Fuente: diariomedico.com
El Sistema Nacional de Salud (SNS) es considerado un referente en ámbitos como la donación de órganos y los resultados en salud que se obtienen en comparación con el porcentaje de inversión que recibe del PIB. Con todo, el SNS presenta carencias en sostenibilidad, orientación de esfuerzos a las necesidades cambiantes y motivación de los profesionales que ponen sobre la mesa la importancia de fijarse en lo que hacen nuestros vecinos para aprender de sus aciertos y errores y agilizar la consecución de la estabilidad asistencial y económica.
Además, y como si de Atrapado en el tiempo se tratase -la película en la que Bill Murray despierta cada día para vivir una y otra vez las mismas situaciones-, las fórmulas que las administraciones ponen sobre la mesa, especialmente desde que comenzaron a notarse los efectos de la crisis, para hacer frente al déficit acumulado, al envejecimiento de la población y al aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas, parecen sucederse en el tiempo y en la teoría sin traducirse en la práctica.
Teniendo presente el rechazo, al menos momentáneo, al copago en la asistencia, los recortes en los salarios de los funcionarios y la aplicación de medidas en farmacia, como la monodosis, son las medidas que desde la Administración central se están aplicando para optimizar los recursos y mantener la calidad. A éstas hay que sumar iniciativas autonómicas como el catálogo de medicamentos gallego y las subastas andaluzas o la orientación del sistema hacia los crónicos del País Vasco y la fusión de la sanidad y los servicios sociales en Extremadura, en Castilla-La Mancha y en el Ministerio de Sanidad, Politica Social e Igualdad. No obstante, a ojos de profesionales, pacientes y consejeros de Economía, no son suficientes.
Fijarse en los nórdicos
Su referente son los países nórdicos, "pues de Suecia podemos tener en cuenta su buena gestión, su transparencia y su buen gobierno". Además, "sería bueno que nos fijáramos en el funcionamiento de los centros de asistencia primaria de Noruega, Dinamarca y Escocia, especialmente en la reducción de la burocracia y la atención domiciliaria".
Desde una perspectiva más económica, pero en una línea similar, Juan Oliva, presidente de la Asociación Española de Economía de la Salud, destaca la transparencia y el respeto hacia la evaluación que se tiene en Suecia y en el Reino Unido gracias al NICE. No es cuestión de imitar integramente a las instituciones, pero sí de "analizar su funcionamiento e intentar adaptarlo a nuestra idiosincrasia", pues la evaluación "es cotidiana para suecos y británicos mientras que aquí sigue levantando suspicacias". El aumento de la participación del paciente en la toma de decisiones, la consecución de la transversalidad de la salud en las políticas y la coordinación total de los servicios sanitarios y los sociales, "como en Canadá", son otras cuestiones prioritarias según Oliva.
Como asesor de la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa, José María Martín Moreno explica que el SNS ha demostrado ser "uno de los más eficaces de Europa, cercano y adaptado al contexto". No obstante, "debemos evitar inequidades y redundancias en las autonomías". Es importante "aprender de sistemas que han definido con precisión una cartera de servicios a la que se acceda con equidad real" y "progresar en la medida del desempeño, para lo que hay que incorporar la cultura de la evaluación". Los nórdicos "están apostando por potenciarlo y su experiencia puede ser de interés".
La voz discordante
Por su parte, Andrés Perelló, eurodiputado del Partido Socialista, ve ejemplar la transparencia de la gestión sueca, pero opina, partiendo del conocimiento de los sistemas sanitarios europeos que tiene por ser miembro de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, que "más que intentar aplicar en nuestro sistema lo que otros llevan a la práctica, debemos españolizar a la Unión Europea en el ámbito de la sanidad".
Salvo por la amenaza a los valores de equidad y cohesión del SNS que supondría aplicar el copago a la asistencia, que según Perelló "es lo primero a lo que debemos atender antes de intentar mejorar otras cuestiones", tenemos "una sanidad mejor que, por ejemplo, la alemana, que da cobertura a menos población que nosotros, y la británica, cuyo modelo no levanta cabeza desde las reformas que aplicó en su día Margaret Thatcher".
El Sistema Nacional de Salud (SNS) es considerado un referente en ámbitos como la donación de órganos y los resultados en salud que se obtienen en comparación con el porcentaje de inversión que recibe del PIB. Con todo, el SNS presenta carencias en sostenibilidad, orientación de esfuerzos a las necesidades cambiantes y motivación de los profesionales que ponen sobre la mesa la importancia de fijarse en lo que hacen nuestros vecinos para aprender de sus aciertos y errores y agilizar la consecución de la estabilidad asistencial y económica.
Además, y como si de Atrapado en el tiempo se tratase -la película en la que Bill Murray despierta cada día para vivir una y otra vez las mismas situaciones-, las fórmulas que las administraciones ponen sobre la mesa, especialmente desde que comenzaron a notarse los efectos de la crisis, para hacer frente al déficit acumulado, al envejecimiento de la población y al aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas, parecen sucederse en el tiempo y en la teoría sin traducirse en la práctica.
Teniendo presente el rechazo, al menos momentáneo, al copago en la asistencia, los recortes en los salarios de los funcionarios y la aplicación de medidas en farmacia, como la monodosis, son las medidas que desde la Administración central se están aplicando para optimizar los recursos y mantener la calidad. A éstas hay que sumar iniciativas autonómicas como el catálogo de medicamentos gallego y las subastas andaluzas o la orientación del sistema hacia los crónicos del País Vasco y la fusión de la sanidad y los servicios sociales en Extremadura, en Castilla-La Mancha y en el Ministerio de Sanidad, Politica Social e Igualdad. No obstante, a ojos de profesionales, pacientes y consejeros de Economía, no son suficientes.
- Freire, de la Escuela Nacional de Sanidad, opina que "pueden y deben mejorarse aspectos como la universalización y la equidad asistencial"
Fijarse en los nórdicos
Su referente son los países nórdicos, "pues de Suecia podemos tener en cuenta su buena gestión, su transparencia y su buen gobierno". Además, "sería bueno que nos fijáramos en el funcionamiento de los centros de asistencia primaria de Noruega, Dinamarca y Escocia, especialmente en la reducción de la burocracia y la atención domiciliaria".
Desde una perspectiva más económica, pero en una línea similar, Juan Oliva, presidente de la Asociación Española de Economía de la Salud, destaca la transparencia y el respeto hacia la evaluación que se tiene en Suecia y en el Reino Unido gracias al NICE. No es cuestión de imitar integramente a las instituciones, pero sí de "analizar su funcionamiento e intentar adaptarlo a nuestra idiosincrasia", pues la evaluación "es cotidiana para suecos y británicos mientras que aquí sigue levantando suspicacias". El aumento de la participación del paciente en la toma de decisiones, la consecución de la transversalidad de la salud en las políticas y la coordinación total de los servicios sanitarios y los sociales, "como en Canadá", son otras cuestiones prioritarias según Oliva.
Como asesor de la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa, José María Martín Moreno explica que el SNS ha demostrado ser "uno de los más eficaces de Europa, cercano y adaptado al contexto". No obstante, "debemos evitar inequidades y redundancias en las autonomías". Es importante "aprender de sistemas que han definido con precisión una cartera de servicios a la que se acceda con equidad real" y "progresar en la medida del desempeño, para lo que hay que incorporar la cultura de la evaluación". Los nórdicos "están apostando por potenciarlo y su experiencia puede ser de interés".
- Oliva, presidente de la AES, dice que "la evaluación es cotidiana para suecos y británicos mientras aquí sigue levantando suspicacias"
La voz discordante
Por su parte, Andrés Perelló, eurodiputado del Partido Socialista, ve ejemplar la transparencia de la gestión sueca, pero opina, partiendo del conocimiento de los sistemas sanitarios europeos que tiene por ser miembro de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, que "más que intentar aplicar en nuestro sistema lo que otros llevan a la práctica, debemos españolizar a la Unión Europea en el ámbito de la sanidad".
Salvo por la amenaza a los valores de equidad y cohesión del SNS que supondría aplicar el copago a la asistencia, que según Perelló "es lo primero a lo que debemos atender antes de intentar mejorar otras cuestiones", tenemos "una sanidad mejor que, por ejemplo, la alemana, que da cobertura a menos población que nosotros, y la británica, cuyo modelo no levanta cabeza desde las reformas que aplicó en su día Margaret Thatcher".
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