los costes sanitarios, en general, y del gasto farmacéutico, en particular, amenaza a medio plazo la propia supervivencia del sistema sanitario público. La industria farmacéutica argumenta que el elevado precio de los nuevos productos que lanza al mercado es necesario para mantener el nivel de calidad de la investigación que proporciona los recursos diagnósticos y terapéuticos de los que disfrutamos actualmente. Los clínicos reivindican el derecho (y la obligación) de prescribir sin trabas el tratamiento que consideran más efectivo para cada uno de sus enfermos. Y los pacientes defienden su derecho a recibir el mejor tratamiento posible en su caso particular. Cada una de estas 4 posturas tiene sólidos argumentos a su favor.
El problema económico reside en que los nuevos fármacos antipsicóticos, al igual que los nuevos antidepresivos, son mucho más costosos que los que se vienen usando desde hace 50 años. Hay datos que apoyan la tesis de que la ventaja fundamental de los nuevos medicamentos es que evitan daños a largo plazo y tienen menos efectos secundarios, con lo que proporcionan a los enfermos una mejor calidad de vida. Esto repercutiría —según los defensores de dicha tesis— en un incremento de los costes directos inmediatos, junto con un descenso de los costes indirectos (como el abandono del tratamiento, las recaídas o las bajas laborales) y de los costes intangibles (como el sufrimiento de los enfermos). El resultado final de todos esos factores —valores terapéuticos, económicos y básicos— es difícil de medir con mucha precisión. La ficha técnica oficial de los antipsicóticos atípicos les atribuye determinadas indicaciones (como la esquizofrenia), pero los médicos y sus pacientes consideran que en otros cuadros no incluidos en dicha ficha (como algunos trastornos de personalidad) resultan muy superiores a fármacos más antiguos y más baratos. Los valores legales y los económicos no siempre coinciden con los valores clínicos.
Nadie ignora que los gobiernos tienen razón cuando afirman que el crecimiento de los costes sanitarios hace insostenibles las actuales prestaciones sanitarias. El problema ya no es quién le pone el cascabel al gato, sino cuál es el gato que se elige para ponerle el primer cascabel y que sirva de precedente. La Administración podría esgrimir sus argumentos sanitarios sin ocultar sus necesidades de ahorro económico, que también son muy reales y tienen que someterse a un debate público. La industria farmacéutica puede resaltar sus aportaciones a la investigación sin necesidad de ocultar que toda empresa tiene que presentar una cuenta de resultados a los accionistas que la financian. Los médicos y sus pacientes pueden buscar el mejor tratamiento posible en cada caso sin ignorar que, mientras los presupuestos sanitarios sean finitos, todo recurso que se destine a un enfermo deja de poder ser destinado a otro. Cuanto mayor sea el esfuerzo por comprender la compleja variedad de hechos y valores que influyen en las decisiones clínicas más se evitará el peligro de ver sólo una de las caras del poliedr o.
8 En el año 2005 el doctor Luis Montes, coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), fue acusado de practicar sistemática e irregularmente la eutanasia a centenares de enfermos, disimulándolo bajo el nombre de “sedación terminal”. La ideología izquierdista de Montes, el carácter derechista del Gobierno de la Comunidad de Madrid, la intervención de alguna asociación de pacientes que se consideraban víctimas de negligencias sanitarias y un complejo entramado de intereses personales y grupales dieron lugar a una apasionada polémica pública que recogieron ampliamente los medios de comunicación. Como suele ocurrir, los más diversos valores e intereses particulares se ocultaron tras nobles argumentaciones sobre el carácter sagrado de la vida humana y sobre el derecho de los enfermos a no padecer un sufrimiento inútil. En el año 2008 Montes fue finalmente absuelto por los tribunales de justicia. Algunos de los episodios ocurridos son especialmente reveladores. Y es importante, en este caso, repetir que al recordarlo aquí no se pretende discutir qué parte tenía razón, sino intentar aclarar los valores manifiestos y latentes de cada una de las partes.
En una fase temprana del llamado “caso Leganés”, el Colegio de Médicos de Madrid designó a un grupo de 11 expertos para que elaborasen un informe que resultó ser inculpatorio. Tras la publicación del informe, el presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos, el doctor Miguel Casares, dimitió de su cargo y declaró a la prensa que lo hacía porque el informe en cuestión era “interesado, parcial e injusto” ya que se había realizado “con criterios morales, políticos y religiosos”, pero no científicos.
La Ministra de Sanidad del gobierno socialista, interrogada por la prensa sobre este asunto declaró: “Tal vez 11 profesionales distintos hubieran hecho un informe diferente”. ¿Qué quería decir la ministra con esta notable frase? Una afirmación así sólo tiene sentido si se da por supuesto que un dictamen aparentemente basado en valores objetivos (es decir, en datos sobre hechos clínicos científicamente probados) se había apoyado de hecho en valores subjetivos de sus autores (“criterios morales, políticos y religiosos”, en palabras del doctor Casares). Es decir, el presidente dimisionario y la ministra sostenían que se había pretendido dar gato ideológico por liebre científica. Opinión a la que se oponían rotundamente los 11 expertos firmantes del informe en cuestión, que aseguraban haber hecho una evaluación estrictamente profesional.
Es fácil suponer que en otra situación (como podría ser una exposición de argumentos a favor de la eutanasia), aquellos mismos expertos serían los primeros en denunciar que los llamados “progresistas” estaban intentando hacer pasar gato ideológico de izquierdas por liebre científica objetiva. El análisis de los conflictos de valores morales, políticos, económicos o religiosos —que suelen ocultarse tras argumentaciones que se presentan como estrictamente científicas— generalmente muestra aspectos de los hechos muy diferentes de los que aparecen en las declaraciones de sus protagonistas.
Estos ejemplos diversos ilustran claramente la afirmación de que los valores que condicionan continua y necesariamente la práctica clínica cotidiana de todos los médicos (entrelazándose con los hechos científicamente objetivables) son muchos, muy variados y muy relevantes. Su análisis tiene tanta importancia práctica como fondo teórico. Las disciplinas específicas que se dedican al análisis académico de todos estos conflictos de valores son las humanidades (lógica, ética, epistemología, narrativa, etc.) y las ciencias sociales (psicología, derecho, antropología, sociología, economía, etc.). Su aplicación al mundo sanitario da lugar a las llamadas “humanidades médicas” y “ciencias sociosanitarias”: la historia de la medicina, la bioética, la epistemología, la narrativa, la sociología y la psicología médicas, la economía y el derecho sanitario… Todas ellas resultan hoy imprescindibles para analizar los valores que influyen de forma decisiva en la aparición de las enfermedades y en las prácticas sanitarias que las combaten. Sin ese análisis de valores es imposible mostrar el lado oculto de los conflictos sanitarios y es, por tanto, imposible alcanzar una adecuada comprensión de los diversos factores que influyen en cada una de las decisiones sanitarias.
FUENTE: Jano.es
AUTORES: José Lázaro y Juan C. Hernández-Clemente
Unidad Docente de Humanidades Médicas, Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Madrid.
Suele decirse que en la medicina se entrelazan hechos objetivos y valores personales. El análisis de los conceptos de hechos y valores (y de las relaciones entre ellos) ha dado lugar a toda una rama de la filosofía, apasionante para los interesados en el pensamiento abstracto. Pero la práctica médica de todos los días supone necesariamente el manejo constante de un complejo entramado de muchos valores de distintos tipos. Médicos y enfermos no siempre son conscientes de ello, pues con frecuencia lidian con los valores como el Monsieur Jourdain de la obra de Moliere que hablaba en prosa: sin saberlo.
Hay buenas razones para pensar que al médico y al enfermo les conviene ser conscientes del tipo de valores que inevitablemente entran en juego en cualquier decisión clínica. Y el primer paso para hacerlo, antes del análisis filosófico, es simplemente señalar el tipo de valores que aparecen en diversas situaciones clínicas más o menos cotidianas. Por tanto, para empezar a aclarar la forma compleja en que los distintos tipos de valores pueden interrelacionarse con los datos clínicos que objetivan los hechos, lo mejor es revisar algunos ejemplos de situaciones reales que se producen en el mundo sanitario. Al reflexionar sobre cada uno de estos ejemplos conviene prescindir de cualquier valoración que nosotros, desde nuestros propios sistemas de valores, pudiésemos realizar de ellos. Conviene resaltar que la descripción de estas situaciones sólo pretende mostrar de forma diáfana la gran cantidad, variedad y relevancia de los valores que condicionan continua y necesariamente la práctica clínica de todos los médicos todos los días.
1 Un adulto en pleno uso de sus facultades mentales, informado de un diagnóstico de carcinoma, rechaza la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, y decide someterse a un tratamiento naturista alternativo. Está haciendo uso del valor ético y político de su libre autonomía personal para tomar una decisión que, desde la perspectiva de los hechos científicamente evaluados, es incorrecta (porque desde la perspectiva de los valores científicos, el valor terapéutico de la medicina naturista es incierto).
2 Dos mujeres jóvenes han luchado durante muchos años por tener una oportunidad profesional que es muy importante para ellas. En el momento en que les dan esa oportunidad, descubren que tienen un embarazo no deseado (y muy inoportuno). La primera decide abortar, en uso (igual que el paciente anterior) de su voluntad autónoma. Está optando entre el valor de la maternidad (que para ella, en ese momento, es de signo negativo) y otros valores relativos a su vida personal (valores profesionales, valores económicos, valores sociales como el éxito laboral) que ella considera prioritarios y que le inducen a interrumpir el embarazo. En el mismo caso, la otra mujer decide tener el niño, a pesar de las dificultades prácticas, económicas o profesionales que le plantee y a pesar de que el embarazo haya sido involuntario. Lo decide porque sus valores religiosos le prohíben el aborto; está optando por un tipo de valores muy diferentes de los que prevalecieron en el caso de la primera. Sus sistemas de valores son totalmente distintos.
3 Menos habitual, pero no menos interesante, es el caso de una persona que decide someterse a una operación quirúrgica (es decir, una intervención cruenta) para modificar la curva de su nariz y embellecer así el perfil de su rostro. Está haciendo uso de un valor propio de las sociedades democráticas ya mencionado en los ejemplos anteriores: el de su libre autonomía personal. Al ejercerla y tomar esa decisión está sometiéndose a molestias y riesgos que pueden ser importantes, además de incurrir en un gasto económico considerable. Lo peculiar de este ejemplo es que esas molestias, esos riesgos y ese gasto se asumen en función de valores de tipo estético. Podría ocurrir que se tratase de un simple capricho coqueto, lo que pondría la cirugía al servicio de la cosmética. Pero también podría haber, en este ejemplo, motivaciones en otro tipo de valores. Podría ocurrir que esa persona fuese un profesional del mundo del espectáculo, en cuyo caso los riesgos sanitarios y el coste de la intervención habría que considerarlos como una inversión de rentabilidad, quizá, muy alta. De los valores sanitarios hemos pasado así a los estéticos para desembocar, de nuevo, en los económicos. Pero también podría ocurrir que se tratase de un perturbado con una nariz normal y una alteración mental tradicionalmente denominada “dismorfofobia” (“trastorno dismórfico corporal” según la terminología actual): una preocupación excesiva o imaginaria por un supuesto defecto físico que sólo el enfermo ve. En este caso, la intervención se solicitaría en función de un valor del que el sujeto ni siquiera es consciente: el valor básico, deteriorado, de su salud mental, que seguramente se podría restaurar mejor en una consulta psiquiátrica que en un quirófano.
4 Un paciente, diagnosticado de esteatosis hepática, espera ante la puerta de una consulta de su centro de salud, que ha quedado entreabierta por un descuido. En el interior de la consulta, el médico charla relajadamente con la enfermera sobre las películas que han visto el último fin de semana, sin advertir que la conversación se oye desde el pasillo. Un buen rato después, acabado el repaso cinematográfico, el medico le pide a la enfermera la siguiente historia clínica y unos segundos después le dice: “Ya veo, otro foie-gras, dile que entre”. Disimulando su bochorno, el paciente entra en la consulta. Sin dejar de mirar a la pantalla de su ordenador, el médico dice: “Siéntese. Vamos a ver los últimos análisis.” El paciente se pregunta: “¿Sabrá quién soy?”
Los valores científicos que se le exigen (o se le deben exigir) a un profesional de la medicina incluyen una buena formación básica y continuada, con el fin de mantener al día sus conocimientos y garantizar el rigor de los medios diagnósticos que emplea y de las prescripciones terapéuticas que realiza. Incluyen también un elevado nivel de exigencia ética en su práctica profesional. No siempre se tiene en cuenta, sin embargo, la existencia de otros muchos valores (psicológicos, comunicativos, sociales) como la cortesía, la delicadeza en el trato personal, la empatía, la actitud de escucha, la sensibilidad para el estado de ansiedad e incertidumbre que es consustancial a la situación de enfermo… Desde que Balint afirmó, en 1957, que la propia persona del médico es el primer medicamento, no ha dejado de comprobarse el valor terapéutico del carácter y la actitud de los profesionales sanitarios. Los pacientes que han tenido experiencia en la sanidad pública y en la privada suelen coincidir en que el tipo de trato personal recibido en una y otra es por completo diferente. No es difícil entender el tipo de valores que determinan esa difer encia.
5 Un caso clínico no muy habitual, pero muy interesante desde el punto de vista teórico, fue publicado el día 22 de noviembre de 2006 en el Daily Telegraph. Lin Jinbao, nacido en Shanghai en 1952, realizó una espectacular carrera profesional como economista que culminó con su nombramiento, en 1992, como director del Banco de China en Hong Kong. En el año 2004, tras numerosas acusaciones de corrupción y sobornos, dimitió de todos sus cargos. En 2005 fue juzgado y se le declaró culpable de malversación de fondos, préstamos ilegales y nepotismo. Las estimaciones de la cuantía de sus desfalcos varían según las fuentes, pero todas hablan de varios millones de dólares. Más de medio millón fue invertido por él en pagar operaciones de cirugía estética para su amante. Reconoció que la había enviado a diversas clínicas de Hong Kong, Singapur, Corea del Sur e Inglaterra. La operaron más de 10 veces, siempre con el mismo objetivo: lograr que su aspecto físico se pareciese por completo al de una joven adolescente llamada Chen Chen que aparecía en una vieja fotografía que les era proporcionada a los cirujanos.
¿Quién era Chen Chen? Una compañera de colegio de Lin Jinbao de la que él había estado enamorado en la adolescencia y que rechazó todas sus solicitudes amorosas. Él se juró a sí mismo que dedicaría su vida a conseguir el amor de Chen Chen. Y lo hizo gracias al único medio que encontró: los especialistas de las mejores clínicas de cirugía estética del mundo que, a cambio de muy sustanciosos honorarios, se mostraron dispuestos a ir transformando el cuerpo de la infortunada amante de Lin Jinbao en el de su antiguo, su inaccesible, su auténtico objeto de deseo: Chen Chen.
Desde luego, este caso clínico, como cualquiera de los mencionados anteriormente o de los otros muchos que se podrían mencionar, permite analizar un entramado de valores de lo más variado. No hace falta preguntarse por los que llevaron a los cirujanos a operar una y otra vez a la amante de Lin Jinbao, pues esos valores, como decía Antonio Machado, son de “una claridad perfectamente tenebrosa”. Más interesante sería analizar los valores, los deseos y los tristes intereses que llevaron a la desdichada amante a convertirse en paciente de tales actos quirúrgicos. Pero lo verdaderamente importante es preguntarse por el oscuro conglomerado de valores que empujaba el obsesivo deseo de Lin Jinbao: reconstruir en el cuerpo de su amante actual el físico de la muchacha que en la adolescencia le había negado su amor. Ese extraordinario deseo es importante porque, como todos los casos extremos, pone de relieve, con su naturaleza caricaturesca, un entramado de valores y deseos análogos a los que aparecen de forma encubierta en muchas demandas de muchos pacientes de muchas consultas. Partiendo de cualquiera de ellas se puede llegar a la constatación de que la estructura laberíntica y la dinámica del deseo humano (en gran medida inconsciente) son un problema nuclear para cualquier análisis de la práctica clínica y del sistema sanitario.
6 Hace ya bastantes años, cuando las cadenas de televisión españolas empezaron a emitir programas por la mañana (y no, como ocurría hasta entonces, a partir de las dos y media de la tarde) se realizó un estudio de las demandas de consultas en atención primaria inmediatamente antes y después de aquel acontecimiento. El descenso de la demanda resultó ser muy estadísticamente signifi- cativo. ¿Qué clase de valores y deseos motivaba a solicitar consulta a todos aquellos ciudadanos que dejaron de hacerlo en cuanto pudieron disfrutar de la excelente programación que, como es sabido, ofrecen las cadenas de televisión por las mañanas? ¿Tiene esta cuestión alguna relevancia para el clínico que quiera comprender realmente la demanda manifiesta que presentan sus pacientes en la consulta (tras la que suelen ocultarse confusos deseos latentes)? ¿Tiene algún interés analizar las motivaciones de esos abundantísimos pacientes que pasan de especialista a especialista hasta que, una vez descartado cualquier problema orgánico, son enviados a la consulta de psiquiatría por si se tratara de algún problema mental?
7 En el año 2004 el Ministerio de Sanidad planteó la necesidad de implantar un visado sanitario para restringir (en la sanidad pública) el uso de los fármacos antipsicóticos atípicos de última generación, que tienen un precio alto. El debate que se desencadenó ofrece otra buena ocasión de observar el papel de valores económicos, políticos y empresariales que se mantienen ocultos bajo un discurso que los disfraza de valores científicos, terapéuticos, profesionales o éticos.
La Administración suele decir —sin que nadie le lleve abiertamente la contraria— que el aumento acelerado de los costes sanitarios, en general, y del gasto farmacéutico, en particular, amenaza a medio plazo la propia supervivencia del sistema sanitario público. La industria farmacéutica argumenta que el elevado precio de los nuevos productos que lanza al mercado es necesario para mantener el nivel de calidad de la investigación que proporciona los recursos diagnósticos y terapéuticos de los que disfrutamos actualmente. Los clínicos reivindican el derecho (y la obligación) de prescribir sin trabas el tratamiento que consideran más efectivo para cada uno de sus enfermos. Y los pacientes defienden su derecho a recibir el mejor tratamiento posible en su caso particular. Cada una de estas 4 posturas tiene sólidos argumentos a su favor.
El problema económico reside en que los nuevos fármacos antipsicóticos, al igual que los nuevos antidepresivos, son mucho más costosos que los que se vienen usando desde hace 50 años. Hay datos que apoyan la tesis de que la ventaja fundamental de los nuevos medicamentos es que evitan daños a largo plazo y tienen menos efectos secundarios, con lo que proporcionan a los enfermos una mejor calidad de vida. Esto repercutiría —según los defensores de dicha tesis— en un incremento de los costes directos inmediatos, junto con un descenso de los costes indirectos (como el abandono del tratamiento, las recaídas o las bajas laborales) y de los costes intangibles (como el sufrimiento de los enfermos). El resultado final de todos esos factores —valores terapéuticos, económicos y básicos— es difícil de medir con mucha precisión. La ficha técnica oficial de los antipsicóticos atípicos les atribuye determinadas indicaciones (como la esquizofrenia), pero los médicos y sus pacientes consideran que en otros cuadros no incluidos en dicha ficha (como algunos trastornos de personalidad) resultan muy superiores a fármacos más antiguos y más baratos. Los valores legales y los económicos no siempre coinciden con los valores clínicos.
Nadie ignora que los gobiernos tienen razón cuando afirman que el crecimiento de los costes sanitarios hace insostenibles las actuales prestaciones sanitarias. El problema ya no es quién le pone el cascabel al gato, sino cuál es el gato que se elige para ponerle el primer cascabel y que sirva de precedente. La Administración podría esgrimir sus argumentos sanitarios sin ocultar sus necesidades de ahorro económico, que también son muy reales y tienen que someterse a un debate público. La industria farmacéutica puede resaltar sus aportaciones a la investigación sin necesidad de ocultar que toda empresa tiene que presentar una cuenta de resultados a los accionistas que la financian. Los médicos y sus pacientes pueden buscar el mejor tratamiento posible en cada caso sin ignorar que, mientras los presupuestos sanitarios sean finitos, todo recurso que se destine a un enfermo deja de poder ser destinado a otro. Cuanto mayor sea el esfuerzo por comprender la compleja variedad de hechos y valores que influyen en las decisiones clínicas más se evitará el peligro de ver sólo una de las caras del poliedr o.
8 En el año 2005 el doctor Luis Montes, coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), fue acusado de practicar sistemática e irregularmente la eutanasia a centenares de enfermos, disimulándolo bajo el nombre de “sedación terminal”. La ideología izquierdista de Montes, el carácter derechista del Gobierno de la Comunidad de Madrid, la intervención de alguna asociación de pacientes que se consideraban víctimas de negligencias sanitarias y un complejo entramado de intereses personales y grupales dieron lugar a una apasionada polémica pública que recogieron ampliamente los medios de comunicación. Como suele ocurrir, los más diversos valores e intereses particulares se ocultaron tras nobles argumentaciones sobre el carácter sagrado de la vida humana y sobre el derecho de los enfermos a no padecer un sufrimiento inútil. En el año 2008 Montes fue finalmente absuelto por los tribunales de justicia. Algunos de los episodios ocurridos son especialmente reveladores. Y es importante, en este caso, repetir que al recordarlo aquí no se pretende discutir qué parte tenía razón, sino intentar aclarar los valores manifiestos y latentes de cada una de las partes.
En una fase temprana del llamado “caso Leganés”, el Colegio de Médicos de Madrid designó a un grupo de 11 expertos para que elaborasen un informe que resultó ser inculpatorio. Tras la publicación del informe, el presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos, el doctor Miguel Casares, dimitió de su cargo y declaró a la prensa que lo hacía porque el informe en cuestión era “interesado, parcial e injusto” ya que se había realizado “con criterios morales, políticos y religiosos”, pero no científicos.
La Ministra de Sanidad del gobierno socialista, interrogada por la prensa sobre este asunto declaró: “Tal vez 11 profesionales distintos hubieran hecho un informe diferente”. ¿Qué quería decir la ministra con esta notable frase? Una afirmación así sólo tiene sentido si se da por supuesto que un dictamen aparentemente basado en valores objetivos (es decir, en datos sobre hechos clínicos científicamente probados) se había apoyado de hecho en valores subjetivos de sus autores (“criterios morales, políticos y religiosos”, en palabras del doctor Casares). Es decir, el presidente dimisionario y la ministra sostenían que se había pretendido dar gato ideológico por liebre científica. Opinión a la que se oponían rotundamente los 11 expertos firmantes del informe en cuestión, que aseguraban haber hecho una evaluación estrictamente profesional.
Es fácil suponer que en otra situación (como podría ser una exposición de argumentos a favor de la eutanasia), aquellos mismos expertos serían los primeros en denunciar que los llamados “progresistas” estaban intentando hacer pasar gato ideológico de izquierdas por liebre científica objetiva. El análisis de los conflictos de valores morales, políticos, económicos o religiosos —que suelen ocultarse tras argumentaciones que se presentan como estrictamente científicas— generalmente muestra aspectos de los hechos muy diferentes de los que aparecen en las declaraciones de sus protagonistas.
Estos ejemplos diversos ilustran claramente la afirmación de que los valores que condicionan continua y necesariamente la práctica clínica cotidiana de todos los médicos (entrelazándose con los hechos científicamente objetivables) son muchos, muy variados y muy relevantes. Su análisis tiene tanta importancia práctica como fondo teórico. Las disciplinas específicas que se dedican al análisis académico de todos estos conflictos de valores son las humanidades (lógica, ética, epistemología, narrativa, etc.) y las ciencias sociales (psicología, derecho, antropología, sociología, economía, etc.). Su aplicación al mundo sanitario da lugar a las llamadas “humanidades médicas” y “ciencias sociosanitarias”: la historia de la medicina, la bioética, la epistemología, la narrativa, la sociología y la psicología médicas, la economía y el derecho sanitario… Todas ellas resultan hoy imprescindibles para analizar los valores que influyen de forma decisiva en la aparición de las enfermedades y en las prácticas sanitarias que las combaten. Sin ese análisis de valores es imposible mostrar el lado oculto de los conflictos sanitarios y es, por tanto, imposible alcanzar una adecuada comprensión de los diversos factores que influyen en cada una de las decisiones sanitarias.
LA CURACIÓN POR EL ESPÍRITU O PODER DE LA PALABRA
Fuente: Jano.es
AUTORA:Carmen Martínez González
Pediatra. Magíster en Bioética. Experta universitaria en psicoterapia psicoanalítica. Centro de Salud San Blas. Madrid
Tomo prestado para este artículo el titulo de un libro1 de S. Zweig (1881-1942), ensayista y novelista austriaco muy valorado entre otros por Freud, a juzgar por el reconocimiento que así expresó en un intercambio epistolar: “cuánto admiro el arte de su lenguaje, que se adapta al pensamiento como los vestidos transparentes que pensaron los antiguos para los cuerpos de las estatuas”. Ambos, Zweig y Freud, maestros de la palabra en diferentes campos, nos permiten abordar el tema del poder de la palabra, de la comunicación humana, de lo que define y caracteriza primordialmente al ser humano, de su poder curativo, de su capacidad de ser un bálsamo para el espíritu sano, y auténtica y poderosa arma terapéutica para el enfermo. Particularmente pertinente en el contexto de la ética, puesto que mantener una relación ética con el otro implica estar siempre dispuesto a concederle la palabra y a poner en palabras lo que le pedimos.
Pero no vamos a conducir el tema en la línea actual de la sociedad que tiende a la fe ciega en la técnica, en la ciencia y en la prevención. No vamos a ir en la línea medicalizadora que parece buscar como fin último de la vida el triunfo de la medicina, al más puro estilo (Dr.) Knock2. Esta tendencia actual que hace que el hombre desconfíe de sus propios instintos de búsqueda de felicidad y delegue la manera de conducir su vida en los profesionales, hace peligrar la autonomía. Por eso esta reflexión no se referirá a la curación de fuera hacia dentro, sino más bien en la que iría de dentro hacia fuera, entendiendo la salud no sólo como salud del cuerpo sino también que el alma posea un ordenado sistema de persuasiones, convicciones y virtudes intelectuales. Ya que, si buscamos activamente esta salud, obtendremos también más autonomía, y probablemente más felicidad.
De las múltiples acepciones del término espíritu, asumiremos que espíritu es todo aquello inmaterial que nos diferencia de cualquier otro ser vivo, toda realidad humana que trascienda lo orgánico, donde reside la razón y a la vez las emociones. En el contexto de la ética, especialmente pertinente es entender el espíritu como la “parte del ser por la cual penetran los valores”3.
Nos referiremos a salud también, no sólo como ese ordenado sistema de virtudes intelectuales, sino como lo entendía Freud: la capacidad de amar y trabajar, es decir, de tener relaciones afectivas satisfactorias y vida productiva. Curar sería sinónimo de remover los obstáculos que frenan los impulsos que nos orientan a la salud y la felicidad 4.
Desde este posicionamiento que introduce el tema, inevitablemente surgen numerosas cuestiones que no podemos —ni quizá debemos— responder aquí y ahora, sino de dentro hacia fuera y allá cada cual: ¿conocerse es una obligación moral?, ¿estar sano es una virtud?, ¿qué es la salud del espíritu?, ¿se puede buscar la felicidad sin buscar la salud?, ¿es posible amar sin estar sano?...
Vamos a intentar poner palabras, y que la palabra —que es lo que más humaniza al hombre— sea la protagonista. Porque el hombre es un animal de palabra. La persona que no se comunica no existe como tal: es imposible existir sin palabra oral, escrita, pensada.
El pensamiento adulto está constituido por signos lingüísticos, basta detenernos en nuestra vida mental para experimentar que es un constante fluir de palabras. Y muy temprano en la vida de un niño que empieza a hablar, las palabras de- finen y categorizan el mundo de las personas y los objetos. Desde los primeros sonidos guturales ya existe comunicación, con la única condición de que sonidos, jerga, o palabras sean recogidos e interpretados por alguien. Nuestra existencia toma cuerpo con un nombre, iniciamos nuestra vida como seres humanos con una palabra que nos define y nos identifica: que nos llamen por nuestro nombre, ser llamados por otro, es la precondición para existir como seres humanos y comunicarnos como tales. Por eso en algunos escenarios figurados, de pesadillas, de ciencia ficción o reales como los campos de concentración, la máxima deshumanización que acaba anulando a la persona, ocurre cuando éstas son etiquetadas con números, despojadas de una simple palabra que les identifica como humanos.
Nuestra existencia toma cuerpo con un nombre, iniciamos nuestra vida como seres humanos con una palabra que nos define y nos identifica.
Nada humano es ajeno a la palabra. En lo sagrado (“...en el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios…”5) y en lo profano, las palabras protagonizan la vida. Construimos nuestra personalidad con ladrillos de palabras, que son también las que cimentan nuestras relaciones personales. Las palabras elevan o hunden, construyen o destruyen, con ellas se mueven los sentimientos pero también el poder; pueden usarse para formar o deformar, para informar o manipular, te hacen sentir vulnerable o fuerte, te acercan o te alejan del otro. Pueden ser un canto que embelese el alma6, pero también provocar consecuencias devastadoras o acciones terapéuticas. Tienen que ver con la fantasía y con la realidad, construyen nuestras ideas y soportan nuestras creencias. Pueden hacer cambiar la percepción de algo o de alguien, pueden culpabilizar o aliviar. ¿Quién conoce otra arma con semejante poder y tan escaso arsenal?
Si tuviéramos que elegir entre todos los ámbitos donde reina la palabra, quizá los más significativos serían la literatura en general y la poesía en particular; la psicología y especialmente el psicoanálisis; la filosofía, en su búsqueda permanentemente de respuestas a los grandes interrogantes de la vida, y dentro de ella la ética. Y por supuesto la medicina.
Poesía y literatura
La poesía como forma de expresar emociones, sentimientos, ideas y construcciones de la imaginación, promueve la creatividad, comunica y desvela los sentimientos del otro, tiene una función catártica y una alta capacidad simbólica. Además, sostiene los sueños y los ideales utópicos de una sociedad, por eso la profecía de Adorno, aquella frase que auguraba que no habría poesía después de Auschwitz, afortunadamente se quedó sin cumplir: justamente por la capacidad del ser humano de superar casi todo poniendo palabras, como las poéticas.
Para algunos inútil, para otros imprescindible, la poesía sirve “para recuperar el gusto por el silencio en un mundo desquiciado y ruidoso, para sentir el gusto por la palabra en un mundo terriblemente mediatizado, para restituir el gusto por la intimidad en un mundo incierto, para reafirmar el gusto por la libre reflexión en un mundo de pensamiento único” (Miquel Martí i Pol).
Poeta es aquel que cede la iniciativa a la palabra para producir esa honda palpitación del espíritu que es la poesía. Hölderlin dedicó gran parte de su obra a poetizar sobre la poesía. Decía que al hombre se le ha dado el más peligroso de los bienes, el lenguaje, para que con él cree y destruya, para que muestre lo que es. Se refiere al lenguaje por una parte como la más inocente de todas las ocupaciones, y por otra como el más peligroso de los bienes. Nuestro ser-hombre se “funda en el habla” como diálogo, estamos constituidos de habla, somos habla, somos diálogo. Cuando nace el lenguaje, nace también el mundo. Por eso, de forma simbólica, Pablo Neruda expresa la creación del hombre en esta poesía mejor que el mito de Adán y Eva:
“He aquí que el silencio fue integrado
Por el total de la palabra humana
Y no hablar es morir entre los seres”
En la literatura, la palabra crea, recrea, y es real y simbólicamente salvadora. En Las mil y una noches, obra homenaje a la palabra, salva al rey de su odio hacia las mujeres. La historia cuenta como el sultán Schahriar descubre que su mujer le traiciona y la mata. Creyendo que todas las mujeres son igual de infieles, ordena a su visir conseguirle una esposa cada día, para pasar la noche con ella y ordenar matarla por la mañana. Este cruel destino es quebrado por Scherezade, hija del visir, que trama un plan y lo lleva a cabo: se ofrece como esposa del sultán y la primera noche logra sorprenderle contándole un cuento. El sultán se entusiasma con el cuento, pero la muchacha hábilmente interrumpe el relato antes del alba y promete el final para la noche siguiente. Así le entretiene mil noches, durante las cuales da a luz a 3 hijos y en la mil y una noche, el sultán le conmuta la pena de muerte y viven felices. “Tu voz me apacigua y tus cuentos me vuelven bueno” le dice el sultán. En este juego de seducción, la palabra actúa como bálsamo frente al odio y la irracionalidad.
Platón pensaba que el “agente catártico para la enfermedad del alma es la palabra idónea y eficaz de quien sepa ser a la vez maestro y médico”, lo que él llamó psicagogo.
Un cambio de perspectiva nos hará ver a Sherezade no sólo como mito clásico de belleza y erotismo, sino como personaje inteligente y creativo que utiliza la palabra como terapia. Una mujer que no sólo consigue que su vida sea perdonada, sino que pone fin a la locura del sultán. Precioso mensaje simbólico del poder civilizador de la palabra frente a la barbarie a través de una mujer.
Sin embargo, la sociedad actual del homo videns7 privilegia la imagen frente a la literatura, disminuyendo así la posibilidad de crear imágenes mentales, de simbolizar. Capacidad que justamente es la que distancia al Homo sapiens del animal.
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra en la maleza,
me queda la palabra.
(Blas de Otero)
Medicina
En todas las culturas, la palabra ha tenido un papel terapéutico. En la griega, ya desde la época homérica, se utilizaba el hechizo, el ensalmo o conjuro (epodé), las palabras secretas con finalidad curativa. De esta primitiva manera de utilizar el efecto mágico hechizador de las palabras, se pasó a una forma más evolucionada de producir efecto en los otros, a través del relato propiamente. Los antiguos griegos sienten en sus almas y observan que hablar (bien) es a la vez saber y poder, hasta el punto de que ser “bienhablante” es equiparable a ser un hombre con poderes mágicos. El fundamento psicológico de esa eficacia de la palabra se llamó “persuasión” y Peithó, la Persuasión, llegó a alcanzar entre griegos y romanos la condición divina. Peithó fue acompañante de Eros y la personificación de la eficacia psicológica y social de la palabra. En el Pantheon griego Peithó corresponde al poder de la palabra sobre los otros, su templo es la Palabra y la consideraban la antítesis de Ananke, la Fuerza8.
Recordemos que la salud humana, algo más que la salud del cuerpo y el equilibrio de las potencias, requiere también que el alma posea un ordenado sistema de persuasiones, convicciones y virtudes intelectuales. Desde esta convicción, Platón pensaba que el “agente catártico para la enfermedad del alma es la palabra idónea y eficaz de quien sepa ser a la vez maestro y médico”, lo que él llamó psicagogo. Por eso Lain Entralgo considera a Platón, sin sombra de duda, el inventor de una psicoterapia verbal rigurosamente técnica, al ser el primero que observó que la palabra actúa por sí misma, por la virtud conjunta de su propia naturaleza y la naturaleza del paciente, no por ninguna potencia mágica.
Hoy día no hay duda. La palabra es el arma terapéutica por excelencia en la relación clínica; la apuesta por dar la palabra al paciente y el uso adecuado de la nuestra son pilares básicos de todo proceso asistencial.
Psicoanálisis y ética
“Todos estos astrólogos del cielo del alma poseen su ciencia gracias a la mirada introspectiva”. S. Zweig.
El psicoanálisis, además de ser un método psicoterapéutico, es un sistema de pensamiento que ofrece una idea del ser humano y su desarrollo emocional, pero también una interpretación de la historia y la cultura. El desconocimiento profundo hace que sea frecuentemente menospreciado y reducido a algo así como una teoría sexual, sin entender que para Freud términos como libido o sexualidad no tienen nada que ver con el significado y el uso popular de dichos términos.
La tarea fundamental que propone el psicoanálisis es descubrir a través de la palabra, la patología latente que produce la negación y la represión de la vida emocional: poner palabras al contenido del inconsciente, transformando en el acto intersubjetivo de la transferencia, aquello que tiende a escapar a todo tipo de lenguaje. Para reemplazar en lo posible lo irracional por lo racional, el terapeuta no debe dirigir al paciente activamente sino buscar que sea el paciente quien descubra su inconsciente, algo muy parecido a la mayéutica de Sócrates.
Freud es la antítesis de la medicina positivista del siglo XIX, en la cual el médico apenas contemplaba los síntomas del paciente, por definición subjetivos. El acto médico requería pasar cuanto antes a la parte considerada como más importante, la exploración, mediante la cual el médico accedía, directamente o a través de instrumentos, al conocimiento objetivo de la enfermedad. Freud, sin embargo da un giro a este planteamiento y reivindica la importancia del síntoma, a través de la palabra, como vehículo de expresión de emociones, deseos, esperanzas, creencias, valores, etc.9
Algunos autores han relacionado la ética y el psicoanálisis, como E. Fromm. En el contexto que nos ocupa, encontramos múltiples puntos comunes:
• Tanto el psicoanálisis como la ética contemplan al hombre como un conjunto inseparable de razón y sentimientos o emociones, atravesados por la palabra: para uno, vehículo de expresión del inconsciente, para otro, instrumento privilegiado para la persuasión y la deliberación.
• Ambas son disciplinas comprometidas con la verdad, a la vez que rigurosamente antidogmáticas: renuncian a la Razón y a la Verdad con mayúsculas, manteniendo una prudente tensión entre la ignorancia y la certeza. Para el psicoanálisis, si hay alguna verdad, será una verdad individual, subjetiva, incompleta, dinámica, pero nunca impuesta por el terapeuta desde ningún tipo de postura dogmática. Para la ética, la verdad absoluta entraría en franca contradicción con la prudencia, virtud por antonomasia.
• Otro punto en común sería el firme e incuestionable reconocimiento de límites y limitaciones como algo constitutivo del ser humano. En este sentido la bioética debe trabajar dentro del marco de limitaciones reales que son las leyes y parte de su tarea es establecer los límites morales al progreso científico y técnico. Para el psicoanálisis, existen límites simbólicos inscritos en nuestro psiquismo que nos enfrentan con la incompletud: reconocerse mortal, aceptar la diferencia de sexos, las prohibiciones universales como el incesto y la instauración de la ley impuesta por un tercero (significado del complejo de Edipo) no sólo son fenómenos universales, sino hechos estructurantes del psiquismo humano.
• Un punto importante es que ambos buscan la felicidad, y que ésta, para ambos, nada tiene que ver en esencia con la salud del cuerpo. Para la ética será una búsqueda del ideal de vida buena y felicidad. Para el psicoanálisis, no tener mecanismos de defensa patológicos que, a modo de frenos, impidan desarrollar una vida con plena capacidad de amar y trabajar
Epílogo
Si el espíritu es la parte del ser por donde penetran los valores, estar sanos espiritualmente exige que seamos agentes activos de nuestra vida. Elegir la vida intelectual y el estímulo del pensamiento, profundizar en nuestro propio conocimiento a través de la introspección, el uso adecuado de la palabra como arma terapéutica y el trabajo activo promoviendo un debate público de calidad a través de ámbitos como la bioética, son algunas propuestas hacia ese fin.
En este sentido, probablemente los que nos hemos sentido tocados por el psicoanálisis o por la bioética tengamos en común la percepción de haber iniciado un estimulante camino sin retorno. Una suerte de ilustración particular en donde nuestro mundo interior y el mundo exterior que percibimos se expande en todas direcciones y algo nos apremia a intuir que atrévete a conocerte y atrévete a saber, son premisas fundamentales para la búsqueda de la felicidad y la salud. Esta salud.
“Le tengo rabia al silencio
Por lo mucho que perdí
Que no se quede callado
Quien quiera vivir feliz”
(A.Yupanqui)
BIBKIOGRAFIA
1. Zweig S. La curación por el espíritu. Mesmer, Mary Baker- Eddy, Freud.Ed. Acantilado. 2006.
2. Romains J. Knock o el triunfo de la medicina. Ed. Bruño. 1989.
3. Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Alianza Editorial.1979.
4. Fromm E. Ética y psicoanálisis. Ed. Fondo de cultura Económica.1947.
5. Evangelio de S.Juan 1 ,1.
6. Gabilondo A. Trazos del eros. Ed Tecnos. 1997.
7. Sartori G. Homo Videns: la sociedad teledirigida. Taurus, México.1998 .
8. Lain Entralgo P. La curación por la palabra en la Grecia antigua. Ed. Anthropos, Barcelona. 2005.
9. Gracia D. Medice cura te ipsum. Sobre la salud física y mental de los profesionales sanitarios .Discurso de inauguración del curso académico 2004.
AUTORA:Carmen Martínez González
Pediatra. Magíster en Bioética. Experta universitaria en psicoterapia psicoanalítica. Centro de Salud San Blas. Madrid
Tomo prestado para este artículo el titulo de un libro1 de S. Zweig (1881-1942), ensayista y novelista austriaco muy valorado entre otros por Freud, a juzgar por el reconocimiento que así expresó en un intercambio epistolar: “cuánto admiro el arte de su lenguaje, que se adapta al pensamiento como los vestidos transparentes que pensaron los antiguos para los cuerpos de las estatuas”. Ambos, Zweig y Freud, maestros de la palabra en diferentes campos, nos permiten abordar el tema del poder de la palabra, de la comunicación humana, de lo que define y caracteriza primordialmente al ser humano, de su poder curativo, de su capacidad de ser un bálsamo para el espíritu sano, y auténtica y poderosa arma terapéutica para el enfermo. Particularmente pertinente en el contexto de la ética, puesto que mantener una relación ética con el otro implica estar siempre dispuesto a concederle la palabra y a poner en palabras lo que le pedimos.
Pero no vamos a conducir el tema en la línea actual de la sociedad que tiende a la fe ciega en la técnica, en la ciencia y en la prevención. No vamos a ir en la línea medicalizadora que parece buscar como fin último de la vida el triunfo de la medicina, al más puro estilo (Dr.) Knock2. Esta tendencia actual que hace que el hombre desconfíe de sus propios instintos de búsqueda de felicidad y delegue la manera de conducir su vida en los profesionales, hace peligrar la autonomía. Por eso esta reflexión no se referirá a la curación de fuera hacia dentro, sino más bien en la que iría de dentro hacia fuera, entendiendo la salud no sólo como salud del cuerpo sino también que el alma posea un ordenado sistema de persuasiones, convicciones y virtudes intelectuales. Ya que, si buscamos activamente esta salud, obtendremos también más autonomía, y probablemente más felicidad.
De las múltiples acepciones del término espíritu, asumiremos que espíritu es todo aquello inmaterial que nos diferencia de cualquier otro ser vivo, toda realidad humana que trascienda lo orgánico, donde reside la razón y a la vez las emociones. En el contexto de la ética, especialmente pertinente es entender el espíritu como la “parte del ser por la cual penetran los valores”3.
Nos referiremos a salud también, no sólo como ese ordenado sistema de virtudes intelectuales, sino como lo entendía Freud: la capacidad de amar y trabajar, es decir, de tener relaciones afectivas satisfactorias y vida productiva. Curar sería sinónimo de remover los obstáculos que frenan los impulsos que nos orientan a la salud y la felicidad 4.
Desde este posicionamiento que introduce el tema, inevitablemente surgen numerosas cuestiones que no podemos —ni quizá debemos— responder aquí y ahora, sino de dentro hacia fuera y allá cada cual: ¿conocerse es una obligación moral?, ¿estar sano es una virtud?, ¿qué es la salud del espíritu?, ¿se puede buscar la felicidad sin buscar la salud?, ¿es posible amar sin estar sano?...
Vamos a intentar poner palabras, y que la palabra —que es lo que más humaniza al hombre— sea la protagonista. Porque el hombre es un animal de palabra. La persona que no se comunica no existe como tal: es imposible existir sin palabra oral, escrita, pensada.
El pensamiento adulto está constituido por signos lingüísticos, basta detenernos en nuestra vida mental para experimentar que es un constante fluir de palabras. Y muy temprano en la vida de un niño que empieza a hablar, las palabras de- finen y categorizan el mundo de las personas y los objetos. Desde los primeros sonidos guturales ya existe comunicación, con la única condición de que sonidos, jerga, o palabras sean recogidos e interpretados por alguien. Nuestra existencia toma cuerpo con un nombre, iniciamos nuestra vida como seres humanos con una palabra que nos define y nos identifica: que nos llamen por nuestro nombre, ser llamados por otro, es la precondición para existir como seres humanos y comunicarnos como tales. Por eso en algunos escenarios figurados, de pesadillas, de ciencia ficción o reales como los campos de concentración, la máxima deshumanización que acaba anulando a la persona, ocurre cuando éstas son etiquetadas con números, despojadas de una simple palabra que les identifica como humanos.
Nuestra existencia toma cuerpo con un nombre, iniciamos nuestra vida como seres humanos con una palabra que nos define y nos identifica.
Nada humano es ajeno a la palabra. En lo sagrado (“...en el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios…”5) y en lo profano, las palabras protagonizan la vida. Construimos nuestra personalidad con ladrillos de palabras, que son también las que cimentan nuestras relaciones personales. Las palabras elevan o hunden, construyen o destruyen, con ellas se mueven los sentimientos pero también el poder; pueden usarse para formar o deformar, para informar o manipular, te hacen sentir vulnerable o fuerte, te acercan o te alejan del otro. Pueden ser un canto que embelese el alma6, pero también provocar consecuencias devastadoras o acciones terapéuticas. Tienen que ver con la fantasía y con la realidad, construyen nuestras ideas y soportan nuestras creencias. Pueden hacer cambiar la percepción de algo o de alguien, pueden culpabilizar o aliviar. ¿Quién conoce otra arma con semejante poder y tan escaso arsenal?
Si tuviéramos que elegir entre todos los ámbitos donde reina la palabra, quizá los más significativos serían la literatura en general y la poesía en particular; la psicología y especialmente el psicoanálisis; la filosofía, en su búsqueda permanentemente de respuestas a los grandes interrogantes de la vida, y dentro de ella la ética. Y por supuesto la medicina.
Poesía y literatura
La poesía como forma de expresar emociones, sentimientos, ideas y construcciones de la imaginación, promueve la creatividad, comunica y desvela los sentimientos del otro, tiene una función catártica y una alta capacidad simbólica. Además, sostiene los sueños y los ideales utópicos de una sociedad, por eso la profecía de Adorno, aquella frase que auguraba que no habría poesía después de Auschwitz, afortunadamente se quedó sin cumplir: justamente por la capacidad del ser humano de superar casi todo poniendo palabras, como las poéticas.
Para algunos inútil, para otros imprescindible, la poesía sirve “para recuperar el gusto por el silencio en un mundo desquiciado y ruidoso, para sentir el gusto por la palabra en un mundo terriblemente mediatizado, para restituir el gusto por la intimidad en un mundo incierto, para reafirmar el gusto por la libre reflexión en un mundo de pensamiento único” (Miquel Martí i Pol).
Poeta es aquel que cede la iniciativa a la palabra para producir esa honda palpitación del espíritu que es la poesía. Hölderlin dedicó gran parte de su obra a poetizar sobre la poesía. Decía que al hombre se le ha dado el más peligroso de los bienes, el lenguaje, para que con él cree y destruya, para que muestre lo que es. Se refiere al lenguaje por una parte como la más inocente de todas las ocupaciones, y por otra como el más peligroso de los bienes. Nuestro ser-hombre se “funda en el habla” como diálogo, estamos constituidos de habla, somos habla, somos diálogo. Cuando nace el lenguaje, nace también el mundo. Por eso, de forma simbólica, Pablo Neruda expresa la creación del hombre en esta poesía mejor que el mito de Adán y Eva:
“He aquí que el silencio fue integrado
Por el total de la palabra humana
Y no hablar es morir entre los seres”
En la literatura, la palabra crea, recrea, y es real y simbólicamente salvadora. En Las mil y una noches, obra homenaje a la palabra, salva al rey de su odio hacia las mujeres. La historia cuenta como el sultán Schahriar descubre que su mujer le traiciona y la mata. Creyendo que todas las mujeres son igual de infieles, ordena a su visir conseguirle una esposa cada día, para pasar la noche con ella y ordenar matarla por la mañana. Este cruel destino es quebrado por Scherezade, hija del visir, que trama un plan y lo lleva a cabo: se ofrece como esposa del sultán y la primera noche logra sorprenderle contándole un cuento. El sultán se entusiasma con el cuento, pero la muchacha hábilmente interrumpe el relato antes del alba y promete el final para la noche siguiente. Así le entretiene mil noches, durante las cuales da a luz a 3 hijos y en la mil y una noche, el sultán le conmuta la pena de muerte y viven felices. “Tu voz me apacigua y tus cuentos me vuelven bueno” le dice el sultán. En este juego de seducción, la palabra actúa como bálsamo frente al odio y la irracionalidad.
Platón pensaba que el “agente catártico para la enfermedad del alma es la palabra idónea y eficaz de quien sepa ser a la vez maestro y médico”, lo que él llamó psicagogo.
Un cambio de perspectiva nos hará ver a Sherezade no sólo como mito clásico de belleza y erotismo, sino como personaje inteligente y creativo que utiliza la palabra como terapia. Una mujer que no sólo consigue que su vida sea perdonada, sino que pone fin a la locura del sultán. Precioso mensaje simbólico del poder civilizador de la palabra frente a la barbarie a través de una mujer.
Sin embargo, la sociedad actual del homo videns7 privilegia la imagen frente a la literatura, disminuyendo así la posibilidad de crear imágenes mentales, de simbolizar. Capacidad que justamente es la que distancia al Homo sapiens del animal.
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra en la maleza,
me queda la palabra.
(Blas de Otero)
Medicina
En todas las culturas, la palabra ha tenido un papel terapéutico. En la griega, ya desde la época homérica, se utilizaba el hechizo, el ensalmo o conjuro (epodé), las palabras secretas con finalidad curativa. De esta primitiva manera de utilizar el efecto mágico hechizador de las palabras, se pasó a una forma más evolucionada de producir efecto en los otros, a través del relato propiamente. Los antiguos griegos sienten en sus almas y observan que hablar (bien) es a la vez saber y poder, hasta el punto de que ser “bienhablante” es equiparable a ser un hombre con poderes mágicos. El fundamento psicológico de esa eficacia de la palabra se llamó “persuasión” y Peithó, la Persuasión, llegó a alcanzar entre griegos y romanos la condición divina. Peithó fue acompañante de Eros y la personificación de la eficacia psicológica y social de la palabra. En el Pantheon griego Peithó corresponde al poder de la palabra sobre los otros, su templo es la Palabra y la consideraban la antítesis de Ananke, la Fuerza8.
Recordemos que la salud humana, algo más que la salud del cuerpo y el equilibrio de las potencias, requiere también que el alma posea un ordenado sistema de persuasiones, convicciones y virtudes intelectuales. Desde esta convicción, Platón pensaba que el “agente catártico para la enfermedad del alma es la palabra idónea y eficaz de quien sepa ser a la vez maestro y médico”, lo que él llamó psicagogo. Por eso Lain Entralgo considera a Platón, sin sombra de duda, el inventor de una psicoterapia verbal rigurosamente técnica, al ser el primero que observó que la palabra actúa por sí misma, por la virtud conjunta de su propia naturaleza y la naturaleza del paciente, no por ninguna potencia mágica.
Hoy día no hay duda. La palabra es el arma terapéutica por excelencia en la relación clínica; la apuesta por dar la palabra al paciente y el uso adecuado de la nuestra son pilares básicos de todo proceso asistencial.
Psicoanálisis y ética
“Todos estos astrólogos del cielo del alma poseen su ciencia gracias a la mirada introspectiva”. S. Zweig.
El psicoanálisis, además de ser un método psicoterapéutico, es un sistema de pensamiento que ofrece una idea del ser humano y su desarrollo emocional, pero también una interpretación de la historia y la cultura. El desconocimiento profundo hace que sea frecuentemente menospreciado y reducido a algo así como una teoría sexual, sin entender que para Freud términos como libido o sexualidad no tienen nada que ver con el significado y el uso popular de dichos términos.
La tarea fundamental que propone el psicoanálisis es descubrir a través de la palabra, la patología latente que produce la negación y la represión de la vida emocional: poner palabras al contenido del inconsciente, transformando en el acto intersubjetivo de la transferencia, aquello que tiende a escapar a todo tipo de lenguaje. Para reemplazar en lo posible lo irracional por lo racional, el terapeuta no debe dirigir al paciente activamente sino buscar que sea el paciente quien descubra su inconsciente, algo muy parecido a la mayéutica de Sócrates.
Freud es la antítesis de la medicina positivista del siglo XIX, en la cual el médico apenas contemplaba los síntomas del paciente, por definición subjetivos. El acto médico requería pasar cuanto antes a la parte considerada como más importante, la exploración, mediante la cual el médico accedía, directamente o a través de instrumentos, al conocimiento objetivo de la enfermedad. Freud, sin embargo da un giro a este planteamiento y reivindica la importancia del síntoma, a través de la palabra, como vehículo de expresión de emociones, deseos, esperanzas, creencias, valores, etc.9
Algunos autores han relacionado la ética y el psicoanálisis, como E. Fromm. En el contexto que nos ocupa, encontramos múltiples puntos comunes:
• Tanto el psicoanálisis como la ética contemplan al hombre como un conjunto inseparable de razón y sentimientos o emociones, atravesados por la palabra: para uno, vehículo de expresión del inconsciente, para otro, instrumento privilegiado para la persuasión y la deliberación.
• Ambas son disciplinas comprometidas con la verdad, a la vez que rigurosamente antidogmáticas: renuncian a la Razón y a la Verdad con mayúsculas, manteniendo una prudente tensión entre la ignorancia y la certeza. Para el psicoanálisis, si hay alguna verdad, será una verdad individual, subjetiva, incompleta, dinámica, pero nunca impuesta por el terapeuta desde ningún tipo de postura dogmática. Para la ética, la verdad absoluta entraría en franca contradicción con la prudencia, virtud por antonomasia.
• Otro punto en común sería el firme e incuestionable reconocimiento de límites y limitaciones como algo constitutivo del ser humano. En este sentido la bioética debe trabajar dentro del marco de limitaciones reales que son las leyes y parte de su tarea es establecer los límites morales al progreso científico y técnico. Para el psicoanálisis, existen límites simbólicos inscritos en nuestro psiquismo que nos enfrentan con la incompletud: reconocerse mortal, aceptar la diferencia de sexos, las prohibiciones universales como el incesto y la instauración de la ley impuesta por un tercero (significado del complejo de Edipo) no sólo son fenómenos universales, sino hechos estructurantes del psiquismo humano.
• Un punto importante es que ambos buscan la felicidad, y que ésta, para ambos, nada tiene que ver en esencia con la salud del cuerpo. Para la ética será una búsqueda del ideal de vida buena y felicidad. Para el psicoanálisis, no tener mecanismos de defensa patológicos que, a modo de frenos, impidan desarrollar una vida con plena capacidad de amar y trabajar
Epílogo
Si el espíritu es la parte del ser por donde penetran los valores, estar sanos espiritualmente exige que seamos agentes activos de nuestra vida. Elegir la vida intelectual y el estímulo del pensamiento, profundizar en nuestro propio conocimiento a través de la introspección, el uso adecuado de la palabra como arma terapéutica y el trabajo activo promoviendo un debate público de calidad a través de ámbitos como la bioética, son algunas propuestas hacia ese fin.
En este sentido, probablemente los que nos hemos sentido tocados por el psicoanálisis o por la bioética tengamos en común la percepción de haber iniciado un estimulante camino sin retorno. Una suerte de ilustración particular en donde nuestro mundo interior y el mundo exterior que percibimos se expande en todas direcciones y algo nos apremia a intuir que atrévete a conocerte y atrévete a saber, son premisas fundamentales para la búsqueda de la felicidad y la salud. Esta salud.
“Le tengo rabia al silencio
Por lo mucho que perdí
Que no se quede callado
Quien quiera vivir feliz”
(A.Yupanqui)
BIBKIOGRAFIA
1. Zweig S. La curación por el espíritu. Mesmer, Mary Baker- Eddy, Freud.Ed. Acantilado. 2006.
2. Romains J. Knock o el triunfo de la medicina. Ed. Bruño. 1989.
3. Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Alianza Editorial.1979.
4. Fromm E. Ética y psicoanálisis. Ed. Fondo de cultura Económica.1947.
5. Evangelio de S.Juan 1 ,1.
6. Gabilondo A. Trazos del eros. Ed Tecnos. 1997.
7. Sartori G. Homo Videns: la sociedad teledirigida. Taurus, México.1998 .
8. Lain Entralgo P. La curación por la palabra en la Grecia antigua. Ed. Anthropos, Barcelona. 2005.
9. Gracia D. Medice cura te ipsum. Sobre la salud física y mental de los profesionales sanitarios .Discurso de inauguración del curso académico 2004.
DESCUBREN EL PAPEL DE LOS GENES DEL SISTEMA INMUNE DEL EMBARAZO
:: Fuente: El Médico Interactivo, Diario Electrónico de la Sanidad ::
Redacción
El estudio aporta datos sobre los factores genéticos que aumentan la susceptibilidad y proporcionan protección ante trastornos comunes en el embarazo, en concreto los abortos recurrentes, la preeclampsia y el crecimiento fetal restringido
Madrid (28- 10-10).- Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cambridge en Reino Unido y dirigido por Ashley Moffett desvela el papel del sistema inmune en la progresión del embarazo. Los resultados del trabajo se publican en la revista Journal of Clinical Investigation.
Un paso clave en el inicio de un embarazo de éxito es la invasión de la pared del útero por las células fetales, trofoblastos, que se convierten en el tipo de célula principal de la placenta. Se cree que el aborto recurrente, la preeclampsia y el crecimiento fetal restringido son el resultado de la invasión de trofoblastos inadecuada de la pared del útero.
Las interacciones entre las células maternas conocidas como células NK uterinas y trofoblastos fetales, en concreto interacciones entre las moléculas HLA-C sobre los trofoblastos fetales y de KIR (receptores killer similares a inmunoglobulina) sobre las células NK uterinas maternas, son claves para la determinación la extensión de la invasión de trofoblastos. Datos previos del laboratorio de Moffet indicaban que una combinación particular de HLA-C fetal y KIR materna estaban asociados con un mayor riesgo de preeclampsia.
En el estudio actual los investigadores han extendido esta correlación con el aborto recurrente y el crecimiento fetal restringido. Además, los científicos han determinado que la presencia de otras KIR maternales que combinan con la misma molécula HLA-C proporciona protección contra los mismos trastornos comunes del embarazo.
sábado, 30 de octubre de 2010
ACUERDO MUNDIAL SOBRE BIODIVERSIDAD
Luego de doce días de tensas negociaciones, más de 190 paises reunidos en la Cumbre de Biodiversidad en Nagoya, Japón, acordaron un nuevo plan para 2020 dirigido a proteger las especies del planeta. Pero las metas acordadas son menos exigentes y específicas de lo que pedían los expertos en conservación.
En el encuentro también se logró un acuerdo en torno a un tema clave para América Latina: cómo regular el acceso a los recursos genéticos de las plantas y el reparto de los beneficios que se obtienen de ellas.
Los delegados estuvieron reunidos hasta altas horas de la noche y la principal manzana de la discordia fue precisamente el llamado Protocolo ABS (Access and Benefit sharing o acceso y reparto de beneficios). Brasil y otros países en desarrollo ricos en biodiversidad habían insistido durante todo el encuentro que no firmarían las metas generales a menos que hubiera también un acuerdo sobre el protocolo.
Los países en desarrollo lograron una concesión importante: que el acuerdo cubra todo lo que que se llegue a obtener a partir de sus plantas –lo que técnicamente se conoce como "derivados".
Los países industrializados y naciones como Suiza, que tienen una poderosa industria farmacéutica, querían un acuerdo mucho más limitado.
"Cada palabra en estos documentos no es sólo una palabra", dijo a la BBC Hugo Schally, principal negociador europeo en este tema. "Para la industria estas palabras pueden significar diferencias de miles de millones de dólares".
Metas polémicas
En materia de detener la pérdida de biodiversidad, el acuerdo logrado en Nagoya establece como meta proteger el 17% de los espacios terrestres y el 10% de los océanos, para 2020.
Muchos expertos consideran estas metas demasiado débiles, apuntando que ya se protege al 13% de las superficies terrestres y que la meta del 10% para áreas marinas es la que ya existía antes de la cumbre.
Varias organizaciones de conservación expresaron que las nuevas metas pueden no ser suficientes para detener la pérdida de especies.
"Los delegados se irán ahora de Nagoya, pero el trabajo para salvar la vida en el planeta tiene que reanudarse el lunes por la mañana", dijo a la BBC Jane Smart, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Japón asumió la presidencia de la Convención de Diversidad Biológica hasta 2012 y según Wakao Hanaoka, de Greenpeace, "eso debe significar en la práctica que tome medidas concretas para reducir la pesca de especies lucrativas y amenazadas como el atún rojo".
El director del Fondo Mundial para la Naturaleza, Jim Leape, dijo que a pesar de las limitaciones del acuerdo "éste reafirma la necesidad fundamental de conservar la naturaleza como la base de nuestra salud y nuestra economía. Los gobiernos han dado un fuerte mensaje de que proteger al planeta es un tema central de la política internacional".
Recursos financieros
Varios países en desarrollo advirtieron que no tienen los fondos necesarios para implementar las nuevas metas. Ponerlas en práctica requiere desde pagar guardias hasta sistemas complejos de monitoreo.
"Los bosques en nuestros países son vitales para todo el planeta y esperamos ayuda financiera para poder conservarlos por el bien común de la humanidad", dijo Johansen Voker, de la Agencia de Protección Ambiental de Liberia.
Una de cada cinco especies está en peligro.
Los países desarrollados se comprometieron a establecer mecanismos para reunir fondos de ayuda para 2020, lo que puede significar un importante flujo de fondos para las naciones en desarrollo. Los planes deben estar en pie para 2012, cuando Rio de Janeiro será la sede de la segunda Cumbre de la Tierra, dos décadas después de albergar la primera.
Las cifras que se manejan parecen demasiado ambiciosas, particularmente si se tiene en cuenta que los gobiernos ya se han comprometido a reunir US$100 mil millones para combatir el cambio climático para 2020.
"Pensar en resolver el problema de la pérdida de biodiversidad sólo con fondos públicos es una ilusión", dijo a la BBC la ministra de Medio Ambiente de Francia, Chantal Jouanno. "Las empresas privadas deben contribuir y esto es algo lógico, porque obtienen ganancias aprovechando los recursos de la biodiversidad".
La cumbre en Nagoya fue la X Conferencia de las Partes de la Convención sobre Biodiversidad (COP10). Tanto el secretario general de la Convención como la ONU habían admitido antes del encuentro el fracaso individual y colectivo en reducir la pérdida de biodiversidad.
La gran pregunta es si las metas acordadas en Nagoya son lo suficientemente específicas para alterar lo que para muchos es la gran tragedia: la pérdida de biodiversidad a un ritmo mil veces superior al considerado natural. Al menos un quinto de las especies del planeta están amenazadas de desaparecer. En el caso de los anfribios, la cifra es superior al 40%.
En palabras del naturalista Edward O. Wilson, "estamos dejando escapar la naturaleza de entre nuestras manos y con ello nos estamos perdiendo a nosotros mismos".
En el encuentro también se logró un acuerdo en torno a un tema clave para América Latina: cómo regular el acceso a los recursos genéticos de las plantas y el reparto de los beneficios que se obtienen de ellas.
Los delegados estuvieron reunidos hasta altas horas de la noche y la principal manzana de la discordia fue precisamente el llamado Protocolo ABS (Access and Benefit sharing o acceso y reparto de beneficios). Brasil y otros países en desarrollo ricos en biodiversidad habían insistido durante todo el encuentro que no firmarían las metas generales a menos que hubiera también un acuerdo sobre el protocolo.
Los países en desarrollo lograron una concesión importante: que el acuerdo cubra todo lo que que se llegue a obtener a partir de sus plantas –lo que técnicamente se conoce como "derivados".
Los países industrializados y naciones como Suiza, que tienen una poderosa industria farmacéutica, querían un acuerdo mucho más limitado.
"Cada palabra en estos documentos no es sólo una palabra", dijo a la BBC Hugo Schally, principal negociador europeo en este tema. "Para la industria estas palabras pueden significar diferencias de miles de millones de dólares".
Metas polémicas
En materia de detener la pérdida de biodiversidad, el acuerdo logrado en Nagoya establece como meta proteger el 17% de los espacios terrestres y el 10% de los océanos, para 2020.
Muchos expertos consideran estas metas demasiado débiles, apuntando que ya se protege al 13% de las superficies terrestres y que la meta del 10% para áreas marinas es la que ya existía antes de la cumbre.
Varias organizaciones de conservación expresaron que las nuevas metas pueden no ser suficientes para detener la pérdida de especies.
"Los delegados se irán ahora de Nagoya, pero el trabajo para salvar la vida en el planeta tiene que reanudarse el lunes por la mañana", dijo a la BBC Jane Smart, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Japón asumió la presidencia de la Convención de Diversidad Biológica hasta 2012 y según Wakao Hanaoka, de Greenpeace, "eso debe significar en la práctica que tome medidas concretas para reducir la pesca de especies lucrativas y amenazadas como el atún rojo".
El director del Fondo Mundial para la Naturaleza, Jim Leape, dijo que a pesar de las limitaciones del acuerdo "éste reafirma la necesidad fundamental de conservar la naturaleza como la base de nuestra salud y nuestra economía. Los gobiernos han dado un fuerte mensaje de que proteger al planeta es un tema central de la política internacional".
Recursos financieros
Varios países en desarrollo advirtieron que no tienen los fondos necesarios para implementar las nuevas metas. Ponerlas en práctica requiere desde pagar guardias hasta sistemas complejos de monitoreo.
"Los bosques en nuestros países son vitales para todo el planeta y esperamos ayuda financiera para poder conservarlos por el bien común de la humanidad", dijo Johansen Voker, de la Agencia de Protección Ambiental de Liberia.
Una de cada cinco especies está en peligro.
Los países desarrollados se comprometieron a establecer mecanismos para reunir fondos de ayuda para 2020, lo que puede significar un importante flujo de fondos para las naciones en desarrollo. Los planes deben estar en pie para 2012, cuando Rio de Janeiro será la sede de la segunda Cumbre de la Tierra, dos décadas después de albergar la primera.
Las cifras que se manejan parecen demasiado ambiciosas, particularmente si se tiene en cuenta que los gobiernos ya se han comprometido a reunir US$100 mil millones para combatir el cambio climático para 2020.
"Pensar en resolver el problema de la pérdida de biodiversidad sólo con fondos públicos es una ilusión", dijo a la BBC la ministra de Medio Ambiente de Francia, Chantal Jouanno. "Las empresas privadas deben contribuir y esto es algo lógico, porque obtienen ganancias aprovechando los recursos de la biodiversidad".
La cumbre en Nagoya fue la X Conferencia de las Partes de la Convención sobre Biodiversidad (COP10). Tanto el secretario general de la Convención como la ONU habían admitido antes del encuentro el fracaso individual y colectivo en reducir la pérdida de biodiversidad.
La gran pregunta es si las metas acordadas en Nagoya son lo suficientemente específicas para alterar lo que para muchos es la gran tragedia: la pérdida de biodiversidad a un ritmo mil veces superior al considerado natural. Al menos un quinto de las especies del planeta están amenazadas de desaparecer. En el caso de los anfribios, la cifra es superior al 40%.
En palabras del naturalista Edward O. Wilson, "estamos dejando escapar la naturaleza de entre nuestras manos y con ello nos estamos perdiendo a nosotros mismos".
LA JUSTICIA RECHAZÓ UN HABEAS CORPUS COLECTIVO A FAVOR DE LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO
Beatriz Renzi, titular del juzgado Correccional y de Garantías de Quinta Nominación de Salta rechazó la acción de Hábeas Corpus preventivo contra el Estado Nacional promovido por un grupo de mujeres a favor de la legalización del aborto.
En la causa, “Hábeas corpus preventivo y declaración de inconstitucionalidad de art. 85, 86 y 88 del C. P. interpuesto por la Dra. María Laura Postiglione”, el planteo fue presentado bajo la argumentación de que “son mujeres en edad reproductiva, manifestando que en caso de quedar embarazadas sin desearlo, recurrirán a la interrupción voluntaria de esos embarazos, de modo que quedarán imputadas de los delitos ut supra mencionados, a los cuales reputan de inconstitucionales”.
Solicitando que se haga lugar a la acción de hábeas corpus preventivo y se declare la inconstitucionalidad de las figuras penales aludidas. Asimismo, “se inste al Poder Legislativo Nacional a adecuar la normativa vigente con los derechos constitucionales actuales”.
Por su parte, la magistrada rechazó la presentación sobre la base de doctrina de la Corte Suprema que sostiene que “el habeas corpus debe decidirse según la situación del afectado en momentos de dictarse sentencia y que si ésta no existe o ha variado, este instituto de convertiría en una cuestión abstracta o insustancial”.
No obstante, la jueza llamó a la “reflexión” a quienes presentaron el planteo ya que existe en nuestro país el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable (Ley Nº 25673) -que incorpora a la anterior Ligadura de Trompas y Vasectomía y la que crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral-. “Adherida la provincia a la ley mencionada, y si es el caso que el Estado a través de los respectivos ministerios, no llega en tiempo y forma a cada rincón donde exista una mujer con capacidad reproductiva con los métodos anticonceptivos que es de su obligación proveer, exijan que se cumplan las políticas o acciones públicas y no resulten meramente declarativas", consignó.
Y agregó; “a veces por negligencia o falta de decisión política, otras porque no llega a reglamentarse la misma, [tal y como sucede en la provincia] sin darse cuenta que no hacen más que hacer el juego –voluntariamente o involuntariamente- al comercio de la salud, a presiones confesionales o de otro tipo, cuando está en juego la vida de nuestras mujeres o niños y recién luego veamos cómo implementar la guía de aborto no punible o bien cómo se avanza en el debate del aborto y su despenalización”.
“La sanción de estas leyes, como la de educación sexual, derecho de los padres en el proceso de nacimiento de los hijos -entre otras- constituyen posibilidades ciertas de avance en los derechos de las personas a tener una vida sexual satisfactoria y segura, a gozar de una plena capacidad de reproducirse y de decidir libremente tanto el momento cuanto el intervalo de hacerlo, de tener el acceso a servicios de salud de calidad; de contribuir para que disminuya la morbimortalidad materna e infantil; de prevenir embarazos no deseados y sus consecuentes abortos inseguros”, concluyó. A fines de septiembre y en concordancia con el Día Internacional de lucha por la Despenalización del Aborto, diversas organizaciones sociales, políticas y académicas presentaron 1589 habeas corpus preventivos y colectivos para pedirle a la justicia la despenalización del aborto en tribunales federales de Capital, Buenos Aires, Tucumán, Santa Fe, Santa Cruz, Santiago del Estero, Salta, Río Negro, Neuquén, Mendoza, Chubut, Chaco, Córdoba y Formosa.
FUENTE: DIARIO JUDICIAL
PRUEBAN UNA VACUNA CONTRA EL ALZHEIMER
Fuente: La Nación on line
MIAMI (De un enviado especial).- Al describir en 1906 el primer caso de la enfermedad que hoy lleva su nombre, Alois Alzheimer señaló la presencia de depósitos anormales de una proteína llamada beta amiloide en el cerebro de su paciente Auguste D. Si esos depósitos son causa o efecto de esta enfermedad neurodegenerativa es aún materia de discusión, pero lo cierto es que hoy son el blanco de tratamientos experimentales que buscan dar con algo que sea capaz de frenar el avance del Alzheimer.
Uno de estos tratamientos es una vacuna que busca dirigir las defensas del organismo del paciente contra estos depósitos llamados placas amiloides o placas seniles. "Lo que hace la vacuna es administrar un pequeño fragmento de la proteína que se deposita en las placas, para que el cuerpo lo reconozca como extraño y desarrolle anticuerpos contra esta proteína", dijo a LA NACION la doctora Anabella Villalobos, jefa de Neurociencia Química Medicinal del laboratorio Pfizer, que desarrolló la vacuna.
Actualmente en fase II de investigación clínica (le resta por lo menos un año para concluirla y, si todo sale bien, pasar a fase III, la previa a su pedido de aprobación), la vacuna está siendo evaluada para determinar "cómo es tolerada por el organismo, cuáles son sus efectos secundarios y cuál es su capacidad para generar anticuerpos contra las placas", precisó Villalobos, en el encuentro 2010 Latin America Media Summit, que se realizó esta semana en Miami.
Más avanzado que la vacuna se encuentra otro medicamento que también apunta a movilizar las defensas del organismo en contra de las placas amiloides. Se trata del bapineuzumab, un anticuerpo monoclonal que se encuentra en fase III de investigación clínica, cuyos resultados habrán de conocerse entre fines de 2011 y principios de 2012.
"Este anticuerpo reconoce la proteína que se deposita en las placas y la secuestra, causando además una respuesta inflamatoria que ayuda a limpiarla -dijo Villalobos-. Los estudios de imágenes con que se sigue a los pacientes muestran una reducción de las placas, pero la pregunta que resta responder es si eso se traducirá en los tests cognitivos que evalúan el deterioro de los pacientes."
Sebastián A. Ríos
MIAMI (De un enviado especial).- Al describir en 1906 el primer caso de la enfermedad que hoy lleva su nombre, Alois Alzheimer señaló la presencia de depósitos anormales de una proteína llamada beta amiloide en el cerebro de su paciente Auguste D. Si esos depósitos son causa o efecto de esta enfermedad neurodegenerativa es aún materia de discusión, pero lo cierto es que hoy son el blanco de tratamientos experimentales que buscan dar con algo que sea capaz de frenar el avance del Alzheimer.
Uno de estos tratamientos es una vacuna que busca dirigir las defensas del organismo del paciente contra estos depósitos llamados placas amiloides o placas seniles. "Lo que hace la vacuna es administrar un pequeño fragmento de la proteína que se deposita en las placas, para que el cuerpo lo reconozca como extraño y desarrolle anticuerpos contra esta proteína", dijo a LA NACION la doctora Anabella Villalobos, jefa de Neurociencia Química Medicinal del laboratorio Pfizer, que desarrolló la vacuna.
Actualmente en fase II de investigación clínica (le resta por lo menos un año para concluirla y, si todo sale bien, pasar a fase III, la previa a su pedido de aprobación), la vacuna está siendo evaluada para determinar "cómo es tolerada por el organismo, cuáles son sus efectos secundarios y cuál es su capacidad para generar anticuerpos contra las placas", precisó Villalobos, en el encuentro 2010 Latin America Media Summit, que se realizó esta semana en Miami.
Más avanzado que la vacuna se encuentra otro medicamento que también apunta a movilizar las defensas del organismo en contra de las placas amiloides. Se trata del bapineuzumab, un anticuerpo monoclonal que se encuentra en fase III de investigación clínica, cuyos resultados habrán de conocerse entre fines de 2011 y principios de 2012.
"Este anticuerpo reconoce la proteína que se deposita en las placas y la secuestra, causando además una respuesta inflamatoria que ayuda a limpiarla -dijo Villalobos-. Los estudios de imágenes con que se sigue a los pacientes muestran una reducción de las placas, pero la pregunta que resta responder es si eso se traducirá en los tests cognitivos que evalúan el deterioro de los pacientes."
Sebastián A. Ríos
viernes, 29 de octubre de 2010
PRINCIPIOS ÉTICOS, INVESTIGACIÓN Y SALUD PÚBLICA
Dra. Elisa A. Dibarbora
Docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario
Argentina.
En la exposición seguiremos el orden jerárquico postulado por el Dr. Diego Gracia, por lo tanto, en la realización de los principios debemos priorizar el cumplimiento de los primeros respecto a los que siguen.
NO MALEFICENCIA.
El tradicional principio de la medicina: Primum non nocere, primero no dañar, tiene su correlato en las investigaciones biomédicas en:
- Adecuada relación riesgo – beneficio.
Ésta se da cuando se logran reducir los riesgos al mínimo y optimizar los beneficios, tanto para el paciente como para la población a la que pertenece.
La protección del sujeto de investigación es más importante que:
1) la búsqueda de nuevos conocimientos,
2) el probable beneficio científico y
3) el interés personal o profesional en la investigación.
- Compensación por daños.
Toda investigación implica riesgos, y aunque lo éticamente aceptable es minimizarlos, esto sólo se puede hacer con los eventos adversos previsibles.
En ciertas ocasiones las consecuencias negativas son graves y surgen inesperadamente. En ambos casos debe estar contemplado previamente de que manera se indemnizará a los perjudicados.
JUSTICIA
Este principio referido a la distribución equilibrada de los recursos, adquiere una singular relevancia en el marco de la Salud Pública y se expresa en:
- Selección equitativa de la muestra.
No exponer a una situación de riesgo a un grupo de personas para beneficiar únicamente a otro. Por ejemplo: enfermos terminales, prisioneros, estudiantes, personas de estratos sociales con bajos ingresos económicos, etc.
- Utilidad social de la investigación.
Los estudios no sólo deben brindar beneficios a las personas que intervienen en los mismos, sino que corresponde que el conocimiento obtenido sea generalizable y extensible a la sociedad en general. Debe estar centrada en los problemas de salud de la población local en la que se investiga.
BENEFICENCIA
Uno de los objetivos fundamentales de la medicina es promover el bienestar físico y psíquico de los seres humanos, Referido a las investigaciones reafirmamos que Un estudio clínico metodológicamente incorrecto no es ético. El diseño del protocolo debe garantizar una metodología adecuada a los objetivos previstos. Asegurando:
- La protección de grupos vulnerables
Por ejemplo: niños, ancianos, personas con capacidades disminuidas. Para ello se deben describir los beneficios razonablemente esperados, sin exageración, y los riesgos en su justa medida, sin restarle importancia.
- Asistencia sanitaria después de la investigación
Los últimos documentos internacionales obligan a los patrocinantes a proveer los recursos ineludibles para la atención de la salud de los sujetos probandos en caso de que ésta sea necesaria.
AUTONOMÍA
Fundado en el respeto a la libre decisión de los pacientes en relación a su salud,
el investigador tiene la obligación ética y legal de cumplimentar el proceso del consentimiento informado. Este consta de dos partes:
1ro. Un primer momento en el cual se brinda al paciente toda la información imprescindible respecto al estudio. Si acepta participar hay un:
2do. momento que es la firma del formulario que contiene su consentimiento y/o asentimiento (por. ej. en caso de menores)
El primer momento debe contener:
- Información comprensible
- Que la participación es voluntaria
- Las alternativas clínicas
- El derecho a no participar
- El derecho a retirarse
- El derecho a no sufrir represalias por el rechazo a participar
- Respeto por la confidencialidad
- Protección de su intimidad
El segundo momento (documento)
- Frente a un testigo
- De carácter revocable
- Provisorio
En presencia de cualquier cambio en el protocolo deberá realizarse otro proceso de consentimiento que incluya las modificaciones realizadas y si desea continuar el estudio.
CONCLUSION
Fundamentalmente, en Salud Pública, es grave la falta de respeto al principio de justicia ya que la ausencia de equidad puede llevar a
Desigualdades injustas e innecesarias por ser desigualdades evitables y previsibles.
Una de las causas que generan estas desigualdades es el:
Modelo privatizado en instituciones públicas
Se da cuando la industria farmacéutica contrata directamente a los investigadores y NO a las instituciones académicas y hospitalarias.
Tenemos así el complejo médico – industrial conformado por:
1- Industria farmacéutica
2- Investigadores locales con acceso a pacientes aptos para reclutar en ensayos clínicos
3- Médicos con capacidad para prescribir medicamentos
Los ensayos clínicos surgen de un contrato entre la industria farmacéutica y los investigadores como proveedores de servicios.
Desde una perspectiva ética, lo aconsejable es que el acuerdo se haga entre el patrocinante y las instituciones académicas o asistenciales responsables de la salud de los pacientes.
Un ejemplo paradigmático de estos contratos non sanctos se da en algunos estudios multicéntricos.
El proyecto es generado en una sola institución: la empresa farmacéutica, que considera al protocolo como su propiedad y lo presenta como “un combo” que:
- no es modificable sustancialmente
- no admite demasiadas aclaraciones
Así viene impuesto: - Diseño
- Objetivos
- Metodología
- Aspectos éticos
- Criterios de inclusión y exclusión
- Reclutamiento
Vale agregar que también la traducción a los idiomas locales viene incluida y a veces son realmente incomprensibles.
La contraparte son los investigadores locales cuyas tareas generalmente se limitan a ensayar con pacientes que tienen la enfermedad de interés para la empresa farmacéutica.
PROPUESTA
Contextualizar
No aceptar imposición acrítica ni unilateral de ciencia y tecnología
Priorizar las necesidades de salud locales
Promover el respeto por nuestro entorno socioeconómico y cultural
Cómo lograrlo?
Articular el nivel de gestión hospitalaria con los Comités de Ética de la Investigación, fundamentalmente en:
- Evaluación de protocolos
- Seguimiento de la investigación
- Monitoreo de los recursos utilizados.
BIOÉTICA
IDEAS BIOÉTICAS EN LA ENSAYÍSTICA HISPANOAMERICANA
Fuente: Bioetica y Debate
Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia
La cultura literaria hispana ha sido prolífica en el caso del género del ensayo. En algunas regiones más que en otras, pero, en todo caso, hay una producción conspicua a este respecto. Cosa curiosa, los propios hispanos no somos muy conscientes de esto, incluso dentro del ámbito académico, por lo que han solido ser intelectuales e investigadores de otras culturas quienes han tenido que decirnos lo que de valía hay en nuestra historia literaria. Para el caso, John Skirius, estadounidense, entre otros, ha investigado lo que es el ensayo hispanoamericano del siglo XX y, por supuesto, ha encontrado muchas gemas preciosas. Y conviene que no perdamos de vista estas gemas, estos silmarils, puesto que ahí figuran no pocos ensayos con una temática de semblante bioético patente, aun con anterioridad a las ideas seminales de Van Rensselaer Potter en la década de 1960. En otras palabras, encontramos pensadores y escritores hispanos que se ocuparon de problemas tales como la deforestación, la desertificación, la erosión, el agotamiento de las fuentes de agua, la contaminación, la desaparición de especies animales y vegetales, y así por el estilo. Pero, por desgracia, no fue raro el hecho que sus voces no tuvieran escucha. Más todavía, no faltaron los episodios de persecución, lo cual significa que de nada le ha servido al mundo hispano contar con la reflexión de guías al haber decidido no pensar. Esto es irónico en extremo, habida cuenta que nuestros pensadores advirtieron a tiempo todas las calamidades actuales. Pero, el mundo hispano siempre ha sido tierra de exilios, no una tierra de avanzada científica y ética stricto sensu.
De otro lado, hacia los últimos años, han visto la luz obras lúcidas que tratan de lo bueno, lo malo y lo feo de la cultura académica hispana. Entre los autores correspondientes, señalemos a Marcelino Cereijido y Heinz Dieterich, desde México; a Guillermo Jaim Etcheverry y Roberto Follari, desde Argentina; a Mario Bunge, desde Canadá; y a Jorge Wagensberg y Carlos Elías, desde España. Señalemos que es un tipo de literatura que hacía bastante falta entre nosotros los hispanos, puesto que estaba faltando una luz en medio de la oscuridad respectiva. Como quiera que sea, es un tipo de literatura que sirve para que la academia hispanoamericana se cure de su tonto narcisismo. En fin, considero que cabe resumir lo esencial de las tesis de estos autores como sigue: (1) los hispanos carecemos de ciencia y, si la tuviésemos, no sabríamos qué hacer con ella, pues, no vamos más allá de un feudalismo de alta tecnología; (2) por tanto, nuestros países son países con investigación, pero sin ciencia; además, (3) los universitarios hispanos son esquizoides, su falta de sintonía con la realidad salta a la vista. Esto quiere decir que, al no comprender a cabalidad la cultura de la ciencia, los países hispanoparlantes adolecen de un hándicap para entender con propiedad el universo e implicaciones de la bioética global. Para colmo de males, estos países no han consolidado una tradición filosófica propia, cuestión advertida, cuando menos, desde los días de José Ortega y Gasset. Y, sin tradición filosófica propia, estos países nuestros no irán más allá de una mixtura entre la bioética anglosajona y la de Europa continental en el mejor de los casos.
Sin más ambages, pasemos a varios ejemplos representativos de pensamiento de factura bioética en la ensayística hispanoamericana. Para ello, comencemos con la compilación de John Skirius. Eso sí, conviene ir con cuidado, puesto que no faltan los ensayistas que se han prestado a hacerle el juego al capitalismo neoliberal, depredador del ambiente y aniquilador de la dignidad humana como el que más. Acerca de los intelectuales hispanoamericanos así postrados, Heinz Dieterich y Alfonso Sastre nos advierten con la debida propiedad.
Comencemos con Ezequiel Martínez Estrada, argentino. En Patología de la cultura, ensayo de 1971, está este fragmento relevante para lo que aquí nos ocupa: “Entre las causas influyentes en esa forma nihilista o deshumanizada que la cultura ha sufrido, cuéntase el poderío del Estado en las naciones de alto desarrollo tecnológico. Lo admiten Nietzsche, Spengler, Freud, Toynbee, Spranger y Malinowski. Ese poderío, llámesele capitalismo o taylorización de las actividades humanas, va progresivamente cancelando los valores humanísticos y sometiéndolos a servidumbre de intereses económicos. La nueva esclavitud del hombre de las grandes metrópolis se realiza por su inteligencia y sensibilidad, y en este sentido el “primitivo” es todavía un espécimen sin enajenar a las obligaciones que impone la sociedad-termitera de las naciones superdesarrolladas”. Como se ve, es una crítica contundente a la sociedad industrial y su proverbial deshumanización, que nos recuerda los análisis lúcidos de Iván Illich por la misma época.
Un segundo ejemplo lo tenemos en el colombiano Germán Arciniegas. En su ensayo titulado El automóvil, de 1931, aparece este fragmento clave: “No ha aparecido nada en el mundo que haya quebrantado de tal suerte la moral: la moral de los de arriba, y la moral de los de en medio. La juventud se tiró al fondo del motorismo, como las mujeres que se pierden. En todo el mundo, en todas las latitudes. En los Estados Unidos el caso fue y es terrible. Los gangs, los contrabandistas, los burladores de la ley, Al Capone, Diamond, todos van pasando en sus automóviles. El automóvil ha sido el vehículo insuperable para burlarse de la ley, para asaltar los bancos, para robarse los niños ricos, para huir, para asaltar, para atrincherarse. Cuando apareció el cinematógrafo todo el mundo pensó: ahora sí van a perfeccionarse los rateros. Pero el cinematógrafo no alcanzó a crear una entidad nueva en el derecho penal. El automóvil ya la ha creado. El cinematógrafo ha sido una gran escuela del crimen, pero a través del automóvil”. ¿Qué hubiera dicho Arciniegas a propósito de las novísimas tecnologías de la información y la comunicación de hoy día, amén de los nuevos medios de transporte? ¿Y qué del impacto del automóvil sobre el cambio climático actual? Lástima que el buen viejo haya fallecido.
Sigamos con el venezolano Arturo Uslar Pietri. En El progreso suicida, de 1971, fustiga como sigue: “Podemos llegar a ser poderosos y altamente productivos pero hasta ahora lo ha sido al precio de una desconsiderada y pavorosa destrucción de las condiciones ambientales que han hecho la vida posible. (…) Es como si nuestro progreso se hiciera al precio de la destrucción de la naturaleza y del ambiente, que es lo mismo que decir la autodestrucción del hombre”. En fin, parecen palabras escritas para el momento actual, si bien Uslar Pietri, paradójicamente, figura en la enumeración reciente de Dieterich de intelectuales latinoamericanos alineados con el capitalismo postmoderno.
Un cuarto ejemplo lo da el argentino Enrique Anderson Imbert. En Tecnología y democracia, de 1972, aparece este fragmento llamativo: “Sólo la conciencia política puede indicar cómo controlar la ciencia y la técnica. O, dicho de otro modo, quienes las controlen deberán ser políticos con conciencia. La tecnología no es autónoma: depende de la sociedad en su conjunto. Hay que examinarla y corregirla a la luz de los valores, y cuando se piensa en el bienestar social el valor supremo es la justicia. No se trata de que expertos y administradores se arroguen la capacidad de adquirir y analizar la información técnica necesaria para tomar decisiones eficaces; el pueblo también tiene derecho a participar de ese conocimiento, intervenir en la discusión de las soluciones propuestas y gobernar”. Como podemos apreciar, estas palabras están muy por delante de nuestro tiempo.
Cabe encontrar más ejemplos en este sentido en la recopilación de Skirius. En este orden de ideas, pasemos ahora a la selección hecha por Jaime Jaramillo a propósito del ensayo en Antioquia, Colombia. En primera instancia, señalemos un ensayo de Luis Guillermo Echeverri Abad, anterior a 1963, año de su muerte: El éxodo campesino, en el que trasluce la crítica al esquema de industrialización de las urbes colombianas sin parar mientes en el bienestar de los campesinos. En segundo lugar, Cayetano Betancur Campuzano, cuyo ensayo La universidad y la responsabilidad intelectual, de 1955, ofrece una crítica a la tecnocracia que no ha perdido su vigencia, crítica en la cual cabe reconocer la influencia ejercida por José Ortega y Gasset en el pensamiento de Cayetano. Luego, tenemos a Antonio Panesso Robledo con su ensayo intitulado Pornografía: un lío insoluble, en el cual procura poner los puntos sobre las íes en relación con el significado preciso del vocablo “pornografía” y sus connotaciones morales. En relación con las características de la técnica actual, Alfonso García Isaza brinda su ensayo de título La velocidad, signo del presente, de 1970, de un tono que nos recuerda las obras de Iván Illich asentadas sobre su concepto de convivencialidad.
Sigamos. De Jorge Yarce, contamos con su análisis de la crisis de la democracia liberal en La sociedad permisiva, mientras que Jorge Orlando Melo analiza las posibles tendencias de evolución de la sociedad colombiana en Las perspectivas de cambio futuro en Colombia: mucho más de lo mismo, algunas cosas nuevas, ensayo de 1990. Por lo demás, aunque Jaime Jaramillo incluye a Fernando González en su selección, es curioso que no haya elegido algún ensayo suyo de semblante ético, como sí es el caso con la reedición de los ejemplares de la revista Antioquia, fundada por González décadas antes del surgimiento de la bioética moderna, reedición llevada a cabo por la Universidad de Antioquia. Así mismo, llama la atención que la selección de Jaramillo no haya incorporado alguna muestra de Estanislao Zuleta y William Ospina, a quienes cabe considerar como hijo y nieto espirituales de Fernando González. En esta óptica bioética, tanto Zuleta como Ospina nos proporcionan muestras a granel en sus artículos y libros. En el caso de Ospina, mencionemos dos de sus libros de ensayos: América mestiza: El país del futuro y Los nuevos centros de la esfera. Es propio de Ospina incluir entre sus temas de reflexión la problemática inherente a las consecuencias del uso irresponsable de la tecnociencia en el mundo actual. Vaya este fragmento a guisa de muestra: “El proceso de la Revolución Tecnológica había generado desde comienzos de siglo –el siglo XX- una extraña literatura, la ciencia ficción, que por un momento pareció ser el despertar de las fantasías optimistas que engendraban en la mente humana las maravillas de la técnica y las bondades de la industria, pero que, rápidamente, se convirtió en un alarmado laberinto de fantasías terribles sobre lo que producirían la ciencia y la técnica utilizadas por la política en el ámbito de la sociedad industrial. Orwell veía el mundo tiranizado por los dogmas y esclavizado por la técnica; Pohl y Kornbluth soñaron el universo gobernado por la publicidad; Philip K. Dick adivinó que la vida sería manipulada por la ingeniería genética; Bradbury vio llegar las expediciones humanas a profanar los templos y las ciudades sagradas de Marte, exactamente como lo habían hecho Breno en Delfos y Hernán Cortés en México; otros soñaron, como Ballard, un mundo completamente urbanizado; otros, infinitos proletariados hambrientos procesando en alimentos la materia mineral de un planeta ya sin plantas, contaminado y letal, mientras poderosas oligocracias vivían la perfección de la vida en ciudades campestres bajo grandes burbujas de aire puro”. Y hay mucho más de similar jaez en la ensayística de William Ospina.
Ahora, mencionemos lo atinente a la ensayística científica hispana, fuente valiosa de ideas de factura bioética en no pocas ocasiones. Si bien el ensayo científico no está consolidado del todo en el mundo hispano, contamos con varios autores claves en el sentido que nos ocupa. Como reza el refrán, poco, pero bueno. Entre éstos, Marcelino Cereijido, investigador argentino-mexicano; Joaquín Antonio Uribe, naturalista colombiano; Luis Miravitlles, José Manuel Sánchez Ron y Jorge Wagensberg, españoles. En particular, el caso de Miravitlles es llamativo por ser una figura notable en la buena divulgación de la ciencia en lengua castellana en la década de 1960. Ahora bien, estimo que la figura por antonomasia del ensayo científico hispano es don Santiago Felipe Ramón y Cajal. De éste, resaltemos aquí una obra primorosa: Los tónicos de la voluntad: Reglas y consejos sobre investigación científica. Acerca de su mensaje ético científico, me he ocupado de ello en otro lugar.
Amén de los conspicuos ejemplos previos, sobre ensayos pergeñados por hispanos de nacimiento, conviene no pasar por alto lo aportado por autores nacidos en culturas bien distintas a la nuestra y radicados por largo tiempo en tierras hispanoamericanas. Acaso el ejemplo más relevante a este respecto es el de Iván Illich, el teólogo y filósofo austriaco que ha pasado a que se le considere como el crítico más lúcido de la sociedad industrial, cuyas obras valen todo un Potosí como material de investigación-acción por antonomasia: La convivencialidad, La sociedad desescolarizada, Energía y equidad, Némesis médica, El género vernáculo, seguidas de un largo etcétera. Es llamativo este caso, habida cuenta de la contemporaneidad de Illich con Van Rensselaer Potter. Incluso, los análisis de Illich llegaron al punto de cuestionar la amoralidad propia de la bioética hacia la segunda mitad de la década de 1980, dada la distorsión introducida por el capitalismo postmoderno, tornándola en una ideología de tres al cuarto, justo por la época en la que el mismo Potter plasmó su crítica en el mismo sentido en su libro de 1988: Global Bioethics.
Aparte del caso de Illich, merece la pena que destaquemos aquí a Heinz Dieterich Steffan, sociólogo y economista alemán-mexicano, cuyo diagnóstico de la crisis de los intelectuales y las ciencias sociales es pertinente en extremo a la hora de abordar el panorama de la bioética global en Latinoamérica al tomar en cuenta la realidad crítica de nuestras universidades. En otras palabras, una condición indispensable a fin de comprender las implicaciones de la bioética para nuestros países debe pasar por el análisis de la precaria cultura científica del mundo hispano y la índole esquizoide de nuestras universidades, lo cual implica conocer a fondo la crisis o traición de los intelectuales y las ciencias sociales.
Por su hondo conocimiento de la realidad latinoamericana, pese a vivir en los Estados Unidos y no ser latinoamericano de nacimiento, Abraham Noam Chomsky, considerado el principal intelectual del planeta, se constituye en un buen ejemplo de producción ensayística impregnada de una fuerte dimensión ética ante su crítica constante del modo de producción capitalista y su atropello del ambiente y de la dignidad humana. Mucho ha publicado Chomsky en esta óptica, pero destaquemos como una buena muestra al respecto su libro de ensayos que lleva por título La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista, cuya primera edición vio la luz justo en el año 1992.
Para concluir, dejemos claro que la producción ensayística hispana ligada con la bioética de una forma u otra no ha sido un fruto promovido por la institución universitaria las más de las veces. En general, tal institución en Latinoamérica poco ha fomentado la libertad de pensamiento a lo largo de su historia, cuestión establecida, entre otros, por el mencionado Cayetano Betancur en tiempos pasados. En la actualidad, autores como Marcelino Cereijido, Mario Bunge, Guillermo Jaim Etcheverry, Heinz Dieterich, Jorge Wagensberg, Carlos Elías y Roberto Follari, entre otros, nos ofrecen el cuadro lamentable de nuestras universidades hispanas, más bien antinómico frente a lo que debe ser una universidad de semblante biocéntrico estricto. De esta forma, sólo si la universidad hispana pasa por una reforma propiamente dicha, no las contrarreformas actuales de impronta neoliberal, podrá la misma dar el paso crucial hacia una institución imbricada con la preservación de la biosfera y la dignidad humana. Esto es, una universidad de corte biocéntrico en sí. Y, para llevar a cabo esto, la consideración del legado ético contenido en la ensayística hispana en todos nuestros países nos evitará repetir errores del pasado.
Referencias
Barona, J. L. (1999). Imágenes del exilio científico. En Lafuente, A. y Saraiva, T. (eds.). Imágenes de la ciencia en la España contemporánea (pp. 89-99). Madrid: Fundación Arte y Tecnología y Fundación Telefónica.
Chomsky, N. (2007). La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista. La Plata: Terramar.
Dieterich, H. (2005). Crisis en las ciencias sociales. Madrid: Popular.
Follari, R.A. (2008). La selva académica: Los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad. Santa Fe: Homo Sapiens.
González, F. (1997). Antioquia. Medellín: Universidad de Antioquia.
Illich, I. (2006). Obras reunidas I. México: Fondo de Cultura Económica.
Illich, I. (2008). Obras reunidas II. México: Fondo de Cultura Económica.
Jaramillo E., J. (compilador). (2003). El ensayo en Antioquia. Medellín: Biblioteca Pública Piloto, Alcaldía de Medellín, Concejo de Medellín.
Miravitlles, L. (1970). Visado para el futuro. Barcelona: Salvat.
Ospina, W. (2005). Los nuevos centros de la esfera. Bogotá: Punto de lectura.
Ospina, W. (2006). América mestiza: El país del futuro. Bogotá: Punto de lectura.
Potter, V.R. (1988). Global Bioethics: Building on the Leopold Legacy. East Lansing: Michigan State University Press.
Sastre, A. (2005). La batalla de los intelectuales o nuevo discurso de las armas y las letras. Buenos Aires: CLACSO.
Sierra C., C. E. J. (2007). Lectura de Cajal y su estela en clave bioética. Elementos, 66, 5-13.
Skirius, J. (compilador). (2004). El ensayo hispanoamericano del siglo XX. México: Fondo de Cultura Económica.
Fuente: Bioetica y Debate
Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia
La cultura literaria hispana ha sido prolífica en el caso del género del ensayo. En algunas regiones más que en otras, pero, en todo caso, hay una producción conspicua a este respecto. Cosa curiosa, los propios hispanos no somos muy conscientes de esto, incluso dentro del ámbito académico, por lo que han solido ser intelectuales e investigadores de otras culturas quienes han tenido que decirnos lo que de valía hay en nuestra historia literaria. Para el caso, John Skirius, estadounidense, entre otros, ha investigado lo que es el ensayo hispanoamericano del siglo XX y, por supuesto, ha encontrado muchas gemas preciosas. Y conviene que no perdamos de vista estas gemas, estos silmarils, puesto que ahí figuran no pocos ensayos con una temática de semblante bioético patente, aun con anterioridad a las ideas seminales de Van Rensselaer Potter en la década de 1960. En otras palabras, encontramos pensadores y escritores hispanos que se ocuparon de problemas tales como la deforestación, la desertificación, la erosión, el agotamiento de las fuentes de agua, la contaminación, la desaparición de especies animales y vegetales, y así por el estilo. Pero, por desgracia, no fue raro el hecho que sus voces no tuvieran escucha. Más todavía, no faltaron los episodios de persecución, lo cual significa que de nada le ha servido al mundo hispano contar con la reflexión de guías al haber decidido no pensar. Esto es irónico en extremo, habida cuenta que nuestros pensadores advirtieron a tiempo todas las calamidades actuales. Pero, el mundo hispano siempre ha sido tierra de exilios, no una tierra de avanzada científica y ética stricto sensu.
De otro lado, hacia los últimos años, han visto la luz obras lúcidas que tratan de lo bueno, lo malo y lo feo de la cultura académica hispana. Entre los autores correspondientes, señalemos a Marcelino Cereijido y Heinz Dieterich, desde México; a Guillermo Jaim Etcheverry y Roberto Follari, desde Argentina; a Mario Bunge, desde Canadá; y a Jorge Wagensberg y Carlos Elías, desde España. Señalemos que es un tipo de literatura que hacía bastante falta entre nosotros los hispanos, puesto que estaba faltando una luz en medio de la oscuridad respectiva. Como quiera que sea, es un tipo de literatura que sirve para que la academia hispanoamericana se cure de su tonto narcisismo. En fin, considero que cabe resumir lo esencial de las tesis de estos autores como sigue: (1) los hispanos carecemos de ciencia y, si la tuviésemos, no sabríamos qué hacer con ella, pues, no vamos más allá de un feudalismo de alta tecnología; (2) por tanto, nuestros países son países con investigación, pero sin ciencia; además, (3) los universitarios hispanos son esquizoides, su falta de sintonía con la realidad salta a la vista. Esto quiere decir que, al no comprender a cabalidad la cultura de la ciencia, los países hispanoparlantes adolecen de un hándicap para entender con propiedad el universo e implicaciones de la bioética global. Para colmo de males, estos países no han consolidado una tradición filosófica propia, cuestión advertida, cuando menos, desde los días de José Ortega y Gasset. Y, sin tradición filosófica propia, estos países nuestros no irán más allá de una mixtura entre la bioética anglosajona y la de Europa continental en el mejor de los casos.
Sin más ambages, pasemos a varios ejemplos representativos de pensamiento de factura bioética en la ensayística hispanoamericana. Para ello, comencemos con la compilación de John Skirius. Eso sí, conviene ir con cuidado, puesto que no faltan los ensayistas que se han prestado a hacerle el juego al capitalismo neoliberal, depredador del ambiente y aniquilador de la dignidad humana como el que más. Acerca de los intelectuales hispanoamericanos así postrados, Heinz Dieterich y Alfonso Sastre nos advierten con la debida propiedad.
Comencemos con Ezequiel Martínez Estrada, argentino. En Patología de la cultura, ensayo de 1971, está este fragmento relevante para lo que aquí nos ocupa: “Entre las causas influyentes en esa forma nihilista o deshumanizada que la cultura ha sufrido, cuéntase el poderío del Estado en las naciones de alto desarrollo tecnológico. Lo admiten Nietzsche, Spengler, Freud, Toynbee, Spranger y Malinowski. Ese poderío, llámesele capitalismo o taylorización de las actividades humanas, va progresivamente cancelando los valores humanísticos y sometiéndolos a servidumbre de intereses económicos. La nueva esclavitud del hombre de las grandes metrópolis se realiza por su inteligencia y sensibilidad, y en este sentido el “primitivo” es todavía un espécimen sin enajenar a las obligaciones que impone la sociedad-termitera de las naciones superdesarrolladas”. Como se ve, es una crítica contundente a la sociedad industrial y su proverbial deshumanización, que nos recuerda los análisis lúcidos de Iván Illich por la misma época.
Un segundo ejemplo lo tenemos en el colombiano Germán Arciniegas. En su ensayo titulado El automóvil, de 1931, aparece este fragmento clave: “No ha aparecido nada en el mundo que haya quebrantado de tal suerte la moral: la moral de los de arriba, y la moral de los de en medio. La juventud se tiró al fondo del motorismo, como las mujeres que se pierden. En todo el mundo, en todas las latitudes. En los Estados Unidos el caso fue y es terrible. Los gangs, los contrabandistas, los burladores de la ley, Al Capone, Diamond, todos van pasando en sus automóviles. El automóvil ha sido el vehículo insuperable para burlarse de la ley, para asaltar los bancos, para robarse los niños ricos, para huir, para asaltar, para atrincherarse. Cuando apareció el cinematógrafo todo el mundo pensó: ahora sí van a perfeccionarse los rateros. Pero el cinematógrafo no alcanzó a crear una entidad nueva en el derecho penal. El automóvil ya la ha creado. El cinematógrafo ha sido una gran escuela del crimen, pero a través del automóvil”. ¿Qué hubiera dicho Arciniegas a propósito de las novísimas tecnologías de la información y la comunicación de hoy día, amén de los nuevos medios de transporte? ¿Y qué del impacto del automóvil sobre el cambio climático actual? Lástima que el buen viejo haya fallecido.
Sigamos con el venezolano Arturo Uslar Pietri. En El progreso suicida, de 1971, fustiga como sigue: “Podemos llegar a ser poderosos y altamente productivos pero hasta ahora lo ha sido al precio de una desconsiderada y pavorosa destrucción de las condiciones ambientales que han hecho la vida posible. (…) Es como si nuestro progreso se hiciera al precio de la destrucción de la naturaleza y del ambiente, que es lo mismo que decir la autodestrucción del hombre”. En fin, parecen palabras escritas para el momento actual, si bien Uslar Pietri, paradójicamente, figura en la enumeración reciente de Dieterich de intelectuales latinoamericanos alineados con el capitalismo postmoderno.
Un cuarto ejemplo lo da el argentino Enrique Anderson Imbert. En Tecnología y democracia, de 1972, aparece este fragmento llamativo: “Sólo la conciencia política puede indicar cómo controlar la ciencia y la técnica. O, dicho de otro modo, quienes las controlen deberán ser políticos con conciencia. La tecnología no es autónoma: depende de la sociedad en su conjunto. Hay que examinarla y corregirla a la luz de los valores, y cuando se piensa en el bienestar social el valor supremo es la justicia. No se trata de que expertos y administradores se arroguen la capacidad de adquirir y analizar la información técnica necesaria para tomar decisiones eficaces; el pueblo también tiene derecho a participar de ese conocimiento, intervenir en la discusión de las soluciones propuestas y gobernar”. Como podemos apreciar, estas palabras están muy por delante de nuestro tiempo.
Cabe encontrar más ejemplos en este sentido en la recopilación de Skirius. En este orden de ideas, pasemos ahora a la selección hecha por Jaime Jaramillo a propósito del ensayo en Antioquia, Colombia. En primera instancia, señalemos un ensayo de Luis Guillermo Echeverri Abad, anterior a 1963, año de su muerte: El éxodo campesino, en el que trasluce la crítica al esquema de industrialización de las urbes colombianas sin parar mientes en el bienestar de los campesinos. En segundo lugar, Cayetano Betancur Campuzano, cuyo ensayo La universidad y la responsabilidad intelectual, de 1955, ofrece una crítica a la tecnocracia que no ha perdido su vigencia, crítica en la cual cabe reconocer la influencia ejercida por José Ortega y Gasset en el pensamiento de Cayetano. Luego, tenemos a Antonio Panesso Robledo con su ensayo intitulado Pornografía: un lío insoluble, en el cual procura poner los puntos sobre las íes en relación con el significado preciso del vocablo “pornografía” y sus connotaciones morales. En relación con las características de la técnica actual, Alfonso García Isaza brinda su ensayo de título La velocidad, signo del presente, de 1970, de un tono que nos recuerda las obras de Iván Illich asentadas sobre su concepto de convivencialidad.
Sigamos. De Jorge Yarce, contamos con su análisis de la crisis de la democracia liberal en La sociedad permisiva, mientras que Jorge Orlando Melo analiza las posibles tendencias de evolución de la sociedad colombiana en Las perspectivas de cambio futuro en Colombia: mucho más de lo mismo, algunas cosas nuevas, ensayo de 1990. Por lo demás, aunque Jaime Jaramillo incluye a Fernando González en su selección, es curioso que no haya elegido algún ensayo suyo de semblante ético, como sí es el caso con la reedición de los ejemplares de la revista Antioquia, fundada por González décadas antes del surgimiento de la bioética moderna, reedición llevada a cabo por la Universidad de Antioquia. Así mismo, llama la atención que la selección de Jaramillo no haya incorporado alguna muestra de Estanislao Zuleta y William Ospina, a quienes cabe considerar como hijo y nieto espirituales de Fernando González. En esta óptica bioética, tanto Zuleta como Ospina nos proporcionan muestras a granel en sus artículos y libros. En el caso de Ospina, mencionemos dos de sus libros de ensayos: América mestiza: El país del futuro y Los nuevos centros de la esfera. Es propio de Ospina incluir entre sus temas de reflexión la problemática inherente a las consecuencias del uso irresponsable de la tecnociencia en el mundo actual. Vaya este fragmento a guisa de muestra: “El proceso de la Revolución Tecnológica había generado desde comienzos de siglo –el siglo XX- una extraña literatura, la ciencia ficción, que por un momento pareció ser el despertar de las fantasías optimistas que engendraban en la mente humana las maravillas de la técnica y las bondades de la industria, pero que, rápidamente, se convirtió en un alarmado laberinto de fantasías terribles sobre lo que producirían la ciencia y la técnica utilizadas por la política en el ámbito de la sociedad industrial. Orwell veía el mundo tiranizado por los dogmas y esclavizado por la técnica; Pohl y Kornbluth soñaron el universo gobernado por la publicidad; Philip K. Dick adivinó que la vida sería manipulada por la ingeniería genética; Bradbury vio llegar las expediciones humanas a profanar los templos y las ciudades sagradas de Marte, exactamente como lo habían hecho Breno en Delfos y Hernán Cortés en México; otros soñaron, como Ballard, un mundo completamente urbanizado; otros, infinitos proletariados hambrientos procesando en alimentos la materia mineral de un planeta ya sin plantas, contaminado y letal, mientras poderosas oligocracias vivían la perfección de la vida en ciudades campestres bajo grandes burbujas de aire puro”. Y hay mucho más de similar jaez en la ensayística de William Ospina.
Ahora, mencionemos lo atinente a la ensayística científica hispana, fuente valiosa de ideas de factura bioética en no pocas ocasiones. Si bien el ensayo científico no está consolidado del todo en el mundo hispano, contamos con varios autores claves en el sentido que nos ocupa. Como reza el refrán, poco, pero bueno. Entre éstos, Marcelino Cereijido, investigador argentino-mexicano; Joaquín Antonio Uribe, naturalista colombiano; Luis Miravitlles, José Manuel Sánchez Ron y Jorge Wagensberg, españoles. En particular, el caso de Miravitlles es llamativo por ser una figura notable en la buena divulgación de la ciencia en lengua castellana en la década de 1960. Ahora bien, estimo que la figura por antonomasia del ensayo científico hispano es don Santiago Felipe Ramón y Cajal. De éste, resaltemos aquí una obra primorosa: Los tónicos de la voluntad: Reglas y consejos sobre investigación científica. Acerca de su mensaje ético científico, me he ocupado de ello en otro lugar.
Amén de los conspicuos ejemplos previos, sobre ensayos pergeñados por hispanos de nacimiento, conviene no pasar por alto lo aportado por autores nacidos en culturas bien distintas a la nuestra y radicados por largo tiempo en tierras hispanoamericanas. Acaso el ejemplo más relevante a este respecto es el de Iván Illich, el teólogo y filósofo austriaco que ha pasado a que se le considere como el crítico más lúcido de la sociedad industrial, cuyas obras valen todo un Potosí como material de investigación-acción por antonomasia: La convivencialidad, La sociedad desescolarizada, Energía y equidad, Némesis médica, El género vernáculo, seguidas de un largo etcétera. Es llamativo este caso, habida cuenta de la contemporaneidad de Illich con Van Rensselaer Potter. Incluso, los análisis de Illich llegaron al punto de cuestionar la amoralidad propia de la bioética hacia la segunda mitad de la década de 1980, dada la distorsión introducida por el capitalismo postmoderno, tornándola en una ideología de tres al cuarto, justo por la época en la que el mismo Potter plasmó su crítica en el mismo sentido en su libro de 1988: Global Bioethics.
Aparte del caso de Illich, merece la pena que destaquemos aquí a Heinz Dieterich Steffan, sociólogo y economista alemán-mexicano, cuyo diagnóstico de la crisis de los intelectuales y las ciencias sociales es pertinente en extremo a la hora de abordar el panorama de la bioética global en Latinoamérica al tomar en cuenta la realidad crítica de nuestras universidades. En otras palabras, una condición indispensable a fin de comprender las implicaciones de la bioética para nuestros países debe pasar por el análisis de la precaria cultura científica del mundo hispano y la índole esquizoide de nuestras universidades, lo cual implica conocer a fondo la crisis o traición de los intelectuales y las ciencias sociales.
Por su hondo conocimiento de la realidad latinoamericana, pese a vivir en los Estados Unidos y no ser latinoamericano de nacimiento, Abraham Noam Chomsky, considerado el principal intelectual del planeta, se constituye en un buen ejemplo de producción ensayística impregnada de una fuerte dimensión ética ante su crítica constante del modo de producción capitalista y su atropello del ambiente y de la dignidad humana. Mucho ha publicado Chomsky en esta óptica, pero destaquemos como una buena muestra al respecto su libro de ensayos que lleva por título La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista, cuya primera edición vio la luz justo en el año 1992.
Para concluir, dejemos claro que la producción ensayística hispana ligada con la bioética de una forma u otra no ha sido un fruto promovido por la institución universitaria las más de las veces. En general, tal institución en Latinoamérica poco ha fomentado la libertad de pensamiento a lo largo de su historia, cuestión establecida, entre otros, por el mencionado Cayetano Betancur en tiempos pasados. En la actualidad, autores como Marcelino Cereijido, Mario Bunge, Guillermo Jaim Etcheverry, Heinz Dieterich, Jorge Wagensberg, Carlos Elías y Roberto Follari, entre otros, nos ofrecen el cuadro lamentable de nuestras universidades hispanas, más bien antinómico frente a lo que debe ser una universidad de semblante biocéntrico estricto. De esta forma, sólo si la universidad hispana pasa por una reforma propiamente dicha, no las contrarreformas actuales de impronta neoliberal, podrá la misma dar el paso crucial hacia una institución imbricada con la preservación de la biosfera y la dignidad humana. Esto es, una universidad de corte biocéntrico en sí. Y, para llevar a cabo esto, la consideración del legado ético contenido en la ensayística hispana en todos nuestros países nos evitará repetir errores del pasado.
Referencias
Barona, J. L. (1999). Imágenes del exilio científico. En Lafuente, A. y Saraiva, T. (eds.). Imágenes de la ciencia en la España contemporánea (pp. 89-99). Madrid: Fundación Arte y Tecnología y Fundación Telefónica.
Chomsky, N. (2007). La conquista continúa: 500 años de genocidio imperialista. La Plata: Terramar.
Dieterich, H. (2005). Crisis en las ciencias sociales. Madrid: Popular.
Follari, R.A. (2008). La selva académica: Los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad. Santa Fe: Homo Sapiens.
González, F. (1997). Antioquia. Medellín: Universidad de Antioquia.
Illich, I. (2006). Obras reunidas I. México: Fondo de Cultura Económica.
Illich, I. (2008). Obras reunidas II. México: Fondo de Cultura Económica.
Jaramillo E., J. (compilador). (2003). El ensayo en Antioquia. Medellín: Biblioteca Pública Piloto, Alcaldía de Medellín, Concejo de Medellín.
Miravitlles, L. (1970). Visado para el futuro. Barcelona: Salvat.
Ospina, W. (2005). Los nuevos centros de la esfera. Bogotá: Punto de lectura.
Ospina, W. (2006). América mestiza: El país del futuro. Bogotá: Punto de lectura.
Potter, V.R. (1988). Global Bioethics: Building on the Leopold Legacy. East Lansing: Michigan State University Press.
Sastre, A. (2005). La batalla de los intelectuales o nuevo discurso de las armas y las letras. Buenos Aires: CLACSO.
Sierra C., C. E. J. (2007). Lectura de Cajal y su estela en clave bioética. Elementos, 66, 5-13.
Skirius, J. (compilador). (2004). El ensayo hispanoamericano del siglo XX. México: Fondo de Cultura Económica.
ENFERMEDADES RARAS: ARTERITIS DE CÉLULAS GIGANTES
Esta entidad fue descrita inicialmente por Hutchinson
en 1890. Fue en 1930 cuando Horton desveló la histología de la
arteritis granulomatosa de los vasos temporales. Y 20 años más tarde se
postuló la relación entre la arteritis de la temporal con la polimialgia
reumática (de hecho muchos autores consideran que son dos fases
diferentes de la misma enfermedad)
Se define la arteritis de la temporal, también llamada arteritis de células gigantes (ACG) o de Horton como una vasculitis sistémica crónica de vasos de grueso y de mediano calibre. Es decir, se caracteriza por la inflamación crónica de los vasos sanguíneos de gran tamaño. Aunque potencialmente se pueden afectar todos los vasos, usualmente se afectan las ramas craneales de las arterias originadas en el arco aórtico. Suele afectar a mayores de 50 años (con un pico de edad entre los 70 y 80 años) y predomina en mujeres. La mortalidad es similar a la de la población general del mismo sexo y edad. Arteritis de células gigantes Enfermedad de Horton Arteritis Granulomatosa Arteritis Craneal Arteritis de la Temporal |
Existen unos criterios diagnósticos formulados por la
American College of Rheumatology en 1990. Según estos criterios, se
diagnostica a un paciente cuando presenta un mínimo de 3 criterios de
los 5 establecidos. Estos criterios son:
1) desarrollo de los síntomas a partir de los 50 años. 2) Debut o aparición de un nuevo tipo de localización del dolor de cabeza. 3) Alteraciones en la arteria temporal tales como una disminución de la palpación del pulso de la arteria (debido a la arteriosclerosis de las arterias cervicales. 4) Velocidad de sedimentación glomerular y#8805;50 por hora, y 5) Alteraciones en la biopsia de la arteria temporal. Se recomienda la realización de la biopsia de la arteria temporal en todos los pacientes en los que se sospecha la ACG. La inflamación de las arterias suele ser discontinua por lo que se precisa una biopsia de unos 3-5 cm, y si ésta es normal se tendría que considerar la realización de una biopsia contralateral. Cuando es posible, se debería realizar la biopsia antes de iniciar el tratamiento. |
Probablemente la ACG es una enfermedad poligénica en
la cual intervienen múltiples factores genéticos y ambientales. Varios
de estos factores analizados aunque no confirmados son: altas latitudes,
causas víricas como el virus parainfluenza tipo 1, Micoplasma
pneumoniae, parvovirus B19 y Clamydia pneumoniae; asociaciones con genes
del complemento HLA, etc.
|
El inicio de esta enfermedad suele ser gradual, pero
también puede ser brusco. El síntoma más frecuente (en 2/3) es una
cefalea frontotemporal (aunque también se puede afectar el área
occipital) intensa, no pulsátil, irradiada a mandíbula y puede asociarse
a hipersensibilidad del cuero cabelludo, fiebre, síndrome
constitucional (astenia, anorexia y pérdida de peso), claudicación
mandibular (40%), polimialgia reumática (50%) y neuritis óptica (que
puede causar ceguera).
La claudicación mandibular se da en alrededor de la mitad de los pacientes con ACG. Ocasionalmente, pueden presentar claudicación de los músculos de la lengua y de los implicados en la deglución. Uno de los síntomas más importantes es la pérdida parcial o completa de la visión. Ocurre en el 20% de los pacientes y frecuentemente es una manifestación temprana de la enfermedad. Los enfermos la describen típicamente como “una sombra que cubre un ojo” que progresa hasta la ceguera total. Si no se recibe tratamiento, el otro ojo se afecta en una o dos semanas. Una vez establecido, el déficit visual es usualmente permanente. Amaurosis fugax (pérdida total de visión transitoria) es un importante síntoma visual que precede a la pérdida visual en un 44%. La visión doble y las alucinaciones visuales son menos frecuentes. La pérdida de visión se debe a una isquemia del nervio óptico como resultado de la arteritis de las ramas oftálmicas o arterias filiares posteriores y menos comúnmente por la oclusión de las arteriolas. Otros síntomas son: manifestaciones neurológicas (30%), como neuropatías y menos frecuentemente accidentes isquémicos transitorios o ictus cerebrales en el territorio de la arteria carótida o vertebrobasilar; alteraciones en el tracto respiratorio; manifestaciones en sistema musculoesquelético; puede existir claudicación de los brazos por afectación de las ramas del arco aórtico. En la exploración física: las ramas frontal o parietal de las arterias temporales pueden estar engrosadas, nodulosas, sensibles y, ocasionalmente, eritematosas. Los pulsos de dichas ramas y también los pulsos a nivel del cuello y de los brazos pueden estar disminuidos o ausentes. Las arterias occipitales y con menor frecuencia las postauriculares o faciales pueden estar aumentadas de tamaño. Podemos auscultar soplos a nivel de la arteria carótida, subclavia, axilar y braquial. Una mención especial merecen los aneurismas aórticos torácicos. Esta es una complicación tardía, usualmente tras varios años después del diagnóstico. El aneurisma puede romperse provocando la muerte. Un chequeo radiográfico anual es adecuado para el despistaje del aneurisma aórtico torácico. |
Uno de los parámetros de laboratorio más valorados es
la velocidad de sedimentación glomerular (VSG), que según los criterios
anteriormente citados ayudaría al diagnóstico cuando sobrepasa el valor
50mm/h.
En cuanto a si existe algún parámetro que nos permita medir la actividad de la enfermedad podemos citar a la Proteína C reactiva, que también permite orientar el diagnóstico y las posibles recaídas. Por otro lado, muchos pacientes presentan una anemia moderada y aproximadamente un tercio, alteraciones en las pruebas de función hepática. Técnicas de imagen Si se sospecha el diagnóstico de ACG extracraneal se pueden realizar: arteriografía, tomografía computerizada (TC) y angio-resonancia magnética. En la arteriografía, se suele objetivar estenosis bilateral o oclusión de la arteria subclavia, axilar y braquiales proximales. La mejor técnica de imagen para la detección de los aneurismas de aorta o su disección es la TC o resonancia magnética (el hallazgo de una pared aórtica engrosada es una indicación directa de la inflamación de la pared y de la actividad de la enfermedad). |
Los corticoides son el tratamiento de elección de la
ACG. En los pacientes con pérdida de visión reciente pueden ser tratados
con un bolo intravenoso de metilprednisolona. Los corticoides pueden
prevenir pero usualmente no revierten la pérdida de visión.
La respuesta a los corticoides es rápida, con la resolución de los síntomas en unos cuantos días de tratamiento. Si no es así, tenemos que cuestionarnos el diagnóstico. Asimismo, sobre un 30-50% de los pacientes padecen exacerbaciones de la enfermedad, especialmente durante los 2 primeros años, independientemente del régimen corticoideo. La evolución de los síntomas, la VSG o la proteína C reactiva suelen ser los parámetros usados para la monitorización de los pacientes El tratamiento con corticoides no está exento de efectos adversos. Así, se observan incremento de la diabetes y de las fracturas osteoporóticas (por lo que se deberían darse suplementos de calcio y vitamina D). En algunos estudios se ha postulado el uso del Metotrexate para disminuir la dosis de corticoides en los pacientes que necesitan altas dosis para controlar la actividad de la enfermedad y padecen serios efectos adversos. |
Fecha de publicación: 25 de mayo de 2005
Antoni Figuerola Roig
Unidad de Neurología
Hospital Son Llàtzer. Palma de Mallorca
Unidad de Neurología
Hospital Son Llàtzer. Palma de Mallorca
Suscribirse a:
Entradas (Atom)